algun lugar no muy lejano, a la espera de un momento mas oportuno para emprender su regreso. Ismael habia oido hablar de ese fenomeno, una suerte de soplo que experimentaban algunos atletas una vez rebasado el limite de su propia capacidad de cansancio. Pasado ese punto, el cuerpo seguia adelante sin muestras de fatiga. Hasta que la maquina paraba, claro esta. Una vez el esfuerzo acababa, el castigo caia de una sola vez. Un prestamo de los musculos, por asi decido.
– ?En que estas pensando? -pregunto Irene, advirtiendo el semblante meditabundo del chico.
– En que tengo hambre.
– y yo. ?No es raro?
– Al contrario. Nada como un buen susto para abrir el apetito… -se permitio bromear Ismael.
La Casa del Cabo estaba en calma y no habia signo aparente de presencia alguna. Dos guirnaldas de ropa seca, suspendida en los tendederos, ondeaban al viento. Ismael capto una vision fugaz de lo que a todas luces parecia ropa interior de Irene por el rabillo del ojo. Su mente paso a considerar el aspecto que tendria su companera enfundada en semejantes atavios.
– ?Estas bien? -inquirio ella.
El muchacho trago saliva, pero asintio. -Cansado y hambriento, eso es todo.
Irene le dirigio una sonrisa enigmatica. Por un segundo, Ismael considero la posibilidad de que todas las mujeres fuesen, secretamente, capaces de leer el pensamiento. Mejor no perderse en semejantes consideraciones con el estomago vacio.
La joven trato de abrir la puerta trasera de la casa, pero al parecer alguien habia echado el cerrojo por dentro. La sonrisa de Irene se torno en una mueca de extraneza.
– ?Mama? ?Dorian? -llamo mientras se retiraba unos pasos y examinaba las ventanas del piso superior.
– Probemos por delante -dijo Ismael.
Ella la siguio, rodeando la casa hasta el porche.
Una alfombra de cristales rotos afloro a sus pies. Ambos se detuvieron y la vision de la puerta destrozada y todas las ventanas astilladas se desplego ante ellos. A simple vista, parecia que una explosion de gas hubiese arrancado la puerta de los goznes al tiempo que escupia una tormenta de cristal hacia el exterior. Irene trato de frenar la oleada de frio que le ascendia desde el estomago. En vano. Dirigio una mirada aterrorizada a Ismael y se dispuso a entrar en la casa. El la retuvo, en silencio.
– ?Madame Sauvelle? -llamo desde el porche. El sonido de su voz se perdio en el fondo de la casa. Ismael se adentro cautelosamente en el interior y examino el panorama. Irene se asomo tras el. El suspiro de la muchacha toco fondo.
La palabra para describir el estado de la vivienda, si es que habia alguna, era devastacion. Ismael jamas habia visto los efectos de un tornado, pero imagino que se parecian a lo que sus ojos le estaban transmitiendo.
– Dios mio…
– Cuidado con los cristales -advirtio el muchacho.
– ?Mama!
El grito reverbero por la casa, un espiritu vagabundo de habitacion en habitacion. Ismael, sin soltar a Irene ni un segundo, se aproximo al pie de la escalera y echo un vistazo al piso superior.
– Subamos -dijo ella.
Ascendieron por la escalera lentamente, examinando los rastros que una fuerza invisible habia dejado a su alrededor. La primera en advertir que el dormitorio de Simone no tenia puerta fue Irene.
– ?No!… -murmuro.
Ismael se apresuro hasta el umbral de la estancia y la examino. Nada. Una a una, ambos registraron todas las habitaciones del piso superior. Vacio.
– ?Donde estan? -pregunto la chica con voz temblorosa.
– Aqui no hay nadie. Volvamos abajo.
Por lo que podia ver, la lucha o lo que fuese que habia acontecido en aquel escenario habia sido violenta. El muchacho se reservo cualquier observacion al respecto, pero una oscura sospecha acerca de la suerte de la familia de Irene cruzo su pensamiento. Ella, todavia bajo los efectos del
Irene alzo la mirada, llorosa, y sus ojos buscaron la confirmacion en Ismael. El muchacho asintio, alzando un dedo en senal de silencio. Los golpes se repitieron, secos y metalicos, viajando a traves de la estructura de la casa. La mente de Ismael tardo unos segundos en rastrear aquellos impactos sordos y apagados. Metal. Algo, o alguien, estaba golpeando sobre una pieza de metal en algun lugar de la casa. El sonido se repitio mecanicamente. Ismael sintio la vibracion viajar bajo sus pies y sus ojos se detuvieron sobre una puerta cerrada en el pasillo que conducia a la cocina en la parte posterior.
– ?Adonde da esa puerta?
– Al sotano… -respondio Irene.
El chico se aproximo a la puerta y ausculto el interior pegando el oido a la lamina de madera. Los golpes se repitieron por enesima vez. Ismael trato de abrir, pero la manija estaba atrancada.
– ?Hay alguien ahi dentro? -grito.
El sonido de unas pisadas ascendiendo por la escalera llego hasta sus oidos.
– Ten cuidado -dijo Irene.
Ismael se separo de la puerta. Por un instante, la imagen del angel emergiendo del sotano de la casa inundo su mente. Una voz quebradiza se oyo al otro lado, distante. Irene se alzo de un salto y corrio hacia la puerta.
– ?Dorian?
La voz balbuceo algo.
Irene miro a Ismael y asintio. -Es mi hermano…
El muchacho comprobo que derribar una puerta o, en ese caso, destrozada era una tarea bastante mas compleja de lo que los seriales radiofonicos daban a entender. Pasaron unos buenos diez minutos antes de que, con la ayuda de una barra de metal que encontraron en las alacenas de la cocina, la puerta se rindiese por fin. Ismael, cubierto de sudor, se retiro unos pasos e Irene dio el tiron de gracia. La cerradura, un amasijo de astillas de madera emergiendo del mecanismo herrumbroso y trabado, cayo al suelo. A ojos del chico, parecia un erizo.
Un segundo despues, un muchacho de complexion palida emergio de la oscuridad. Su rostro estaba atenazado en una mascara de terror y sus manos temblaban. Dorian se cobijo en los brazos de su hermana, como un animal asustado. Irene dirigio una mirada a Ismael. Fuera lo que fuese lo que el muchacho habia visto, habia hecho mella en el. Irene se arrodillo frente a el y le limpio el rostro manchado de suciedad y lagrimas secas.
– ?Estas bien, Dorian? -le pregunto con calma, palpando el cuerpo del chico en busca de heridas o fracturas.
Dorian asintio repetidamente. -?Donde esta mama?
El muchacho alzo la mirada. Sus ojos estaban estancados de terror.
– Dorian, es importante. ?Donde esta mama?
– Se la llevo… -balbuceo el.
Ismael se pregunto cuanto tiempo llevaria atrapado alli abajo, en la oscuridad.
– Se la llevo… -repitio Dorian, como si estuviese bajo los efectos de un influjo hipnotico.
– ?Quien se la ha llevado, Dorian? -pregunto Irene con fria serenidad-. ?Quien se ha llevado a mama?
Dorian les dirigio una mirada a ambos y sonrio debilmente, como si la pregunta que le formulaban fuese absurda.
– La sombra… -respondio-. La sombra se la llevo.
Las miradas de Ismael e Irene se encontraron. Ella respiro profundamente y puso las manos sobre los brazos de su hermano.
– Dorian, voy a pedirte que hagas algo que es muy importante. ?Me comprendes?
El asintio.
– Necesito que vayas corriendo al pueblo, a la gendarmeria, y que le digas al comisario que un accidente terrible ha ocurrido en Cravenmoore. Que mama esta alli, herida. Que vengan cuanto antes. ?Me has comprendido?
Dorian la observo, desconcertado.