– Estoy segura de ello.
Su tono fue tan convincente que surtio el efecto deseado. Vivi Sundberg salio al pasillo y, tras unos minutos, volvio con un hombre que no cesaba de toser y que se presento como el fiscal Robertsson.
– Soy el jefe de la investigacion previa. Segun Vivi, tienes algo importante que contarnos. Si no lo he entendido mal, eres jueza en Helsingborg, ?cierto?
– Asi es.
– ?Sigue alli el fiscal Halmberg?
– Ya se ha jubilado.
– Pero ?sigue viviendo en la ciudad?
– Creo que se ha ido a vivir a Francia, a Antibes.
– ?Que suerte! Tenia una debilidad casi infantil por los buenos habanos. En las salas en las que pasaba los recesos de los juicios, los miembros de los jurados solian desmayarse. Salian ahumados. Cuando se prohibio fumar, empezo a perder sus causas. Decia que se debia a la tristeza y a la anoranza que sentia por sus cigarros.
– Si, he oido esa historia.
El fiscal se sento junto al escritorio. Vivi Sundberg volvio a apoyarse en la estanteria. Y Birgitta Roslin empezo a dar detallada cuenta de sus descubrimientos. Sobre como reconocio la cinta roja y localizo su procedencia, y, mas tarde, como averiguo que un chino habia estado de visita en la ciudad. Dejo sobre la mesa la cinta de video junto con el folleto chino y les dio la traduccion del mensaje garabateado en caracteres chinos.
Cuando termino, nadie dijo una palabra. Robertsson la observaba con interes, Vivi Sundberg se escrutaba las manos. Despues, Robertsson tomo la cinta y se levanto.
– Echemosle un vistazo. Ahora mismo. Suena absurdo, pero quizas un asesinato absurdo exija una explicacion absurda.
Se encaminaron a la sala de reuniones donde una mujer de piel oscura recogia las tazas de cafe y bolsas de papel. Birgitta Roslin reacciono ante la rudeza con que Vivi Sundberg le dijo que se marchase. Con cierto esfuerzo y tras varias maldiciones, Robertsson logro poner en marcha el reproductor de video y el televisor.
Alguien llamo a la puerta. Robertsson dijo en voz alta que los dejasen en paz. Se entrevio a las rusas, que no tardaron en desaparecer, la imagen parpadeo y Wang Min Hao aparecio en escena, miro a la camara y dejo de verse. Robertsson rebobino y congelo la imagen en el instante en que Wang miraba a la camara. Tambien Vivi Sundberg se mostraba ahora interesada. Cerro las persianas de las ventanas mas proximas para que la imagen se viese mas nitida.
– Wang Min Hao -declaro Birgitta Roslin-. Si es que ese es su verdadero nombre. Aparece en Hudiksvall el doce de enero como salido de ninguna parte. Pasa la noche en un pequeno hotel despues de llevarse una cinta del farolillo de papel de un restaurante. Mas tarde, esa cinta es hallada en Hesjovallen. Ignoro de donde vino o adonde fue.
Robertsson se habia inclinado sobre la pantalla del televisor pero enseguida fue a sentarse. Vivi Sundberg abrio una botella de agua mineral.
– Curioso -declaro Robertsson-. Supongo que te habras asegurado de que la cinta roja es, en efecto, del restaurante.
– Las he comparado.
– Pero ?que esta pasando aqui? ?Acaso llevas una investigacion privada paralela a la nuestra? -pregunto airada Vivi Sundberg.
– No era mi intencion molestar -confeso Birgitta Roslin-. Se que teneis mucho que hacer. Resulta casi una mision imposible. Peor que la de aquel desquiciado que mato a un monton de gente en Malarangare a principios del siglo xx.
– John Filip Nordlund -dijo Robertsson ufano-. Un criminal de la epoca. Era como uno de nuestros jovenes
Vivi Sundberg no parecia impresionada por los conocimientos historicos de Robertsson y salio al pasillo.
