ojeada a la pared de la fama y se sentia orgulloso. Era una especie de marcador. La mayoria de los articulos procedian de publicaciones cientificas y el lenguaje resultaba impenetrable para el profano. No obstante, en ocasiones la compania y su trabajo se habian asomado a los medios generales. Pierce se detuvo ante el articulo del que mas orgulloso se sentia, una cubierta de la revista
Debajo en un cuerpo mas pequeno, anadia: «El cree que si. El nino prodigio de veintinueve anos Henry Pierce sostiene el interruptor molecular que puede ser la llave para una nueva era en informatica y electronica.»
El momento era de hacia solo cinco anos, pero Pierce sintio una sensacion de nostalgia al mirar la cubierta enmarcada de la revista. Al margen de la embarazosa etiqueta de nino prodigio, la vida de Pierce cambio cuando la publicacion llego a los quioscos. A partir de entonces empezo la verdadera caza. Los inversores acudieron a el, mas que al reves. Llegaron los competidores. Llego Charlie Condon. Incluso la gente de Jay Leno vino a preguntar por el quimico surfista de pelo largo y sus moleculas. El mejor momento que Pierce recordaba fue cuando extendio el cheque para pagar el microscopio electronico de barrido.
La presion tambien llego entonces. La presion de actuar, de dar la siguiente zancada. Y luego la siguiente. Si le dieran a elegir, no volveria atras. En absoluto. Aun asi a Pierce le gustaba recordar el momento por todo lo que no sabia en aquellos tiempos. No habia nada de malo en ello.
3
El ascensor descendia tan lentamente al laboratorio que la unica indicacion del movimiento eran las luces situadas encima de la puerta. El aparato estaba disenado para eliminar al maximo las vibraciones. Las vibraciones eran el enemigo. Estropeaban las lecturas y mediciones del laboratorio.
La puerta se abrio lentamente en la planta del sotano y Pierce salio. Utilizo su tarjeta magnetica para pasar la primera puerta de la trampa y una vez en el pequeno pasillo tecleo la combinacion de octubre en la segunda puerta. La abrio y entro en el laboratorio.
El laboratorio era en realidad un complejo con varios pequenos laboratorios arracimados en torno a la sala principal o sala de estar, como la llamaban. El complejo carecia de ventanas y las paredes estaban revestidas por la parte interior con material aislante que contenia virutas de cobre para eliminar el ruido electronico del exterior. En la superficie de estas paredes la decoracion era escasa, en su mayor parte se limitaba a una serie de reproducciones enmarcadas del libro del doctor Seuss
Entre los laboratorios secundarios habia uno de quimica a la izquierda. Este era una sala acondicionada, donde se preparaban y refrigeraban las soluciones quimicas de los interruptores moleculares. Tambien habia una incubadora para el proyecto Proteus a la que llamaban la granja celular.
Enfrente del laboratorio de quimica se hallaba el de electronica, o el horno, como lo conocian la mayoria de ratas de laboratorio, y al lado de este el laboratorio de imagen, que albergaba el microscopio de efecto tunel. Al fondo de la «sala de estar» se encontraba el laboratorio del laser, una sala revestida en cobre para disponer de una proteccion adicional contra la intrusion de sonido electronico.
El complejo de laboratorios parecia vacio, los ordenadores estaban apagados y no habia nadie supervisando la estacion experimental, sin embargo, Pierce percibio el familiar olor de carbono cocido. Reviso la lista de acceso y vio que Grooms habia firmado la entrada, pero todavia no la salida. Se acerco al laboratorio de electronica y miro por la puertecita de cristal. No vio a nadie. Abrio la puerta y en cuanto entro lo recibio el calor y el olor. El horno de vacio estaba funcionando y produciendo un nuevo conjunto de tubos de carbono. Pierce supuso que Grooms habia puesto en marcha el proceso y que luego se habia ido del laboratorio para tomarse un descanso o comer algo. Era comprensible: el olor a carbono cocinandose resultaba intolerable.
