– Dios -dijo en voz alta.

Decidio analizar su situacion del mismo modo que analizaria un experimento en el laboratorio. De abajo arriba. Habia que mirarlo por un lado y luego darle la vuelta y mirarlo por el otro. Molerlo y por ultimo mirarlo al microscopio.

No habia que creer nada de entrada.

Saco su libreta y escribio los elementos clave de su conversacion con Langwiser.

Registro: apartamento Amalfi

Coche – segunda vez – indicios materiales Despacho/Laboratorio?

Resultado del registro: huellas En todas partes – perfume

Miro la pagina, pero no se le ocurrieron mas preguntas ni tampoco ninguna respuesta. Finalmente arranco la pagina, la arrugo y la lanzo a la papelera de la esquina del despacho. Fallo.

Se recosto en la silla y cerro los ojos. Sabia que tenia que llamar a Nicole y prepararla para lo inevitable. La policia lo registraria todo: lo suyo, lo de ella, no importaba. Nicole era muy celosa de su intimidad. La invasion le iba a causar dano y los efectos de la explicacion que tenia que darle serian catastroficos para sus esperanzas de reconciliacion.

– Mierda -dijo al levantarse.

Rodeo el escritorio y cogio la hoja arrugada, pero en lugar de tirarla se la llevo de nuevo a su silla. Abrio la hoja y trato de plancharla en el escritorio.

– No creas nada -dijo.

Las palabras de la hoja arrugada lo desafiaban. No tenian ningun significado. Con un rapido movimiento del brazo volvio a arrugar la hoja. Flexiono el codo, preparado para encestar en su segundo intento cuando cayo en la cuenta de algo. Bajo el brazo y volvio a abrir la pagina. Miro una de las lineas que habia escrito.

Coche – segunda vez – indicios materiales

No creas nada. Eso suponia no creer que la policia habia registrado su coche la primera vez. En su interior estallo una chispa de energia. Penso que tal vez tenia algo. ?Y si la policia no habia registrado su coche? Entonces, ?quien lo habia hecho?

El siguiente salto era obvio. ?Como sabia que habian registrado el coche? Lo cierto era que no lo sabia. Solo sabia una cosa: alguien habia estado en su coche mientras este habia permanecido aparcado en el callejon. Alguien habia tocado la luz interior. Pero ?habian registrado el coche?

Se dio cuenta de que se habia precipitado al suponer que la policia -es decir, Renner- habia registrado su BMW. En realidad, no tenia ninguna prueba o indicacion de ello. Lo unico que sabia era que alguien habia estado en su coche, conclusion que permitia diversas hipotesis. El registro policial era una de ellas. Un registro por otra parte era otra. La idea de que alguien hubiera entrado en su coche y se hubiera llevado algo era otra.

Y la idea de que alguien hubiera entrado en su coche para poner algo era otra.

Pierce se levanto y salio con rapidez de su despacho. En el pasillo pulso el boton del ascensor, pero inmediatamente decidio no esperar. Se lanzo hacia la escalera y bajo con rapidez hasta la planta baja. Paso por el vestibulo sin saludar al vigilante de seguridad y entro en el garaje anexo.

Empezo con el maletero del BMW. Levanto la alfombrilla, miro debajo de la rueda de repuesto, abrio el cargador de discos y la bolsa de herramientas. No advirtio que hubiera nada de mas ni nada de menos. Paso al compartimento de los pasajeros y estuvo casi diez minutos llevando a cabo el mismo tipo de registro e inventario. Nada anadido, nada en falta.

Por ultimo levanto el capo. Nada anadido, nada en falta.

Eso solo dejaba su mochila. Volvio a cerrar el coche y regreso al edificio de Amedeo, donde de nuevo eligio la escalera para no esperar el ascensor. Al pasar junto al escritorio de Monica de camino a su despacho advirtio que ella lo miraba de un modo extrano.

– ?Que?

– Nada. Es solo que actuas de forma… rara.

– No estoy actuando.

