Gesoriaco. Si no hubiera sido por la inexorable eliminacion de los cabecillas del motin por parte de Narciso, no se habria acometido la invasion de Britania y lo que era aun peor, la autoridad del emperador habria disminuido de forma fatidica. Ya era bastante malo tener a gente como los Libertadores confabulando contra el emperador como para que encima los comandantes de un ejercito alentaran sin saberlo el malestar de los rangos inferiores. Si la segunda legion se negaba a cumplir sus ordenes mas tarde en aquella misma manana, ?cuanto tardaria en extenderse la noticia a las otras legiones? No mas de dos dias como mucho.
Y las ordenes eran claras. No daban ningun margen para la interpretacion. Vespasiano tendria que confiar en el criterio de su superior incluso cuando temia las consecuencias de hacerlo. Con un amargo suspiro de resignacion miro a su tribuno superior, decidido a recuperar su reputacion de comandante de los que no se detienen ante nada con tal de cumplir las ordenes.
– Informa primero a los oficiales del Estado Mayor. Van a estar ocupados durante las proximas horas. Yo hablare con los centuriones cuando este listo el plan. Quiero que los hombres coman bien; si el desembarco tiene exito, puede que pase algun tiempo antes de que puedan volver a comer como es debido. Encargate de que la cocina de campana de raciones dobles; pero no mas que eso o hundiran los transportes.
Era un mal chiste pero Vitelio se las arreglo para esbozar una breve sonrisa antes de saludar y abandonar la tienda del legado. Vespasiano se dejo caer en su taburete y maldijo a Plautio con toda la vehemencia que su frustracion y desesperanza pudieron reunir. Era perfectamente consciente de hasta que punto su estado de agotamiento condicionaba su estado de animo: ?cuando fue la ultima vez que habia dormido? Hacia dos dias, y solo fue un breve descanso entre el ataque de las fortificaciones del rio y cuando dio las ordenes para esa ultima fase del avance. Le dolia todo el cuerpo, le escocian los Ojos y le costaba mucho esfuerzo concentrarse. De algun insidioso recoveco de su mente surgio el deseo de cerrar los ojos solo un momento, no mas. Solo un momento para que desapareciera la sensacion de escozor. En cuanto se hizo la sugerencia sus parpados se cerraron y su cuerpo se abandono a la calida oleada de relajacion que el le permitio. Nada mas que un momento, se recordo a si mismo vagamente.
– ?Senor! -Alguien le zarandeaba el hombro con suavidad. En solo un instante Vespasiano se desperto por completo y se dio cuenta de lo que habia ocurrido. Desato en silencio su furia contra si mismo. El ordenanza que lo habia despertado retrocedio respetuosamente ante su airada expresion. ?Cuanto tiempo habia dormido? No oso preguntarselo al ordenanza, que sospecharia de una debilidad muy humana en su legado. Al dirigir la mirada mas alla de aquel hombre, Vespasiano vio que un palido resplandor bordeaba la parte inferior de la tienda y se filtraba por las rendijas de los faldones cerrados. Por lo tanto, no hacia mucho que habia amanecido. Con eso su verguenza se mitigo.
– ?Estan reunidos mis oficiales? -Si, senor. Le estan esperando en la tienda de oficiales, Algunos todavia no han regresado del pantano, pero en cuanto lleguen les dire que acudan ante usted, senor.
– Muy bien. Ahora dejame solo. El ordenanza saludo y desaparecio en silencio por entre los faldones de la tienda. Al instante, Vespasiano se pego un punetazo en la pierna y se maldijo con amargo reproche. ?Mira que quedarse dormido en un momento como aquel! Haber cedido ante tal debilidad cuando su reputacion y la de su legion iban a ponerse a prueba de forma extraordinaria. Era algo imperdonable y decidio fervientemente no dejar que volviera a ocurrir.
Se puso en pie, se aliso la tunica y se dirigio hacia el pequeno jarro y el cuenco de bronce que habia en una esquina. Se vacio el contenido del jarro en la cabeza. Lo habian llenado de agua sacada directamente del rio durante la noche y todavia estaba lo bastante fresca para que sus sentidos pudieran volver a un estado mas consciente. Se enderezo se seco y se peino el mojado cabello negro con las manos para ponerlo en su sitio. Una rapida ojeada al espejo de bronce pulido revelo una barba de tres dias que le raspo la palma de la mano cuando se la paso por la mejilla. La barba, los Ojos hundidos y su demacrado semblante se combinaban para darle el aspecto de uno de esos pobres desgraciados de los bajos fondos que mendigaban en el exterior del Circo Maximo de Roma. Pero no habia tiempo para un arreglo cosmetico y se consolo pensando que sus oficiales del Estado Mayor tendrian un aspecto igual de descuidado.
