No le prestaron atencion de momento, pues una nueva circunstancia les distrajo. Casi en el mismo instante en que Dar se dio cuenta de la luz que tenia delante, sono detras de ellos un gigantesco silbido y sintieron una repentina ola de calor.
Como un solo hombre saltaron los dos hacia adelante, pero siguieron sintiendo el calor y el ruido. Una debil corriente de aire proveniente del edificio del que habian salido les trajo una nube de vapor de agua que les envolvio y siguio hasta el fin del tunel.
— ?Que pleyades es eso? — pregunto Kruger a nadie en particular.
— ?Otro geiser? — la respuesta de Dar era a la vez una pregunta.
— Demasiado breve — Kruger empezo a dirigirse con cuidado al origen del fenomeno, listo para saltar de nuevo al hoyo si fuera necesario.
Lo fue. Sucedio de nuevo. Despues de experimentar durante varios minutos, parecio evidente que las corrientes de vapor que fluian por el corredor eran provocadas por el peso de alguien que anduviera o estuviera de pie sobre el suelo del corredor a unas diez yardas de distancia aproximadamente de las rosetas que liberaban el vapor.
— Lo cual es interesante — afirmo Kruger —. Supongo que debemos agradecerles que hayan dispuesto este invento para avisarnos. Les hubiera resultado igual de sencillo poner un resorte delante de sus humeantes tuberias.
— Parece que querian guardar dentro lo que hubiera aqui — fue la contribucion de Dar —, pero sin importarles si algo o alguien viniera desde fuera. Estoy bastante interesado en lo que pueda haber al final de este tunel. ?Llevas tu cuchillo, Nils?
— Si. Estoy detras de ti, Robin Hood.
Con su ballesta cargada y apuntando hacia delante, el pequeno abyormita empezo a descender la cuesta en direccion a la luz encendida. Kruger le seguia. Se les ocurrio pensar a ambos que con los ruidos precedentes habian perdido toda oportunidad de coger por sorpresa a lo que tuvieran delante, pero ninguno de los dos lo menciono en voz alta.
VII. INGENIERIA
No necesitaron haberse preocupado. Aquello era el colmo, pero despues de buscar por el suelo del crater durante mas de una hora se vieron obligados a admitir que no habia en el recinto ningun animal mayor que una ardilla. Esto constituia en cierto modo un alivio, pero dejaba aun mas oscura la causa de la trampa del tunel. Comentaron esto mientras descansaban al lado del hoyo y comian carne conseguida con la ballesta de Dar.
— Supongo que es logico no encontrar nada vivo por aqui, estando la ciudad desierta; pero cabria esperar ver por lo menos algun esqueleto — apunto Kruger.
Dar rasco con una zarpa el suelo poroso.
— No se mucho al respecto. Incluso los huesos cuya carne no ha sido completamente comida no duran demasiado tiempo, y si tienen mucha desaparecen de inmediato. Aun asi, podiamos esperar encontrar vestigios de ocupacion en los huecos de la pared que vimos desde arriba — estas aberturas habian sido inspeccionadas buscando bien a los habitantes del hoyo o algun rastro de ellos, pero solo eran grutas de cemento.
La opinion de Kruger era que debian sentarse y, teorizar sobre la posible funcion del crater en los dias en que la ciudad estaba habitada; pero Dar tenia una idea mas practica.
— El que sirviera para guardar mala gente o malos animales significa poco para nosotros ahora — dijo —. El problema es que parece adecuado para tenernos a nosotros tambien. De acuerdo que no moriremos de hambre, ya que hay agua y comida. Sin embargo, me quedan muy pocos anos de vida para pasarlos en este lugar, y ademas no tengo mis libros. ?No seria mejor planear una fuga?
— Supongo que si lo seria — admitio Kruger —. Aun asi, si supieramos lo que aqui se guarda podriamos hacerlo mejor. Si es una jaula para leones y estuvieramos enterados de ello, al menos sabriamos que las restricciones estan preparadas para leones. Como…
— Como sucede, conocemos todas las restricciones, como tu las llamas. Si subimos por ese tunel, hace calor. No tengo conocimiento de primera mano de lo que me pasaria si me metiera en el vapor, pero estoy seguro de que mis Profesores tenian sus razones para mantenerme alejado de estas cosas. Me doy cuenta que tu, que no tienes miedo del fuego, no has mostrado tampoco ningun deseo de ponerte delante de esas tuberias de vapor.
