Al subir, la persiana emitio un desagradable chirrido metalico que reverbero en el largo pasillo. La puerta golpeo con fuerza al llegar a lo alto. Pierce se quedo de pie, con el brazo levantado y la mano todavia sujetando el asidero.
El espacio era de cuatro por tres y oscuro. No obstante, la luz del pasillo que se filtraba por encima de su hombro le permitio vislumbrar una gran caja blanca en medio de la sala. Se percibia un zumbido grave. Pierce se acerco y sus ojos se fijaron en un cordel blanco que encendia la luz del techo. Tiro de el y el cuarto se ilumino.
La caja blanca era un congelador. Un armario congelador cuya puerta superior estaba cerrada mediante un cerrojo mas pequeno, un cerrojo que sin duda podria abrir con la segunda llave extrana.
No tenia que abrir el congelador para saber lo que habia dentro, pero lo hizo de todos modos. Se sintio obligado, posiblemente por la ilusion de que estuviera vacio y de que todo formase parte de una elaborada broma. O tal vez simplemente porque sabia que tenia que verlo con sus propios ojos, para que no hubiera dudas ni vuelta atras posible.
Levanto la segunda llave extrana, la mas pequena. Abrio el candado y a continuacion la tapa del congelador.
El cierre neumatico se libero y la goma hizo un sonido caracteristico cuando la levanto. Una vaharada de aire frio salio del congelador y un olor humedo y fetido invadio sus fosas nasales.
Con una mano sostuvo la puerta abierta y miro hacia abajo a traves del vaho que se elevaba como un fantasma. Vio la forma de un cuerpo en el fondo del congelador. Una mujer desnuda y en posicion fetal, con el cuello destrozado y hecho un amasijo de sangre. Estaba tumbada sobre el costado derecho. En el fondo se habia acumulado sangre ennegrecida. Se habia formado escarcha en el pelo oscuro y en la cadera vuelta hacia arriba. El pelo caia sobre la cara de la joven, pero sin oscurecerla del todo. Reconocio el rostro al instante. Solo lo habia visto en fotos, pero lo reconocio sin lugar a dudas.
Era Lilly Quinlan.
– Oh, Dios…
Lo dijo en voz baja. No era una sorpresa, sino una horrible confirmacion. Solto la tapa y cerro de golpe con un pesado zamp mas fuerte que lo esperado. Le asusto, pero no lo suficiente para nublar la sensacion de terror absoluto que lo envolvia. Se volvio y se dejo resbalar por la parte frontal del congelador hasta quedar sentado en el suelo, con los codos en las rodillas y las manos recogiendose el pelo en la nuca.
Cerro los ojos y oyo un ruido creciente, como si alguien corriera hacia el por el pasillo. Entonces se dio cuenta de que era interno, producido por la sangre que se agolpaba en sus oidos al tiempo que el se iba mareando. Penso que podria desmayarse, pero comprendio que tenia que resistir y permanecer alerta. «?Y si me desmayo? ?Y si me encuentran aqui?»
Pierce se espabilo, se agarro de la parte superior del congelador y se incorporo. Pugno por recuperar el equilibrio y por reprimir la nausea que crecia en su estomago. Se impulso hasta quedar encima del congelador y se abrazo a el, poniendo la mejilla encima de la fria cubierta blanca. Respiro con mayor profundidad y al cabo de unos momentos la nausea remitio y su mente se despejo. Se enderezo y retrocedio. Examino el congelador, escucho su zumbido leve. Sabia que era el momento de mas trabajo de AE. Analizar y evaluar. Cuando en el laboratorio surgia algo desconocido o inesperado se detenia y pasaba al modo AE. ?Que ves? ?Que sabes? ?Que significa?
Pierce estaba alli de pie, mirando un congelador y sentado en medio de una unidad de almacenaje que -segun los registros oficiales- el habia alquilado. El congelador contenia el cadaver de una mujer a la que nunca habia visto antes, pero de cuya muerte sin duda se le acusaria.
Lo que Pierce sabia era que le habian tendido una trampa de manera cuidadosa y convincente. Wentz estaba detras, o al menos era parte de ello. Lo que no sabia era por que.
Decidio no distraerse con el porque. Todavia no. Antes necesitaba mas informacion. Decidio continuar en el modo AE. Si podia desmontar el ingenio y estudiar todas las partes moviles, tal vez tendria una oportunidad de averiguar quien estaba detras y por que.
Paseando por el reducido espacio que quedaba delante del congelador, empezo con las cosas que lo habian llevado a descubrir la trampa. La llave magnetica y las llaves del candado. Las habian escondido, o al menos camuflado. ?El objetivo era que las encontrara? Despues de sopesarlo y considerar la situacion durante un largo momento, decidio que no. Habia tenido suerte al descubrir que habian entrado en su coche. Un plan de tal magnitud y complejidad no podia confiar en esa suerte.