Cuando levanto el faldon de la portezuela de su tienda, Vespasiano vio que el amanecer ya estaba muy avanzado; el palido disco de color naranja pendia justo encima del horizonte, ligeramente envuelto en las volutas de humo de las hogueras que se extinguian. Algunos de los soldados ya hablaban y tosian en el frio aire del alba mientras los centuriones y sus optios empezaban a despertar al resto. La renuencia de los hombres a moverse y empezar la rutina diaria de la vida de la legion era palpable y Vespasiano se obligo a saludarlos alegremente al pasar.
Los centuriones y tribunos de la legion alli congregados se pusieron de pie con fria formalidad cuando Vespasiano entro en la tienda del cuartel general. Con un gesto de la mano les indico que volvieran a sus taburetes. Fue entonces cuando vio a Vitelio, bien afeitado y vestido con una tunica limpia. Aunque al hombre se le veia cansado, el contraste con los otros oficiales y con el mismo llamaba la atencion y el antiguo antagonismo hacia Vitelio afloro a su corazon.
– Me temo que no hay tiempo para ceremonias, caballeros -dijo Vespasiano al tiempo que se inclinaba sobre la mesa de mapas y se apoyaba en ella con los dedos extendidos--.
El general ha decidido que la batalla siga adelante y nos ha vuelto a tocar un papel destacado.
Aunque los tribunos ya se imaginaban que habria malas noticias, no pudieron evitar unos grunidos de consternacion ante la perspectiva de mas lucha.
– Antes de que nadie lo pregunte, el general es consciente de nuestras condiciones y la orden de ataque prevalece.
– ?Por que nosotros, senor? -pregunto el tribuno Plinio. -Porque estamos aqui, Plinio. Tan simple como eso.
– Pero la vigesima apenas tiene ni un rasguno -insistio Plinio en un tono amargo que obviamente reflejaba el estado de animo de los demas oficiales, muchos de los cuales asintieron con la cabeza y mascullaron en senal de aprobacion. Vespasiano compartia su resentimiento totalmente, sobre todo despues de todo por lo que habia pasado la segunda legion ultimamente y todo lo que habian conseguido. Pero su rango exigia un estoico acatamiento de las ordenes.
– La vigesima quedara de reserva. Plautio quiere mantener a una unidad intacta para hacer frente a posibles contraataques y para que sean la punta de lanza de cualquier avance que podamos realizar. -Eso era muy cierto, reflexiono Vespasiano: no menciono que utilizarian a la segunda para agotar al enemigo. La guerra de desgaste era una tactica que costaba digerir cuando los efectivos que iban a reducirse eran tus propios soldados.
El tribuno Plinio todavia no se habia calmado. -Si es que llevamos a cabo algun avance -dijo enojado-. A este ritmo, senor, estaremos todos muertos antes de que la vigesima pierda un solo hombre.
– Tal vez. o tal vez no. Pero las ordenes se van a cumplir, tribuno -replico Vespasiano con firmeza-. Si hay alguien aqui que no quiera tomar parte en esto, aceptare gustoso su renuncia… despues del asalto.
Se oyo un murmullo de risas contenidas en la tienda y el tribuno se sonrojo.
– Entonces bien, caballeros. Vamos a los detalles. El clima de relajacion desaparecio rapidamente y los centuriones y tribunos centraron su atencion en Vespasiano.
– La armada tiene que unirse a nosotros esta manana. El general ha facilitado un trirreme para proporcionar apoyo al desembarco y diez transportes para conducir a la legion al otro lado del Tamesis. Tal como habran calculado ya los mas listos de entre vosotros, tendremos que hacer tres viajes para llevar al otro lado lo que queda de la legion. Eso significa que el primer grupo debera ocupar la zona de desembarco hasta que el resto pueda anadirse al ataque. Si las cosas van mal no habra ninguna posibilidad de retirada, los transportes habran ido en busca del siguiente grupo. -Vespasiano hizo una pausa para dejar que el asunto les entrara en la cabeza-. Como ustedes comprenderan, caballeros, la primera oleada bien podria resultar una mision suicida. Bien, no quiero ordenar a nadie que cruce en los primeros transportes, asi que voy a pedir voluntarios. -Levanto la vista y echo un rapido vistazo›por la estancia. Algunos de los oficiales evitaron su mirada mientras que otros se revolvieron nerviosos en sus asientos. Los ojos de Vespasiano se posaron en un brazo alzado en la parte de atras de la tienda que se mantenia recto apuntando al cielo. Dentro de la tienda la luz todavia era debil y los cansados ojos del legado no distinguian la identidad del oficial.
– ?Levantate! El oficial se puso en pie entre los murmullos de asombro de los demas.
– Te estas ofreciendo voluntario para ir en el primer grupo? -pregunto Vespasiano, que apenas pudo ocultar la sorpresa en su voz.
– Si, senor. En la primera embarcacion del primer grupo. -?Y crees que tus hombres se sentiran con animos?