connotaciones familiares, aunque por lo que Dar Lang Ahn le habia estado contando parecia improbable.
Uno de los planeadores era considerablemente mayor que los otros dos; Kruger se supuso que debia ser el «cuatro plazas» que habia mencionado el otro piloto. Dar Lang Ahn le llamo y todo el grupo se puso a pensar la mejor manera de acomodar al relativamente gigantesco cuerpo humano. El puesto de control tenia que ser naturalmente dejado para el piloto; si se tenian que quitar los otros tres asientos, no quedaba nada para sostener a Kruger, aparte la debil envoltura del fuselaje. Ninguno de los asientos era suficientemente grande para que cupiera en el, aunque tenian una forma bastante razonable desde el punto de vista humano. La solucion final fue un improvisado soporte de ramas delgadas, mas parecido a un colchon que a un asiento que parecia lo suficientemente resistente para impedir que Kruger atravesara la tela, y ligero para ajustarse a las bastante exactas condiciones de estabilidad del planeador, condiciones que habian sido ya un poco forzadas por las caracteristicas fisicas del chico.
Kruger supuso que tendria que pasar algun tiempo entre la desaparicion de la raza y la aparicion de la siguiente, aunque cuando formulo esta pregunta al grupo ninguno supo darle una respuesta. Los tres recien llegados se quedaron atonitos ante la pregunta, y desde entonces empezaron a mirarle como un fenomeno mas extrano de lo que su ya raro aspecto indicaba. El piloto del planeador grande no puso ninguna pega a que Dar lo condujese mientras Kruger estuviera a bordo.
Hechos todos estos preparativos, Dar pregunto donde podia encontrarse el resto de la flota, o si un grupo de aquel tamano estaba destinado a atacar el poblado donde estaban sus libros. Ree San Soh le respondio.
— No vamos a ir aun a ese poblado. Los Profesores quieren tener un informe mas completo de la situacion, que solo tu puedes dar, y desean ver tambien a tu companero, Kruger. Dijiste que sabia mas de lo que hay en los libros, asi que pensaron que es mas importante llevarle a las Murallas de Hielo antes, en especial si sufre con el calor.
Dar Lang Ahn admitio la fuerza del argumento, aunque un habito que duraba ya una vida le hacia no sentirse del todo satisfecho con el tema de su carga perdida. Kruger aplaudio la decision; cada vez que oia la palabra que habia decidido debia significar «hielo» le entraba morrina. Un bano turco esta bien de vez en cuando, pero habia estado metido en uno durante la mayor parte de un ano terrestre.
No hubo dificultades con el lanzamiento. Por turno, cada planeador fue anclado a la distancia correcta, el cable enganchado a su morro, y una ligera y no tirante cuerda se tendia hasta el soporte mediante una polea y de nuevo a un cabrestante. Giraron este ultimo hasta que la parte tirante de la cuerda llego al soporte y entonces se solto la primera cuerda y se guardo, y el planeador fue soltado. Al ser lanzado sobre el soporte, el gancho se desprendio de su nariz, dejando que la operacion pudiera ser repetida con el siguiente planeador.
La unica variacion surgio con el ultimo planeador, que fue el que usaban Dar Lang Ahn y Kruger. En este caso el cable suelto era atado al soporte en vez de al aparato, el cabrestante instalado en un soporte en la cabina del piloto y el planeador anclado con un nudo deslizante que podia ser desatado por el piloto desde su posicion. A consecuencia de esto, el cable subio al aire con ellos y fue enrollado por Kruger cuando estuvieron ya a salvo en ruta. Dar espero que terminara esta operacion para comentar las consecuencias que habria acarreado el que el gancho se enganchara en el soporte de lanzamiento.
— ?Pero no teneis ningun medio de soltar el final del cable si esto sucede? — pregunto Kruger.
— Se ha intentado, pero el piloto no suele reaccionar con la suficiente rapidez como para sacar provecho de ello. No te enteras de que esta liado hasta que el cable te arranca la nariz y te expide fuera de tu cinturon de seguridad — Kruger trago saliva y se quedo callado.
El vuelo resulto interesante, pero falto de incidentes. A Kruger le parecio, claro, lento; Dar no se podia dirigir en linea recta a sus objetivos. Tenia que deslizarse de una corriente de aire a la siguiente, no estando Kruger en absoluto seguro de como encontraba las que subian. Dar, por supuesto, no siempre podia explicar lo que sabia, pues le costo mucho tiempo, unos cuarenta anos terrestres, aprenderlo, y dificilmente podia impartirlo todo en un solo vuelo.
Una cosa era cierta: Dar Lang Ahn se habria llevado casi sin darse cuenta cualquier premio que se hubiera ofrecido en la Tierra a pilotos de vuelo a vela. El simple hecho de que el presente vuelo cubriera mas de mil quinientas millas no era la principal razon para ello, sino el hecho de afrontarlo como algo normal, sin mas preocupaciones sobre la posibilidad de un fracaso de las que hubiera tenido un hombre al empezar a dirigirse desde Honolulu a Nueva York. Al pasar las horas y no aparecer ninguna senal de la costa del otro lado, Kruger empezo a darse cuenta de ello.
