– ?Has oido hablar de los Libertadores, Flavia? -Por supuesto. Hace meses que circulan disparatados rumores acerca de ellos. ?Pero eso que tiene que ver conmigo?

Vespasiano bajo la mirada y cuando volvio a hablar, su voz tenia un timbre de gravedad.

– Flavia, se que estuviste implicada en el complot contra el emperador. Se que trabajabas con los que trataban de hacer que el ejercito se amotinara antes de que empezara la invasion. Tu intentaste ocultarmelo, pero ahora lo se todo.

Conspirar con los llamados Libertadores ya era bastante grave pero, ?como pudiste involucrar a Tito en tu traicion? ?Como pudiste? ?A tu propio hijo? Tambien se que intentaste hacer que mataran a Narciso. ?Y en que andais ahora tu y tus amigos libertadores? ?En abastecer de armas a nuestros enemigos!

conspirar para asesinar al em…

– ?Esto es ridiculo! -exclamo Flavia bruscamente-. ?De que locura proviene todo este veneno?

– De ti, mi esposa. -Estas loco.

– No, solo ciego -dijo Vespasiano en voz baja--. Hasta hace poco.

Flavia se sento muy erguida, dispuesta a reanudar sus protestas, pero Vespasiano le dio un golpe con el dedo, senalandola.

– ?No! Dejame terminar. Nunca habria dudado de ti, nunca. Creia que eramos del mismo parecer, que teniamos el mismo proposito en la vida. Confiaba en ti hasta en el mas minimo detalle. Entonces, cuando me revelaron tus confabulaciones, pense que las acusaciones eran ridiculas. Pero cuando me obligue a reconstruir los pormenores, tu culpabilidad resulto incuestionable. ?Oh, Flavia! ?Si supieras el dano que me has hecho! _?Quien te lo dijo? ?Quien me acusa?

– Eso no importa. -Claro que importa. Y eres tan ingenuo de fiarte de la palabra de otra persona. Creerias a otro antes que a tu mujer.

– Creo a mi propio entendimiento. He tenido que considerarlo todo detenidamente por mi mismo.

– Esposo, ?no se te ocurrio cuestionar los motivos de la persona que hizo que cuestionaras los mios? ?Por que querrian plantar tales semillas de duda en tu pensamiento? Si me revelas la fuente de esas falsas acusaciones, tal vez sea capaz de explicar su verdadero proposito.

La sinceridad de su expresion y de su voz hizo que Vespasiano se interrumpiera. ?Era aquel el indicio de inocencia que el buscaba? ?Podria estar realmente libre de culpa? ?Podria ser que sus deliberaciones sobre la traicion de Flavia estuvieran totalmente equivocadas despues de todo?

– El nombre -insistio ella. ?Por que tenia tanto empeno en que le dijera el nombre?, se pregunto Vespasiano. Sin duda, si era inocente, aquel nombre importaba mucho menos que el contenido de las acusaciones. Entonces se le paso por la cabeza que el verdadero motivo por el que queria conocer ese nombre podria ser la venganza, o la intencion de acabar con la fuente de las acusaciones para proteger a aquellos que incriminaba.

– No hay ninguna necesidad de que sepas el nombre. -Si que la hay, esposo. Ya te dije por que. -Habia pensado que tendrias mas interes en convencerme de tu inocencia que de la culpabilidad de otra persona, lo que hubiera parecido lo mas natural.

– Entiendo. -Flavia se echo hacia atras, apartandose de el y contemplo a su marido con frialdad mientras consideraba el paso siguiente-. ?Crees que soy antinatural, una especie de monstruo? ?El mismo monstruo que le dio la vida a tu hijo!

– ?Ya es suficiente, Flavia! -Vespasiano estaba demasiado agotado como para seguir con una disputa de esa indole. Se apartaba demasiado del ambito de la discusion que el habia previsto

Se habia forjado la ilusion de que conocia lo suficiente a Su esposa como para detectar cualquier falsedad. El habia planteado sus acusaciones y ella las habia negado, pero seguia queriendo tener claro si estaba o no relacionada con los Libertadores.

– Mira, yo tengo que preguntartelo. Tengo que saber en que andas metida. Si estas cooperando con los enemigos del Emperador, en la medida que sea, debes decirmelo. Hare cuanto pueda para protegerte de las consecuencias. No soy idiota, Flavia. Si hay alguna manera de ocultar el asunto a los agentes de Narciso, lo hare. Es mejor mantener en secreto la culpabilidad que exponerse peligrosamente. Pero debes jurarme que interrumpiras todo contacto con esos traidores y que nunca volveras a tratar con ellos. Cuentamelo todo, jurame eso y nunca dire nada. -Se la quedo mirando fijamente para evaluar el efecto de sus palabras y espero su respuesta.

Flavia le tomo la mano y se la llevo al pecho.

– Esposo, juro por mi vida que no tengo nada que ver con los Libertadores. Lo juro.

Vespasiano queria creerla. Lo deseaba con todas sus fuerzas pero, a pesar del juramento de Flavia, en el fondo, una pequena reserva de duda lo inquietaba de forma misteriosa y no iba a quedarse convencido. _Muy bien. Aceptare tu palabra. Y lo hare con mucho gusto. Pero, Flavia, si me estas tratando como a un estupido y alguna vez lo descubro…

Las amenazas no eran necesarias. Se dio cuenta de que ella ya sabia cuales iban a ser las consecuencias de un descubrimiento como aquel. Flavia le devolvio su perspicaz mirada un instante antes de asentir con un solemne movimiento de la cabeza.

– Entonces nos entendemos el uno al otro. -Vespasiano le apreto la mano para que estuviera segura de sus sentimientos, fuera lo que fuera lo que ocurriera entre los dos-. Y ahora, estoy cansado, muy cansado. ?Hay sitio para dos en esta cama?

– Claro que si, esposo. -Bien. No sabes cuanto he echado de menos dormir entre tus brazos.

– Lo se -susurro Flavia. Vespasiano se quito la tunica por la cabeza y se inclino para desabrocharse los cordones de las botas. Mientras se desnudaba, Flavia le rozo la espalda con unos dedos vacilantes y se la acaricio suavemente de esa manera que sabia que a el le gustaba. Pero aquella noche no habria pasion. Entre ellos habia habido demasiada incertidumbre y dolor. Vespasiano se deslizo bajo la sabana y beso a su esposa en la frente con dulzura. Ella espero por si hacia algo mas, pero los ojos de Vespasiano se cerraron y pronto su respiracion adquirio un ritmo profundo y acompasado.

Ella se lo quedo mirando un rato, luego se dio la vuelta y arqueo el cuerpo con delicadeza para acomodarlo en la curva del de su marido, sintio el aspero roce del vello de sus genitales contra la suave piel de sus nalgas. Pero no hubo placer en aquel reencuentro con su marido y, mucho despues de que este se hubiera quedado dormido, ella seguia despierta, sumamente preocupada. Le dolia haber enganado a su esposo, pero habia realizado un juramento anterior por la vida de su hijo al que debia dar prioridad. Los Libertadores exigian un secreto absoluto y amenazaban con la mas terrible de las venganzas con aquellos que no lo mantuvieran. Aunque los habia servido fielmente durante dos anos, al final, el terror diario a ser descubierta fue demasiado para poder soportarlo. Ya no colaboraba con los Libertadores y en eso habia sido honesta con su marido. Aun asi, se habia enterado de lo suficiente para saber que el suministro de armas a los britanos lo habian organizado los Libertadores cuando el anterior emperador, el demente Caligula, habia decidido invadir Britania. El plan siempre habia sido poner trabas a cualquier campana que pretendiera potenciar el prestigio imperial. Con cada una de las derrotas militares y todas las campanas de murmuraciones que se lanzaran a las calles de Roma se iria minando gradualmente la credibilidad de la familia imperial. Al final, la plebe le rogaria a la aristocracia que se hiciera con el control del Imperio. Ese seria el mayor logro de los Libertadores.

Flavia habia terminado dandose cuenta de que aquel dia estaba muy lejano. Las pocas personas que conocia que habian estado vinculadas a la organizacion secreta estaban muertas, y Flavia no queria compartir su suerte. Habia dado un mensaje cifrado al punto de contacto habitual Romano: una caja numerada en la oficina de un agente de correos en el Aventino. Flavia sencillamente habia escrito que ya no iba a colaborar mas con su causa. Sabia que era poco probable que los Libertadores aceptaran su retirada con la misma facilidad con la que ella la habia presentado. Tendria que mantenerse alerta.

A Flavia le causo una profunda consternacion que Vespasiano hubiera descubierto su implicacion con los Libertadores. Y si el lo habia hecho, ?quien mas? ?Narciso? Pero si el primer secretario lo supiera a esas alturas ya estaria muerta. A menos que el liberto estuviera llevando a cabo un Juego mas intrincado y la utilizara como cebo para atraer a otros miembros de la conspiracion.

CAPITULO XLI

',Alejado de los festejos en honor del emperador, Cato estaba siguiendo la ronda por el fuerte que tenia

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