Cerro con llave la puerta de su despacho. La mochila estaba en su escritorio. Sin sentarse, la cogio y empezo a abrir y mirar en los diversos compartimentos. Tenia una seccion almohadillada para el portatil, un bolsillo para papeles y archivos y tres compartimentos diferentes con cremallera para llevar pequenos objetos como boligrafos, libretas, un movil o un PDA.

Pierce no encontro nada fuera de lugar hasta que llego a la parte frontal, que contenia un compartimento dentro de otro compartimento. Era un bolsillito con cremallera, del tamano justo para contener un pasaporte y algo de dinero. No es que fuera un bolsillo secreto, pero resultaba facil de ocultar detras de un libro o un periodico doblado mientras se viajaba. Abrio la cremallera y metio la mano.

Sus dedos tocaron lo que parecia una tarjeta de credito. Penso que tal vez era una tarjeta vieja que habia puesto alli estando de viaje y de la que luego se habia olvidado. Pero cuando la saco se vio mirando una tarjeta magnetica de plastico negro. En un lado tenia el logo de U-Store-It. Pierce estaba seguro de que no la habia visto antes. No era suya.

Dejo la tarjeta en su escritorio y la miro durante unos segundos. U-Store-It era una empresa de escala nacional que alquilaba contenedores y espacios de almacenamiento en naves que normalmente estaban situadas junto a las autovias. Solo en Los Angeles, recordaba dos almacenes U-Store-It visibles desde la autovia 405.

Le invadio una sensacion de panico. Quien fuera que hubiera estado en su coche el sabado le habia plantado la tarjeta magnetica en la mochila. Pierce sabia que estaba metido en algo que escapaba a su control. Lo estaban utilizando, tendiendole una trampa para algo que desconocia.

Trato de sacudirse la sensacion. Sabia que el miedo alimentaba la inactividad, y eso era algo que no podia permitirse. Tenia que moverse. Tenia que hacer algo.

Se agacho ante el armarito que habia debajo del monitor del ordenador y saco las paginas amarillas. Abrio el pesado volumen y enseguida encontro los servicios de almacenamiento. U-Store-It tenia un anuncio a pagina completa con una lista de ocho locales de la zona de Los Angeles. Pierce empezo con el situado mas cerca de Santa Monica. Cogio el telefono y llamo al U-Store-It de Culver City. Contesto la llamada una voz joven y masculina. Pierce se imagino a Curt, el chico con marcas de acne de All American Mail.

– Esto va a parecerle extrano -dijo Pierce-, pero creo que alquile una unidad de almacenaje ahi, aunque no estoy seguro. Se que era en U-Store-It, pero ahora no puedo recordar en cual fue.

– ?Nombre? -El chico respondio como si fuera una llamada de rutina.

– Henry Pierce.

Escucho que tecleaban la informacion.

– No, aqui no es.

– ?Puede conectarse con los otros almacenes? ?Puede decirme donde…?

– No, solo tengo datos de aqui. No estamos conectados. Es una franquicia.

Pierce no veia por que eso impedia la existencia de una red centralizada, pero no se molesto en preguntarlo. Dio las gracias, colgo y llamo a la siguiente franquicia geograficamente mas cercana.

A la tercera, su nombre aparecio en el ordenador. La franquicia de U-Store-It estaba en Van Nuys. La mujer que contesto le dijo que seis semanas antes habia alquilado un deposito de cuatro por tres en Victory Boulevard. Le explico que la sala tenia climatizador y corriente electrica y que estaba protegida con alarma. Era posible acceder durante las veinticuatro horas.

– ?Que direccion mia tiene en el archivo?

– No puedo darle esa informacion. Si me dice su direccion puedo comprobarla en el ordenador.

Seis semanas atras Pierce ni siquiera habia comenzado su busqueda de apartamento que finalmente concluiria en el Sands, de manera que le dio la direccion de Amalfi Drive.

– Esa es.

Pierce no dijo nada, se quedo mirando la tarjeta de plastico negro del escritorio.

– ?Cual es el numero de la unidad? -pregunto finalmente.

Вы читаете Llamada Perdida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату