oportunidad.

– Como saben es una ciencia muy competitiva -dijo Pierce-. Queremos asegurarnos de que registramos la formula los primeros. Brandon y yo tambien hemos completado un trabajo de investigacion que enviaremos manana.

Pierce levanto la muneca y miro el reloj. Eran casi las dos.

– De hecho -dijo-, ahora he de dejarles para volver al trabajo. Si surge algo mas que Charlie no pueda responder, pueden encontrarme en mi despacho o en el laboratorio. Si no contestamos es porque estamos usando una de las estaciones y tenemos el telefono desconectado.

Retiro la silla y ya estaba levantandose cuando Goddard lo sujeto por el brazo para que se detuviera.

– Un momento, Henry, si no le importa.

Pierce se sento de nuevo. Goddard lo miro y a continuacion, pausadamente, fue fijando su mirada en cada uno de los rostros de la sala. Pierce sabia lo que iba a ocurrir. Sintio la tension en el pecho.

– Solo quiero decirle mientras estamos todos juntos que deseo invertir en su empresa. Quiero formar parte de esta gran obra que estan llevando a cabo.

Se produjo una estentorea ovacion. Pierce tendio la mano y Goddard se la estrecho vigorosamente, despues le estrecho la mano a Condon por encima de la mesa.

– Que nadie se mueva-dijo Condon.

Se levanto y se acerco al telefono instalado en una mesita de la esquina. Marco un numero de tres cifras -una llamada interna- y murmuro algo en el auricular. A continuacion regreso a su sitio y al cabo de unos minutos Monica Purl y la secretaria personal de Condon, una mujer llamada Holly Kannheiser, entraron en la sala de juntas con dos botellas de Dom Perignon y una bandeja de copas de champan.

Condon abrio las botellas y sirvio. Pidieron a las secretarias que se quedaran y tomaran una copa, pero ambas llevaban tambien camaras de un solo uso y tenian que sacar fotos entre sorbo y sorbo.

Condon hizo el primer brindis.

– Por Maurice Goddard. Estamos encantados de tenerlo a bordo en este viaje magico.

Entonces fue el turno de Goddard. Alzo la copa y simplemente dijo:

– ?Por el futuro!

Miro a Pierce al decirlo. Pierce asintio y alzo su copa casi vacia. Observo cada una de las caras de la sala, incluida la de Monica, antes de decir:

– Nuestros edificios os pareceran sumamente pequenos, pero para nosotros que no somos grandes son maravillosamente amplios.

Apuro la copa y miro a los demas. Nadie parecia haberlo captado.

– Es de un libro infantil -explico- del doctor Seuss. Habla de creer en las posibilidades de otros mundos. Mundos del tamano de una mota de polvo.

– Vaya, vaya -dijo Condon, alzando de nuevo su copa.

Pierce empezo a moverse por la sala, estrechando manos y compartiendo palabras de agradecimiento y de animo. Cuando llego a Monica, esta perdio su sonrisa y parecio tratarle con frialdad.

– Gracias por quedarte, Monica. ?Ya has hablado con Charlie de tu traslado?

– Todavia no, pero lo hare.

– De acuerdo.

– ?Ha llamado el senor Renner?

A conciencia evito utilizar la palabra detective por si alguien de la sala estaba escuchando la conversacion.

– Todavia no.

Pierce asintio. No se le ocurria nada mas que decir.

– Tienes algunos mensajes en el escritorio -le informo-. Uno de ellos de la abogada, dijo que era importante, pero le dije que no podia interrumpirte durante la presentacion.

– Muy bien, gracias.

Con la maxima calma posible, Pierce volvio a acercarse a Goddard y le dijo que los dejaba en manos de Condon para pulir el acuerdo de inversion. Volvio a estrecharle la mano y salio de la sala de juntas en direccion a su despacho. Tenia ganas de correr, pero mantuvo un paso constante.

30

– Luces.

Pierce se deslizo tras su escritorio y cogio las tres notas de mensajes que le habia dejado Monica. Dos eran de Janis Langwiser y estaban marcadas como urgentes. En ambos casos el mensaje era: «Por favor, llame lo antes posible.» El otro mensaje era de Cody Zeller.

Pierce dejo los mensajes en la mesa y penso en ellos. No se le ocurria que la llamada de Janis Langwiser pudiera ser otra cosa que malas noticias. Pasar de le excitacion de la sala de juntas al temor fue casi mareante. Empezo a tener calor, a sentir claustrofobia. Se acerco a la ventana y la abrio.

Decidio llamar primero a Zeller, pensando que tal vez su amigo habia obtenido algo nuevo. Su llamada al busca de Zeller fue contestada en menos de un minuto.

– Lo siento, colega -dijo Zeller a modo de saludo-. No he podido hacer nada.

– ?Que quieres decir?

– Con Lucy LaPorte. No he podido encontrarla. Ni rastro, tio. Esta chiquilla ni siquiera tiene cable.

– Vaya.

– ?Estas seguro de que ese es su nombre legal?

– Es el que me dijo.

– ?Es una de las chicas de la Web?

– Si.

– Mierda, tendrias que habermelo dicho, colega. No usan sus nombres verdaderos.

– Lilly Quinlan si.

– Venga ya, ?Lucy LaPorte? Suena como el nombre que se le ha ocurrido a alguien despues de ver Un tranvia llamado deseo. Tio, fijate en lo que hace. Las posibilidades de que te dijera la verdad en algo, incluso su nombre son de una entre…

– Era la verdad. Fue en un momento de intimidad y me dijo la verdad. Lo se.

– Un momento de intimidad. Pensaba que me habias dicho que no…

– No lo hice. Fue por telefono cuando me lo dijo.

– Oh, vaya, sexo telefonico, eso si que es otra cosa.

– Es igual, Cody. He de irme.

– Eh, espera un momento. ?Como te ha ido con el millonetis hoy?

– Ha ido bien. Charlie esta cerrando el trato ahora mismo.

– Genial.

– He de colgar, Cody. Gracias por intentarlo.

– No te preocupes, te lo voy a facturar.

Pierce colgo y cogio uno de los mensajes de Langwiser. Marco el numero. Contesto una secretaria y le pasaron de inmediato con la abogada.

– ?Donde ha estado? -empezo ella-. Le he pedido a su secretaria que le pasara el mensaje enseguida.

– Ella hizo lo que se supone que tiene que hacer. No me gusta que me interrumpan en el laboratorio. ?Que ocurre?

– Bueno, basta decir que su abogada esta bien conectada. Todavia tengo mis fuentes en el departamento de policia.

– ?Y?

– Lo que voy a decirle es altamente confidencial. Es informacion que no deberia tener. Si sale a la luz habra una investigacion solo por esto.

– De acuerdo. ?De que se trata?

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