– He pedido que traigan el farolillo del restaurante -dijo cuando regreso.
– No abren hasta las once -aclaro Birgitta Roslin.
– Este es un pueblo pequeno -observo Vivi Sundberg-. Iran a buscar al propietario y tendra que abrir.
– Pero procura que los sabuesos de la prensa no se enteren -le advirtio Robertsson-. ?Te imaginas los titulares? UN CHINO RESPONSABLE DE LA MASACRE DE HESJOVALLEN. SE BUSCA LOCO ORIENTAL.
– No lo creo, sobre todo despues de la conferencia de prensa de esta tarde -objeto Vivi Sundberg.
«O sea, que la joven de la centralita tenia razon», constato Birgitta Roslin para si. «Hay algo que piensan presentar hoy. De ahi que no muestren demasiado interes en mi historia.»
Robertsson sufrio un violento ataque de tos que le encendio el rostro.
– El tabaco -explico-. He fumado tantos cigarrillos en mi vida que, si los pusieramos en fila, cubririamos el trayecto desde el centro de Estocolmo hasta el sur de Sodertalje. A partir de Botkyrka, mas o menos, eran con filtro, aunque eso no mejora mucho la situacion.
– Bien, reflexionemos un poco -propuso Vivi Sundberg al tiempo que tomaba asiento-. Tu has provocado cierta inquietud e irritacion en la comisaria.
«Eso es por lo de los diarios», se dijo Birgitta Roslin. «Robertsson acabara encontrando un motivo por el que acusarme. No creo que sea por prevaricacion… Pero seguro que hay algun articulo que puede aducir…»
No obstante, Vivi Sundberg no dijo una palabra de los diarios y Birgitta Roslin intuyo de pronto cierta connivencia entre ellas pese a la actitud distante de la comisaria. Estaba claro que, para ella, lo sucedido no tenia por que llegar a conocimiento de Robertsson.
– Ni que decir tiene que lo comprobaremos -aseguro Robertsson-. De hecho, trabajamos sin ideas preconcebidas, pero no disponemos de mas pruebas de que un chino este implicado en esto.
– El arma del crimen, ?la habeis encontrado? -quiso saber Birgitta Roslin.
Ni Vivi Sundberg ni Robertsson respondieron a su pregunta. «La han encontrado», concluyo Birgitta Roslin. «Eso es lo que piensa revelar esta tarde. Claro que si, eso es.»
– Es algo de lo que no podemos hablar, por ahora -respondio Robertsson-. Espera a que nos traigan el farolillo y podamos comparar las cintas. Si coinciden, esta informacion formara parte integrante de la investigacion. La cinta de video nos la quedamos, por supuesto.
Dicho esto, tomo un bloc de notas en el que empezo a escribir de inmediato.
– ?Quien ha visto al hombre chino?
– La camarera del restaurante.
– Yo suelo comer alli. ?La joven o la vieja? ?O tal vez el quisquilloso del padre, que suele estar en la cocina? El que tiene una verruga en la frente…
– La joven.
– Si, la joven pasa de fingir que es timida y modosa a flirtear directamente. Yo creo que se aburre. ?Alguien mas?
– ?Alguien mas que?
Robertsson lanzo un suspiro.
– Querida colega. Nos has dejado a todos perplejos con el chino este que te has sacado de la manga. ?Quien lo ha visto? La pregunta no puede ser mas sencilla.
– El sobrino del propietario del hotel. No se como se llama, pero Sture Hermansson, el dueno, me dijo que en estos momentos se encuentra en el Artico.
– En otras palabras, esta investigacion esta adquiriendo unas proporciones geograficas descomunales. En primer lugar, nos vienes con un chino. Y ahora uno de los testigos se encuentra en el Artico. En
– Una limpiadora del hotel. Una rusa.
Robertsson respondio casi triunfal:
– ?No te lo decia yo? Ahora ya tenemos a Rusia. ?Su nombre?
