El mensaje concluyo. Pierce continuo con el telefono en la oreja, repitiendo mentalmente partes del mensaje como un viejo disco rallado. «Me han hecho dano. Estoy llena de moratones.» Se sintio mareado y estiro el brazo para buscar apoyo en la pared. Se giro hasta poner la espalda en la pared para luego resbalar y quedar sentado en el suelo, de nuevo con el telefono en el regazo.

No se movio durante varios segundos y luego levanto el auricular y empezo a marcar el numero de Lucy. A medio camino se detuvo y colgo.

– De acuerdo -dijo en voz alta.

Cerro los ojos. Penso en llamar a Janis Langwiser para decirle que habia recibido un mensaje de Lucy, para contarle que al menos estaba viva. Asi tambien podria preguntarle si habia averiguado algo nuevo desde que se habian visto en el hospital esa manana.

No pudo llevar a termino la idea, porque el telefono sono mientras aun lo tenia en la mano. Contesto de inmediato. Penso que podria ser Lucy otra vez, ?quien mas tenia su nuevo numero?, y su hola sono con un timbre de desesperacion.

^

Pero no era Lucy, sino Monica.

– Olvide decirtelo, entre el lunes y el martes tu amigo Cody Zeller dejo tres mensajes para ti en tu linea privada. Supongo que de verdad quiere que lo llames.

– Gracias, Monica.

Pierce no podia llamar a Zeller directamente. Su amigo no aceptaba llamadas directas. Para contactar con el, Pierce tenia que llamar al busca y dejar un numero de retorno. Como Pierce tenia un numero nuevo que Zeller no reconoceria, anadio un prefijo de tres sietes, que era un codigo que a Zeller le permitia saber que era un amigo quien trataba de contactar con el desde un numero desconocido. Era una forma de conducir la vida y los negocios en ocasiones torpe y siempre pesada, pero Zeller era el colmo de la paranoia y Pierce tenia que atenerse a sus reglas.

Se preparo para esperar la devolucion de su llamada, pero enseguida llego la respuesta, algo inusual en Zeller.

– Joder, tio, ?cuando vas a comprarte un movil? Llevo tres dias tratando de localizarte.

– No me gustan los moviles, ?que hay?

– Puedes conseguirte uno con un chip cifrado, ? sabes?

– Si, ya se. ?Que hay?

– Lo que hay es que el sabado estabas seguro de que querias esto con muchisima prisa. Y despues no has vuelto a llamarme en tres dias. Estaba empezando a pensar que…

– Code, he estado en el hospital. Acabo de salir.

– ?Del hospital?

– Tuve un problemita con unos tipos.

– ?No seran tipos de Entrepeneurial Concepts?

– No lo se. ?Has descubierto algo de ellos?

– Barrido total, como me pediste. Estas tratando con tipos chungos, Hank.

– Me hago una idea. ? Quieres hablarme de ellos ahora?

– En realidad, estoy liado, y de todas formas no me gusta hacer esto por telefono. Pero te lo mande todo ayer por FedEx, cuando no tuve noticias tuyas. Deberia haberte llegado esta manana. ?No lo has recibido?

Pierce miro el reloj. Eran las dos en punto. La entrega de FedEx llegaba alrededor de las diez cada manana. No le gustaba la idea de que el sobre de Zeller se hubiera pasado todo ese tiempo en su escritorio.

– No he ido a la oficina. Pero ahora ire a buscarlo. ?Tienes algo mas para mi?

– No se me ocurre nada que no este en el paquete.

– Vale, tio. Te llamare despues de que eche un vistazo a todo. Mientras tanto, deja que te pregunte algo. Necesito una direccion, y lo unico que tengo es su nombre y su numero de movil. Pero la factura del movil no va a donde ella vive, y eso es lo que quiero.

– Entonces es inutil.

– ?Otra cosa que pueda hacer?

– Es dificil, pero puede hacerse. ?Esta registrada para votar?

– Lo dudo mucho.

– Bueno, puedo buscar en los servicios publicos y las tarjetas de credito. ?Es un nombre muy comun?

– Lucy LaPorte de Luisiana.

Pierce se recordo a si mismo que le habia dicho que dejara de llamarla. No le habia pedido que no la encontrara.

– Menuda aliteracion, ?eh? -dijo Zeller-. Bueno puedo probar con algunas cosas, a ver que sale.

– Gracias, Code.

– Y supongo que lo quieres para ayer.

– Eso es.

– Por supuesto.

– He de colgar.

Pierce entro en la cocina y busco el pan y la mantequilla de cacahuete entre las bolsas que habia dejado en la encimera. Se preparo rapidamente un sandwich y se fue del apartamento, asegurandose de ponerse la gorra de Moles y bajarse la visera sobre la frente. Se comio el sandwich mientras esperaba el ascensor. El pan sabia a rancio. Habia estado en el maletero del coche desde el domingo.

En el camino hasta el garaje, el ascensor se detuvo en el sexto y entro una mujer. Como era costumbre entre viajeros de ascensor, evito mirar a Pierce. Despues de que empezaran a descender ella subrepticiamente comprobo su reflejo en el marco de cromo pulido de la puerta. Pierce vio que tomaba aire asustada.

– Oh, Dios mio -grito-. Usted es el hombre del que habla todo el mundo.

– ?Perdon?

– Es a usted a quien colgaron del balcon, ?verdad?

Pierce se la quedo mirando un largo rato. Y en ese momento supo que al margen de lo que pasara con Nicole no iba a poder quedarse en ese edificio de apartamentos. Se iba a mudar.

– No se de que esta hablando.

– ?Esta usted bien? ?Que le hicieron?

– No me hicieron nada, no se de que me esta hablando.

– ?Usted no es el tipo que acaba de mudarse al doce?

– No, estoy en el ocho. Estoy en casa de un amigo en el ocho mientras me curo.

– ?Entonces que ocurrio?

– Tabique desviado.

Ella lo miro subrepticiamente. Finalmente se abrio la puerta en la planta del garaje. Pierce no cedio el paso a la vecina. Salio con rapidez del ascensor y doblo la esquina para encaminarse hacia la puerta que daba al garaje del edificio. Miro atras y vio que la mujer lo miraba mientras salia del ascensor.

Cuando miro de nuevo hacia adelante casi se dio de bruces contra la puerta del trastero, que habia quedado abierta mientras un hombre y una mujer sacaban sus bicicletas. Pierce bajo la barbilla y se encasqueto mas todavia la gorra, luego sostuvo la puerta y aguardo hasta que la pareja salio. Ambos le dieron las gracias, pero no dijeron nada acerca de que el era el hombre que habia estado colgado del balcon.

Lo primero que hizo Pierce cuando se metio en su coche fue ponerse unas gafas de sol que guardaba en la guantera.

26

El sobre de FedEx estaba en su escritorio cuando Pierce entro en la oficina. Llegar alli habia sido una odisea. Se habia visto obligado a esquivar miradas y preguntas a cada paso. Cuando alcanzo la zona de despachos del tercer piso ya estaba dando respuestas de una sola palabra a todas las preguntas: «Accidente.»

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