— Cierto. No tengo miedo del fuego que controlo, pero esto es muy distinto. Espera un minuto, acabas de decir algo. Si subimos por el tunel apretamos esa especie de gatillo que hay en el suelo, pero este no esta justo enfrente de los chorros. No puede estar muy cerca de ellos, o habriamos quedado escaldados al entrar. Debe ser posible ir por el corredor, pasar la parte del suelo que controla las valvulas, esperar alli hasta que cese de nuevo el vapor, y entonces salir.
Dar tenia sus dudas.
— Parece demasiado sencillo — dijo —. ?Que pueden haber tratado de tener ahi, que se hubiera asustado simplemente por el ruido? Es todo lo que le mantenia realmente ahi, si tu idea es correcta.
— Tal vez fuera justo eso — respondio Kruger con rapidez —. De cualquiera forma, intentemoslo.
Ninguno de ellos se sorprendio esta vez cuando un rugido de vapor respondio a su peso en la zona determinada del suelo. Kruger iba delante todo lo cerca que se atrevia al chorro de gas caliente, que salia de unas espitas a un lado del corredor y que desaparecia en su mayor parte en grandes aberturas al otro. Nubes de vapor remolineaban fuera de la zona y se ensortijaban alrededor de ellos en girantes nubecillas de niebla caliente, pero habia aire suficiente para respirar, y minuto tras minuto esperaban en el borde del chorro de la muerte.
Tras un buen rato Kruger tuvo que admitir que Dar habia tenido razon. Se hallaban mucho mas cerca del vapor de lo que habian estado cuando aparecio por primera vez al entrar, pero parecia que no iba a parar entonces. Al parecer, la maquinaria era mas compleja de lo que Kruger habia creido.
Habia, por supuesto, otra posible interpretacion. Kruger no queria considerarla. No sabia si se le habia ocurrido o no a Dar y se abstuvo diplomaticamente de preguntarlo, cuando estuvieron de vuelta al lado de la poza.
— ?Supones que la trampa era para estas pequenas cosas que hemos comido? — pregunto Dar despues de un largo silencio.
— ?Te unes a mi logica? — inquirio Kruger —. No lo se, y no veo que ventaja nos reportaria que lo fuera.
— Tampoco yo, hasta que hablaste hace un rato. Sin embargo, empiezo a preguntarme cuanto peso era necesario para abrir la valvula. Sabemos que nuestros pesos a la vez bastaban; creo que tambien el tuyo; pero no sabemos si el mio, y si lo hicieran, que cantidad seria necesario poner en aquella parte del suelo sin ponerlo en funcionamiento.
— Si el tuyo es demasiado, ?para que nos serviria tener mas informacion?
— No es necesario poner todo nuestro peso sobre el mismo sitio, ?no es verdad? Seria posible colocar ramas y troncos en el suelo de forma que…
— Kruger estaba de nuevo en pie; no hubo necesidad de acabar la frase. Esta vez fue Dar quien iba delante, con Kruger varios pasos detras de el.
En su momento, el chorro de vapor demostro que el resorte habia sido puesto en marcha. Kruger se quedo donde estaba, mientras Dar retrocedio hacia el. El chorro ceso; decididamente, Dar habia abierto la valvula. Era dificil estar seguro de la posicion precisa del resorte en el casi totalmente oscuro paisaje. Dar se movio hacia adelante y hacia atras hasta que localizo la ultima pulgada del borde del area sensible; entonces le dijo a su companero: Nils, si vuelves arriba y buscas varias rocas de diferentes pesos nos enteraremos del grado de sensibilidad de este ingenio. Yo me quedare aqui y senalare la zona.
— De acuerdo — Kruger comprendio que el pequeno tipo estaba pensando y obedecio sin ningun comentario o pregunta. Volvio a los cinco minutos cargado de piedras de lava cuyo peso total aproximado era las cincuenta y cinco libras de Dar, y los dos se dedicaron a hacerlas rodar una a una detras de la linea fatidica. Unos minutos de emanaciones y silencios alternativos evidenciaron que el gatillo operaba con el peso y que se requerian aproximadamente quince libras para abrir las valvulas. Ademas, las quince libras podian ser situadas en cualquier lugar a lo ancho del corredor en una distancia de unos diez pies.
Simplemente, el esparcir sus pesos no seria de utilidad; tan pronto como la suma total llegaba al limite de