Asi que concluyo que disponia de una ventaja. Sabia lo que supuestamente no deberia saber. Conocia la existencia del cadaver y la del congelador y la unidad de almacenaje. Conocia la situacion exacta de la trampa antes de que esta se accionara.
Siguiente pregunta. ? Que habria ocurrido si no hubiera encontrado la tarjeta magnetica y no hubiera sido conducido hacia el cadaver? Considero la cuestion. Langwiser le habia advertido de un inminente registro policial. Sin duda, Renner y sus companeros de investigacion no dejarian piedra sin remover. Encontrarian la tarjeta magnetica que les llevaria al espacio de almacenamiento. Buscarian en su llavero llaves de los candados y encontrarian el cadaver. Fin de la historia. A Pierce solo le quedaria intentar defenderse de una trampa aparentemente perfecta.
Sintio que se le calentaba la cabeza al darse cuenta de que habia escapado por los pelos, aunque fuera de manera momentanea. Y en el mismo instante comprendio perfectamente lo cuidadosa y completa que era la trampa. Confiaba en la investigacion policial, confiaba en que Renner efectuara los movimientos que estaba llevando a cabo.
Tambien confiaba en Pierce. Y cuando entendio esto, sintio que el sudor empezaba a gotearle en el pelo. Tenia calor bajo la camisa. Necesitaba aire acondicionado. La confusion y la pena que le habian atenazado -quiza incluso el asombro con el que veia el cuidadoso plan- se estaban convirtiendo en ira, una ira que se estaba forjando en rabia al rojo vivo.
En ese momento comprendio que la trampa -su trampa- habia previsto sus movimientos. Cada uno de ellos. La trampa confiaba en su historia y en la posibilidad de sus movimientos teniendo en cuenta esa historia. Como los productos quimicos sobre una lamina de silicio, elementos en los que se puede confiar porque se sabe que actuaran de manera predecible, que se combinaran segun los modelos esperados.
Dio un paso adelante y abrio otra vez el congelador. Tenia que hacerlo. Necesitaba volver a mirar para que la terrible impresion le golpeara en la cara como agua fria. Tenia que reaccionar. Tenia que actuar de una forma imprevisible. Necesitaba un plan y necesitaba tener la cabeza despejada para concebirlo.
El cadaver obviamente no se habia movido. Pierce sostuvo la tapa del congelador abierta con una mano y se tapo la boca con la otra. En su reposo final, Lilly Quinlan parecia menuda. Como una nina. Trato de recordar la estatura y el peso que ella tan cuidadosamente anunciaba en su pagina Web, pero parecia que habia pasado tanto tiempo desde el dia en que lo habia leido que no lo recordo.
Cambio el peso del cuerpo de un pie al otro y el movimiento altero la luz que entraba en el congelador desde arriba. Un brillo del pelo de Lilly capto su mirada y Pierce se inclino en el congelador.
Con la mano libre, Pierce trato de retirar el pelo de la cara del cadaver. Estaba congelado y los cabellos se quebraron cuando el los movio. Descubrio la oreja de Lilly y vio que habia un pendiente en el lobulo: una copa de plata con una gota de ambar y una pluma plateada debajo. Giro la mano para que el ambar captara mas luz de la que se filtraba en el congelador. Fue entonces cuando lo vio. Un minusculo insecto de algun tipo congelado en el ambar, tiempo atras atraido por la dulzura y el alimento pero capturado en una trampa mortal de la naturaleza.
Pierce penso en el destino de ese insecto y supo lo que tenia que hacer. El tambien tenia que esconderla. Esconder a Lilly. Trasladarla, evitar que fuera descubierta, ni por Renner ni por nadie.
Un suspiro escapo de su boca al considerar la idea. El momento era surrealista, casi estrambotico. Estaba pensando en como esconder un cadaver congelado, en como ocultarlo de modo que no tuviera ninguna conexion directa con el. Era una tarea que lindaba con lo imposible.
Cerro el congelador y puso de nuevo el candado con rapidez, como si ello fuera una medida capaz de impedir que su contenido saliera a la luz y lo acechara.
Sin embargo, la simple accion rompio la inactividad de su mente. Empezo a pensar.
Sabia que tenia que trasladar el congelador. No habia alternativa. Renner estaba al caer. Incluso era posible que hubiera descubierto la unidad de almacenaje sin las pistas de la llave y la tarjeta magnetica. El detective podia recibir una llamada anonima. No podia contar con nada. Tenia que trasladar el cadaver. Si Renner encontraba el congelador todo habria terminado. Amedeo Tech, Proteus, su vida, todo. Despues de eso seria un insecto en el