– Supongo que es guapo de alguna manera. Es alto y flaco, no hay duda, pero tiene unos ojos preciosos. Muy expresivos. Y tambien habia algo muy triste en el. Siempre parecia estar preocupado por como lo veian los demas, nunca se sentia comodo consigo mismo. Tal vez me dio lastima.

– No es precisamente un motivo adecuado para acostarse con el -protesto Vitelio.

– ?Oh, vamos! -Lavinia le dio un golpecito con el puno en el pecho-. ?Por que no tendria que dormir con el? Me gusto. Y no tenia muchas oportunidades de verte mientras vivia con mi senora Flavia. ?Que se suponia que debia hacer?

– Esperar hasta que yo encontrara una manera de sacarte de alli.

– Entonces hubiera tenido que esperar para siempre. Si ahora estoy aqui unicamente es porque consegui zafarme de mi senora. Si supiera donde estoy me daria una paliza que no olvidaria en mucho tiempo.

– ?Estas segura de que no sabe que estas aqui? -Claro que no. Le dire que fui a dar un paseo y que a la vuelta me perdi. Sospechara, pero dudo mucho que adivine la verdad.

– ?Aunque nos viera juntos el otro dia? Lavinia le presiono el pecho con el dedo.

– Le conte que me habias abordado y que yo te habia dicho que me dejaras en paz porque amaba a Cato.

– ?Y te creyo? -Vitelio parecia esceptico.

– ?Por que no iba a hacerlo? Y ahora, ?podemos hablar de otra cosa? Esta preocupacion que teneis los hombres por la lealtad fisica de vuestras mujeres es tediosa. Es como si vosotros vivierais segun otros principios.

– Muy bien, de acuerdo -respondio Vitelio al tiempo que tiraba de ella para ponerla sobre su cuerpo y la besaba con una apasionada intensidad que sorprendio a Lavinia. Ella cerro los ojos y se abandono a ese momento, inhalo su aroma y casi se marco del deseo que le provocaba tal proximidad fisica. Cuando se aparto de su rostro y abrio los ojos, noto la dureza de su pene contra el muslo.

– Crei que habias dicho que no te sentias con fuerzas. -Sabes como despertar el deseo en un hombre. -Vitelio sonrio y deslizo la mano hacia el interior de los muslos de Lavinia-. Veamos que se puede hacer.

Mas tarde, despues de la puesta de sol, un esclavo entro en la tienda y encendio las lamparas en silencio antes de desaparecer. Bajo la palida luz de los candiles Lavinia se levanto de la cama y bostezo al tiempo que estiraba sus esbeltos brazos por encima de la cabeza. El movimiento hizo que sus pechos se levantaran y Vitelio alargo el brazo y rodeo uno de ellos con la mano, maravillandose ante su suave tersura. Lavinia le permitio continuar un momento antes de apartarlo de un manotazo.

– ?Eh, tu, ya esta bien! Tengo que volver a mi tienda. -?Cuando volvere a verte?

– Manana, despues del banquete del Cesar, nos encontraremos aqui.

– ?Seguro que asistiras al banquete? -pregunto Vitelio. -Si, para servir a mi senora y al legado. Pero me muero de ganas de ver los entretenimientos que ha preparado el emperador. Seguro que es todo un espectaculo. -Lavinia recogio su tunica del suelo, donde habia caido en los primeros momentos y se la paso por la cabeza. Vitelio la observo con sus ojos oscuros y frios y la cabeza apoyada en una almohada cilindrica de seda.

– Lavinia, necesito que me hagas un favor.

La cabeza de la muchacha asomo por la parte superior de la tunica y ella tiro de los mechones de su cabellera para sacarlos del escote.

– ?Que clase de favor? -Es una sorpresa para el emperador. Necesito que manana por la noche lleves algo al banquete para mi.

– ?Que es? -Esta alli, encima de aquella mesa -dijo tranquilamente al tiempo que senalaba hacia una mesa baja, negra y con la superficie de marmol que habia en una esquina en el otro extremo de la tienda. Lavinia fue hacia alli y cogio un objeto que, al alzarlo, brillo bajo la luz que proyectaban las lamparas de aceite. Era una daga, metida en una vaina de plata con incrustaciones de oro con unos arremolinados disenos celticos entre los cuales habia engastados unos rubies rojos como la sangre. El mango de la daga era de color negro azabache y tan brunido que brillaba intensamente, con un enorme rubi engarzado en el oro del extremo del pomo.

– ?Es preciosa! -se maravillo Lavinia-. Nunca he visto nada parecido. Nunca. ?Donde la conseguiste?

– Me la mando mi padre. Es un regalo para el emperador. Me dijo que se la entregara en cuanto hubiesemos capturado Camuloduno. Traela aqui.

