esperar?»
A lo largo del ano, ella se habia preguntado en alguna que otra ocasion si seria capaz de tener una relacion intima con otro hombre. Seguia sin saberlo. Tal vez porque no se habia cruzado con ninguno que la atrajese lo suficiente.
El hecho de que Staffan no manifestase la menor sorpresa al ver que ella tardaba en volver le causaba tanto enojo como decepcion. «Hubo un momento en la vida en que aprendimos a no profundizar demasiado en la vida espiritual del otro. Todos necesitamos un espacio al que nadie mas pueda acceder; pero eso no debe conducirnos a la indiferencia. ?Acaso es eso lo que nos esta pasando?», se pregunto. «?Habremos llegado ya a ese extremo?»
No lo sabia, pero sentia que la necesidad de mantener con Staffan una conversacion al respecto se hacia mas inminente cada dia.
En su habitacion habia un aparato para hervir agua y se preparo una taza de te antes de sentarse a estudiar el mapa que le habia enviado Karin Wiman. La habitacion estaba en semipenumbra, tan solo iluminada por una lampara que habia junto a la silla, y por la luz que despedia la pantalla del televisor encendido con el volumen al minimo. Aquel mapa no resultaba facil de interpretar, pues la copia era bastante mala. Busco la Ciudad Prohibida y la plaza de Tiananmen. Todo aquello le trajo a la memoria un sinfin de recuerdos.
Birgitta Roslin dejo el mapa y penso en sus hijas, en la edad que tenian. La conversacion con Karin Wiman le recordo quien habia sido en otro tiempo. «Aun presente y, al mismo tiempo, tan lejana», se dijo. «Ciertos recuerdos se presentan nitidos; otros, mas debiles, cada vez mas borrosos. Hay personas que significaron mucho para mi en aquella epoca y cuyo rostro apenas puedo reconstruir mentalmente. Otras, menos significativas, las veo con total claridad. Los recuerdos se superponen, vienen y van, crecen y se encogen, pierden y recobran su importancia.
»Sin embargo, jamas podre negar que fue una epoca decisiva en mi vida. En medio de todo lo que entonces era un caos de ingenuidad, yo creia que el camino hacia un mundo mejor pasaba por la solidaridad y la liberacion. Jamas podre olvidar la sensacion de estar en el centro del mundo, justo en el momento en que era posible cambiar las cosas.
«Aun asi, nunca llegue a ser consecuente con mis ideas de entonces. En mis peores momentos, pense como una traidora. Incluso con mi madre, que me animaba a ser contestataria. Al mismo tiempo, si he de ser sincera, mi voluntad politica solo fue una especie de barniz con el que cubrir mi existencia. ?Un barniz sin brillo cubria a Birgitta Roslin! Lo unico que cobro fuerza en mi fue la lucha constante por ser una jueza honrada. Nadie puede quitarme esa satisfaccion.»
Se tomo el te mientras planificaba lo que haria al dia siguiente. Volveria a llamar a la puerta de la comisaria para comunicarles sus descubrimientos. En esta ocasion, no les quedaria mas remedio que escucharla, en lugar de ignorar lo que tenia que contarles. En realidad no habian avanzado lo mas minimo en la investigacion. Cuando se registro en el hotel, oyo que algunos de los alemanes que se alojaban alli comentaban los sucesos de Hesjovallen. La noticia habia traspasado las fronteras del pais. «Una verguenza para la inocente Suecia», se dijo. «El asesinato masivo no es propio de este pais. Esas cosas solo suceden en Estados Unidos o, alguna que otra vez, en Rusia. Suelen ser locos, sadicos o terroristas. Pero esas cosas nunca sucedian aqui, en un remoto y pacifico bosque sueco.»
Intento calibrar si le habia bajado la tension. Eso creia, al menos. Le sorprenderia que el medico no le permitiese volver al trabajo.
Birgitta Roslin penso en los juicios que la aguardaban al tiempo que se preguntaba como habrian ido aquellos que les habian derivado a sus colegas.
