– ?Que pasa? -pregunto Irene, advirtiendo el desconcierto que se habia apoderado de el.
El chico despego los labios para responder, pero se detuvo. Ella observo el corredor tras ellos. Un simple punto de luz en el extremo del tunel. El resto, tinieblas.
– Esta ahi -dijo el muchacho-. observandonos.
Irene se aferro a el. -?No lo sientes?
– No nos detengamos aqui, Ismael.
El asintio, pero su pensamiento estaba en otro lugar. Irene tomo su mano y lo condujo hasta la puerta de la habitacion. El chico no aparto los ojos del corredor a su espalda en todo el trayecto. Finalmente, cuando ella se detuvo frente a la entrada, ambos intercambiaron una mirada. Sin mediar palabra, Ismael poso la mano sobre el pomo y lo hizo girar lentamente. La cerradura cedio con un debil chasquido metalico y el propio peso de la gruesa lamina de madera hizo que la puerta se desplazase hacia adentro, girando sobre los goznes.
Una bruma tenida de azul evanescente velaba la habitacion, apenas interrumpida por los destellos escarlatas que emanaban del fuego.
Irene avanzo unos pasos hacia el interior de la estancia. Todo estaba como lo recordaba. El gran retrato de Alma Maltisse brillaba sobre el hogar y sus reflejos se esparcian por la densa atmosfera de la camara, insinuando los contornos de las cortinas de seda transparente que rodeaban el palanquin del lecho. Ismael cerro cuidadosamente la puerta tras ellos y siguio a Irene.
El brazo de la muchacha lo detuvo. Senalo una butaca orientada frente al fuego, de espaldas a ellos. De uno de los brazos pendia una mano palida, caida sobre el suelo como una flor marchita.
Junto a ella brillaban los fragmentos rotos de una copa sobre una lamina de liquido, perlas candentes sobre un espejo. Irene sintio que el corazon se le aceleraba en el pecho. Solto la mano de Ismael y se acerco paso a paso a la butaca. La claridad danzante de las llamas ilumino su rostro aletargado: Simone.
Irene se arrodillo junto a su madre y tomo su mano. Durante unos segundos fue incapaz de encontrarle el pulso.
– Dios mio…
Ismael se apresuro hasta el escritorio y cogio una pequena bandeja de plata. Corrio hasta Simone y la coloco frente a su rostro. Una tenue nube de vaho tino la superficie de la placa. Irene respiro profundamente.
– Esta viva -dijo Ismael, observando el rostro inconsciente de la mujer y creyendo ver en ella a una Irene madura y sabia.
– Hay que sacada de aqui. Ayudame.
Cada uno se aposto a un lado de Simone y, rodeandola con sus
Apenas la habian levantado unos centimetros cuando un susurro profundo, escalofriante, se oyo en el interior de la habitacion. Ambos se detuvieron y miraron a su alrededor. El fuego proyectaba multiples visiones fugaces de sus
– No perdamos tiempo -lo urgio Irene. Ismael izo de nuevo a Simone, pero esta vez el sonido se oyo mas proximo y sus ojos lo rastrearon. ?La lamina del retrato! En un instante, el velo que recubria el oleo se combo en una plancha de oscuridad liquida, adquiriendo volumen y desplegando dos largos brazos acabados en garras afiladas como estiletes.
Ismael trato de retirarse, pero la sombra salto desde la pared como un felino, trazando una trayectoria en la penumbra y posandose a su espalda. Por un segundo, lo unico que el muchacho pudo ver fue su propia sombra observandolo. Despues, del contorno de su propia silueta emergio otra que crecio gelatinosamente hasta engullir completamente su propia sombra. El muchacho sintio que el cuerpo de Simone se le resbalaba de los brazos. Una poderosa garra de gas helado le rodeo el cuello y lo lanzo contra la pared con una fuerza incontenible.
– ?Ismael! -grito Irene.
La sombra se volvio hacia ella. La joven corrio hacia el otro extremo de la habitacion. Las sombras a sus pies se cerraron sobre ella dibujando una flor mortal. Sintio el contacto helado, estremecedor, de la sombra envolviendo su cuerpo y paralizando sus musculos. Trato de forcejear inutilmente mientras contemplaba horrorizada como, desde el techo, se desprendia un manto de oscuridad que tomaba la forma del rostro familiar de Hannah. La replica espectral le dirigio una mirada de odio y los labios de vapor dejaron entrever largos colmillos humedos y relucientes.