Lavinia volvio hacia la cama llevando la daga con reverencia.

– ?Que cosa tan bonita! Al emperador le encantara. -Eso es lo que mi padre espera. Y yo creo que es la clase de regalo que es mejor ofrecer en una ocasion especial. Asi que pense que podria darselo al emperador en el punto algido de las celebraciones de manana, ante todos sus invitados, para que vean la reaccion de Claudio ante la muestra de lealtad y afecto de mi padre.

– Se moriran de celos. -Eso es exactamente lo que pense -dijo Vitelio-. Por eso necesito que me hagas un favor.

– ?Que clase de favor? -Necesito que lleves esto al banquete por mi. No esta permitido llevar ningun tipo de arma en presencia del emperador. Su escolta registrara a todos los invitados formales, pero puedes entrar en el banquete por la cocina. Lo unico que tienes que hacer es esconderla asi. -Le metio la mano por debajo de la tunica y apreto la vaina contra el interior de su muslo. Lavinia dio un grito ahogado y se rio-. Tendras que sujetarla para que no se caiga. Nadie sabra que esta ahi.

Lavinia volvio a coger la vaina y la contemplo con una expresion preocupada.

– ?Que ocurre? -?Que pasa si me registran y me la encuentran? -No te preocupes, Lavinia. Yo estare ahi cerca. Si pasa algo parecido antes de que puedas darmela, intervendre y lo explicare todo.

Lavinia lo miro de hito en hito. -?Y si no lo haces?

La expresion en el rostro de Vitelio se transformo en una mezcla de dolor y enojo.

– ?Por que iba a querer meterte en problemas? -No lo se.

– Exactamente. No es muy probable que ponga en peligro a la mujer que amo, ?no es cierto? -La rodeo con sus brazos, la acerco hacia su pecho y espero a sentir la relajacion de su cuerpo para continuar hablando-. Una vez estes dentro sirviendo a Flavia y a Vespasiano, vendre y recuperare la daga tan rapidamente como pueda.

– ?Espero que no de una forma demasiado publica! -Claro que no. No seria correcto que un miembro de mi clase fuera visto manoseando a una esclava a la vista de todos.

– Gracias por preocuparte por mi reputacion -replico Lavinia con resentimiento.

– Solo bromeaba, carino. Tendremos que encontrar algun lugar tranquilo para que pueda recuperarla. -La estrecho carinosamente entre sus brazos-. ?Lo haras por mi? Significara mucho para mi padre, y me ayudara en mi carrera.

– ?Y yo que saco con ello? -En cuanto tenga mi parte del botin de guerra te prometo que te comprare a Flavia. Despues nos encargaremos del asunto de tu manumision.

– Muy buena idea. ?Pero por que iba a querer venderme Flavia?

– No creo que fuera muy sensato negarmelo -respondio Vitelio en voz baja-. Ademas, puedo presentarte al emperador durante el banquete y pedirle que te convierta en mi recompensa por haber salvado a la segunda legion de Togodumno. Vespasiano no podria negarse a ello. Pareceria terriblemente desagradecido por su parte. Tu espera a que te haga una senal y entonces ven directamente hacia mi.

– Lo tienes todo calculado, ?no es cierto? -dijo Lavinia con el ceno fruncido.

– Oh, si. -?Y despues que?. -pregunto Lavinia, en cuyos ojos brillaba la esperanza.

– ?Despues? -Vitelio tomo su mano, se la llevo a la boca y beso su piel suave-. Despues podriamos causar un poco de escandalo y casarnos.

– Casarnos… -susurro Lavinia. Le echo los brazos al cuello y lo apreto contra ella con todas sus fuerzas-. ?Te quiero!

Te quiero tanto que haria cualquier cosa por ti. ?Cualquier cosa!

– ?Calmate, casi no puedo respirar! -exclamo riendose Vitelio-. Todo lo que te pido es este pequeno favor y que consientas en ser mi esposa en cuanto podamos hacer que eso sea posible.

– ?Oh, si! -Lavinia le planto un beso en la mejilla y se aparto enseguida-. Ahora debo irme. -Cogio la daga.

– Toma, envuelvela con esto. -Vitelio alargo la mano hacia un lado de la cama y le dio su panuelo-. Sera mejor que la lleves contigo, bien escondida, hasta el banquete. Es de esa clase de cosas por las que algunas personas podrian llegar a matar.

– Conmigo estara segura. Te lo prometo. -Se que lo estara, carino. Ahora tienes que irte. Cuando Lavinia hubo abandonado la tienda, Vitelio se tumbo en la cama con una petulante expresion de satisfaccion. Despues de todo, no habia sido tan dificil arreglarlo. Cuando la esclava fuera presentada al emperador, los semblantes que pondrian

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