Pierce salio del laboratorio de electronica y cerro la puerta. Se acerco a un ordenador situado junto a las estaciones experimentales y tecleo las contrasenas. Busco los datos de las pruebas de interruptores que Grooms se disponia a realizar despues de que Pierce se fuera pronto a casa para configurar su telefono. Segun el informe del ordenador, Grooms habia realizado dos mil tests en un nuevo conjunto de veinte interruptores. Los interruptores sintetizados quimicamente eran puertas de entrada basicas
Pierce se reclino en la silla. Se fijo en que habia media taza de cafe en el mostrador, junto al monitor. Sabia que era de Larraby porque era un cafe solo. En el laboratorio todos lo tomaban con leche, menos el inmunologo asignado al proyecto Proteus.
Mientras Pierce pensaba si debia proseguir con los tests de confirmacion de pasarelas o bien entrar en el laboratorio de imagen y revisar el ultimo trabajo de Larraby sobre Proteus, su mirada subio por la pared situada detras de los ordenadores. Habia una moneda de diez centavos pegada con cinta adhesiva a la pared. Grooms la habia colocado alli dos anos antes. Una broma, cierto, pero tambien un recordatorio tangible de su objetivo. En ocasiones parecia que la moneda se estaba burlando de ellos: Roosevelt, girandoles la cara, mirando hacia el otro lado, sin hacerles el menor caso.
Fue en ese momento cuando Pierce comprendio que esa noche no iba a poder trabajar. Habia pasado tantas noches en los confines del laboratorio que le habia costado a Nicole. Eso y otras cosas. Ahora que ella lo habia dejado, tenia libertad para trabajar sin vacilaciones ni culpa, pero de repente se dio cuenta de que no podia hacerlo. Si alguna vez volvia a hablar con Nicole, se lo contaria. Quiza significaba que estaba cambiando. Quiza significara algo para ella.
Detras de el se produjo un repentino estrepito y Pierce salto de la silla. Al darse la vuelta esperando encontrar a Grooms vio a Clyde Vernon que pasaba por la trampa.
Vernon era un hombre fornido y de espaldas anchas, con apenas unos flecos de pelo en la periferia de la cabeza. Tenia una tez naturalmente rubicunda que siempre le daba un aspecto de consternacion. Vernon, que estaba en la mitad de la cincuentena, era de lejos la persona mas mayor de la compania. Probablemente quien le seguia era Charlie Condon, que tenia cuarenta.
Esta vez el aspecto de consternacion de Vernon era real.
– Hola, Clyde, me ha asustado -dijo Pierce.
– No tenia esa intencion.
– Aqui tomamos lecturas muy sensibles. Un portazo como el que acaba de dar podria arruinar un experimento. Por fortuna, solo estaba revisando datos.
– Lo siento, doctor Pierce.
– No me llame asi, Clyde. Llameme Henry. Asi que dejeme adivinar, me ha puesto en busca y captura y Rudolpho le ha avisado en cuanto he entrado. Y usted ha venido desde casa. Espero que no viva muy lejos, Clyde.
Vernon paso por alto la fina deduccion detectivesca de Pierce.
– Hemos de hablar -dijo en cambio-. ?Recibio mi mensaje?
Ambos hombres estaban en las primeras fases del proceso de conocerse mutuamente. Aunque Vernon era la persona mas vieja que trabajaba en Amedeo, era tambien el mas novato. Pierce ya habia advertido que Vernon tenia dificultad en llamarlo por el nombre. Penso que tal vez fuera una cuestion de edad. Pierce ocupaba el puesto de presidente de la compania, pero era al menos veinte anos mas joven que Vernon, quien habia llegado a la empresa unos meses antes despues de entregar la placa en el FBI. Vernon probablemente pensaba que era impropio dirigirse a Pierce por su nombre de pila, y la brecha en edad y experiencia de vida hacia que le resultara dificil llamarlo senor Pierce. Doctor Pierce le parecia un poco mas sencillo, aunque era un nombre basado en grados academicos y no medicos. Al parecer su autentico plan consistia en evitar dirigirse a el de ninguna manera en la medida de lo posible. Al menos eso habia percibido Pierce, especialmente en los mensajes de correo y las conversaciones telefonicas.
– Acabo de leer su mensaje hace quince minutos -dijo Pierce-. Probablemente iba a llamarle en cuanto terminara aqui. ?Quiere hablar de Nicole?