– Tu no eres Hannah -dijo Irene, con un hilo de voz.
La sombra la abofeteo y un corte se abrio sobre su mejilla. En un instante, las gotas de sangre que afloraban de la herida fueron absorbidas por la sombra, como si una fuerte corriente de aire las aspirase. Un espasmo de nausea la golpeo. La sombra blandio dos dedos largos y puntiagudos, como dagas, frente a sus ojos, aproximandose.
Ismael oyo aquella voz ronca y malefica mientras se incorporaba de nuevo, aturdido por el golpe. La sombra sostenia a Irene en el centro de la habitacion, dispuesta a aniquilada. El muchacho grito y se abalanzo contra la masa. Su cuerpo la atraveso y la sombra se escindio en miles de diminutas gotas que cayeron sobre el suelo en una lluvia de carbon liquido. Ismael levanto a Irene y la retiro del alcance de la sombra. Sobre el pavimento, los fragmentos se unieron en un torbellino que sacudio las piezas del mobiliario que la rodeaban y las propulso hacia paredes y ventanas, convertidas en proyectiles mortales.
Ismael e Irene se tiraron al suelo. El escritorio atraveso una de las cristaleras y la pulverizo. Ismael rodo sobre Irene, cubriendola del impacto. Cuando alzo de nuevo la vista, el torbellino de oscuridad se estaba solidificando. Dos grandes alas negras se extendieron y la sombra emergio, mayor que nunca y mas poderosa. Alzo una de sus garras y mostro la palma abierta. Dos ojos y unos labios se desplegaron sobre ella.
Ismael extrajo de nuevo su cuchillo y lo blandio frente a el, situando a Irene a su espalda. La sombra se alzo y se desplazo hacia ellos. Su garra asio la hoja del cuchillo. Ismael percibio la corriente helada ascendiendo por sus dedos y su mano, paralizandole el brazo.
El arma cayo al suelo y la sombra envolvio al chico. Irene trato de asirlo en vano. La sombra conducia a Ismael hacia el fuego.
Justo entonces, la puerta de la estancia se abrio y la silueta de Lazarus Jann aparecio en el umbral.
La luz espectral que emergia del bosque se reflejo sobre el parabrisas del coche de la gendarmeria, que abria la formacion. Tras el, el vehiculo del doctor Giraud y una ambulancia reclamada del dispensario de La Rochelle cruzaban la carretera de la Playa del Ingles a toda velocidad.
Dorian, sentado junto al comisario jefe, Henri Faure, fue el primero en advertir el halo dorado que se filtraba entre los arboles. La silueta de Cravenmoore se adivino tras el bosque, un gigantesco carrusel fantasmal entre la niebla.
El comisario fruncio el ceno y observo aquella vision que jamas habia contemplado en cincuenta y dos anos de vida en aquel pueblo.
– ?Mas de prisa! -insto Dorian.
El comisario miro al muchacho y, mientras aceleraba, empezo a preguntarse si la historia de aquel supuesto accidente tenia algo de cierta.
– ?Hay algo que no nos hayas dicho?
Dorian no respondio y se limito a mirar al frente.
El comisario acelero a fondo.
La sombra se volvio y, al ver a Lazarus, dejo caer a Ismael como un peso muerto. El muchacho golpeo contra el suelo con fuerza y profirio un grito ahogado de dolor. Irene corrio a socorrerlo. -Sacalo de aqui -dijo Lazarus, avanzando lentamente hacia la sombra, que se retiraba.
Ismael noto una punzada en un hombro y gimio. -?Estas bien? -pregunto la muchacha.
El chico balbuceo algo incomprensible, pero se incorporo y asintio. Lazarus les dirigio una mirada impenetrable.
– Llevaosla y salid de aqui -dijo.
La sombra susurraba frente a el como una serpiente al acecho. De pronto salto hacia el muro y el retrato la absorbio de nuevo.
– ?He dicho que os marcheis de aqui! -grito Lazarus.
Ismael e Irene cogieron a Simone y la arrastraron hacia el umbral de la habitacion. Justo antes de salir, Irene se volvio a mirar a Lazarus y vio como el fabricante de juguetes se acercaba al lecho protegido por los velos y los