Cuando por fin aparecio la costa, era completamente diferente de la que habian salido, pues aquella era relativamente plana, menos por los esporadicos conos volcanicos, y esta era aspera. Habia sistemas montanosos producidos al parecer por movimientos del terreno y por defectos en las rocas; eran aparentemente montanas jovenes, como los geologos las hubieran clasificado. Escarpados acantilados, miles de pequenos arroyos ricos en cascadas y rapidos, agudos y desnudos picos, todo contaba la misma historia.
Las corrientes de aire eran increiblemente complicadas y Dar las bordeaba con una habilidad rayando lo sobrenatural. Los otros planeadores habian desaparecido hacia ya largo tiempo, al haberles permitido su menor peso hacer saltos de corriente a corriente a los cuales Dar no habia querido arriesgarse.
Con la costa enfrente, Dar empezo a escorarse a la izquierda y la cruzo con un gran sesgo. Normalmente, estaban a demasiada altura para poder ver ningun animal ni los detalles de las selvas que recubrian las lomas superiores de las montanas, pero a veces el planeador seguia al lado de sotavento de un valle para utilizar las corrientes de aire hasta la siguiente cordillera, y Kruger podia ver como los arboles eran diferentes. Una razon resultaba evidente: la temperatura era mas baja, como Kruger podia atestiguar. En las alturas mayores a las que llegaba el planeador se habia sentido a gusto en la primera parte del viaje, pero ahora el sitio mejor estaba mucho mas cerca del suelo.
Esto empeoro con el paso de las horas. Kruger no estaba seguro de lo que viajaron, pero advirtio que debian haber sido cientos de millas. Estaba cansado, hambriento y sediento. Dar parecia insensible a todos estos males, asi como al frio, que casi estaba logrando que Kruger echara de menos la selva. Habian hablado poco en varias horas, pero cada vez que Kruger pensaba cuanto tiempo duraria aun el viaje no lo hacia, pues no queria que pareciera que protestaba. Por fin, fue Dar quien hablo.
— No vamos a poder llegar antes de que se haga de noche — dijo de repente —. Tendre que aterrizar pronto y seguir cuando vuelva a salir el sol.
Kruger miro a la estrella azul, en cuyos movimientos hacia largo tiempo que no reparaba. Dar tenia al parecer razon. Arren estaba en el horizonte detras de ellos y un poco a la derecha del planeador; se estaba poniendo con lentitud. Kruger trato de aprovechar esto para hacerse una idea de su situacion en el planeta; debia significar algo, ya que habia visto el sol azul en el horizonte durante mas de seis meses terrestres. Una cuestion parecia clara, y era que Theer no saldria aquel ano. Habian cruzado al «lado oscuro» de Abyormen. Un casquete polar parecio de repente distinguirse en el paisaje.
Sin embargo, a juzgar por el angulo en que se ponia la estrella, esta no iria muy debajo del horizonte, decidio Kruger, comunicando a Dar su conclusion.
— No estara lo suficientemente oscuro para no poder ver, ?verdad? — pregunto.
— No; pero no solemos volar cuando ninguno de los dos soles esta en el cielo — fue la respuesta —. Las corrientes de aire vertical son mas raras y dificiles de identificar a cualquier distancia. Sin embargo, hare lo que pueda para llegar a las Murallas antes de que el sol se ponga; no tengo demasiadas ganas de estar quince o veinte horas sentado en lo alto de una colina — Kruger participo de todo corazon en este deseo.
Era dificil decir lo que la estrella hacia, ya que subian y bajaban con mucha rapidez, pero no habia ninguna duda de que se estaba poniendo. Su atencion se concentraba en la estrella que desaparecia, pero no tanto como para impedirle observar el paisaje que habia debajo, apareciendo el casquete polar algo antes de que se diera cuenta de ello.
Despues de esto, advirtio ya muy pocas cosas mas.
Un gran rio que se encaminaba hacia el ahora distante mar fue la primera advertencia que recibio. Siguiendo su curso hacia arriba, vio que procedia de una gigantesca pared que brillaba color rosa con los casi horizontales rayos de Alcyone. Tardo varios segundos en darse cuenta de que la pared era el pie de un glaciar. El rio seguia tierra adentro, pero era ya un rio de hielo. Las montanas iban siendo realmente mas altas en el centro del continente, pero desde el punto de vista de Kruger parecian menores, ya que sus bases estaban enterradas con lo que parecia nieve acumulada durante siglos. Desde todo lo alto a lo que podia subir el planeador no se podia ver mas que como el campo de hielo se extendia indefinidamente. La mayor parte de el permanecia quieta por la accion