De repente, sintio prisa por volver. Debia regresar a casa, a su vida normal, aunque en muchos aspectos fuese una vida vacia e incluso aburrida. No podia pedir que alguien cambiase la situacion si ella misma no se esforzaba de algun modo.
En la oscuridad parcial de la habitacion del hotel decidio organizar una gran fiesta para el cumpleanos de Staffan. Por lo general, ninguno de los dos se esforzaba gran cosa por celebrar los aniversarios del otro. Tal vez hubiese llegado el momento de cambiar ese comportamiento…
Al dia siguiente, cuando llego a la comisaria, aun seguia nevando. La temperatura habia descendido varios grados. Ante la puerta del hotel comprobo en el termometro que estaban a siete grados bajo cero. Aun no habian retirado la nieve de las aceras y caminaba despacio para no resbalar.
En la recepcion de la comisaria reinaba la calma. Un policia solitario leia el tablon de anuncios. La mujer de la centralita, inmovil en su silla, tenia la mirada perdida.
Birgitta Roslin sintio como si Hesjovallen, con todos sus cadaveres, fuese un cuento malevolo que alguien se hubiese inventado. Aquel crimen multiple no se habia cometido, era un fantasma ficticio que ya empezaba a difuminarse y a desaparecer.
En ese momento sono el telefono. Birgitta se acerco a la ventanilla y aguardo hasta que la telefonista hubo pasado la llamada.
– Hola, buscaba a Vivi Sundberg.
– Esta reunida.
– ?Y Erik Hudden?
– Tambien.
– ?Estan todos reunidos?
– Todos. Menos yo. Si es muy importante, puedo hacerles llegar el recado, pero tendras que esperar un buen rato.
Birgitta Roslin reflexiono durante un instante. Claro que lo que tenia que decirles era importante, tal vez incluso decisivo.
– ?Cuanto durara la reunion?
– Eso nunca se sabe. Con todo lo que ha sucedido, las reuniones duran a veces todo el dia.
La recepcionista le dio paso al policia que estaba leyendo el tablon de anuncios.
– Creo que se ha producido alguna novedad -dijo en voz muy baja-. Los investigadores llegaron esta manana a las cinco. Y el fiscal tambien.
– ?Que ha pasado?
– No lo se, pero sospecho que tendras que esperar un buen rato. Eso si, recuerda que yo no te he dicho nada…
– No, claro.
Birgitta Roslin se sento a hojear un periodico. De vez en cuando, un policia salia o entraba cruzando la puerta de cristal. Empezaron a aparecer periodistas y camaras de television. Solo faltaba que tambien llegase Lars Emanuelsson.
Dieron las nueve y cuarto y Birgitta Roslin cerro los ojos y apoyo la cabeza en la pared. Al oir una voz conocida dio un respingo. Era Vivi Sundberg. Parecia muy cansada y tenia los ojos marcados por profundas ojeras.
– Me han dicho que querias hablar conmigo.
– Si no es molestia.
– Lo es, pero doy por sentado que lo que te trae aqui es importante. A estas alturas, ya sabes cuales son las condiciones para que nos prestemos a escuchar.
Birgitta Roslin cruzo con ella la puerta de cristal en direccion a un despacho vacio en ese momento.
– No es el mio -explico Vivi Sundberg-, pero podemos hablar aqui.
Birgitta Roslin se sento en la incomoda silla destinada a las visitas mientras que Vivi Sundberg permanecia de pie, con la espalda apoyada contra una estanteria atestada de archivadores de color rojo.
Birgitta Roslin se armo de valor mientras pensaba que aquella era una situacion absurda. Vivi Sundberg ya habia decidido que lo que ella tuviese que contarle careceria de toda relevancia para la investigacion.
– Creo que he descubierto algo -comenzo-. Algo que quiza podriamos llamar una pista.
Vivi Sundberg la observo con rostro inexpresivo. Birgitta Roslin sintio que lo hacia para provocarla. Despues de todo, ella era jueza y no ignoraba que podia ser un dato pertinente e interesante para un policia inmerso en una investigacion criminal.
– Es posible que lo que tengo que decir sea tan importante que quiza deberias llamar a algun colega mas.
– ?Por que?
