?Sabeis cuanto reconocio que habia ganado el ano pasado, en solo un ano? Un millon.
?Un millon de dolares!' 'Para ser mas exactos, permiteme que te recuerde su declaracion de ingresos -le interrumpio el Perito Mercantil-.
En el transcurso de los doce meses del ano pasado alcanzo unos ingresos de un millon doscientos veintinueve mil cuatrocientos cincuenta y un dolares y noventa centavos'.
'?Lo veis? -dijo el Mecanico-. Pues, si quereis saber mi opinion, para mi eso es lo mas atractivo que tiene. A eso no me importaria nada meterle mano'.
No me gustaba nada el sesgo que estaba adquiriendo la conversacion y llegue a la conclusion de que habia llegado el momento de exponerles a los demas lo que el Objeto me habia dicho.
Me parecio que si comprendian cuanto apreciaba ella la ausencia de interes economico de la aventura y lo mucho que les respetaba por sus puras motivaciones, se avergonzarian y desistirian de aquella conversacion tan materialista.
Tome por tanto la palabra.
'Creo que debiera deciros algo que viene muy a cuento de esta conversacion -les dije-. La otra noche estuve hablando con ella a proposito de sus relaciones con nosotros y de su actitud. Debo anadir que se mostro de lo mas sincera.
Si bien no minimizo la importancia del secuestro, me confeso que, desde que ello habia ocurrido, habia conseguido ver las cosas de una forma mas desapasionada. Y me confeso que ahora, tras haberse producido el secuestro y haberse acostumbrado a su suerte, sobre todo desde que empezamos a tratarla mejor, ha descubierto que existe un aspecto de nuestra empresa que le causa mucha admiracion.
Me dijo que nos respetaba precisamente por ese motivo'.
'?Ah, si? -pregunto el Mecanico-. ?De que se trata?'
'Aprecia la pureza de nuestras intenciones. Le gusta la idea de que nos arriesgaramos por el hecho de desearla y no ya para mantenerla como rehen a cambio de un monton de dinero. Considera que nuestros motivos constituyen un cumplido. Hemos coqueteado con el peligro, hemos logrado llevar a cabo un dificil secuestro y lo hemos hecho por amor, no por dinero. Por eso nos respeta'.
'Ni hablar, hombre -dijo el Mecanico soltando un grunido-. Debe estarse burlando de nosotros y pensando que somos un hato de imbeciles, por habernos tomado todas estas molestias a cambio de su amor en lugar de hacerlo a cambio de lo que interesa realmente, que es el dinero contante y sonante y nada mas'.
'Te equivocas -dije yo-. Se enorgullece sinceramente de nuestro comportamiento. Se siente muy halagada'.
'Bueno, tal vez lo considere un cumplido, maldita sea, pero yo no.
Yo pienso que estamos haciendo el ridiculo. ?Sabeis una cosa? Cuanto mas lo pienso, cosa que llevo haciendo toda la semana, mas me doy cuenta de lo tontos que hemos sido al habernos arriesgado tanto a cambio de un trasero como hay otros, sobre todo teniendo en cuenta que cualquier persona en su sano juicio sabe perfectamente que, cuando se lleva a cabo algo de este estilo y se alcanza el exito, es posible disfrutar de todos los traseros que te apetezcan junto con el dinero. Os digo que somos unos idiotas'.
'No lo somos -insisti yo-. Si lo hubieramos hecho a cambio de dinero, no seriamos mas que unos vulgares delincuentes, cosa que no somos. Lo hicimos porque eramos unos seres humanos honrados, que queriamos llevar a cabo una empresa romantica'.
'De romantica, nada -me espeto el Mecanico claramente molesto-. Os digo que fuimos unos idiotas. Mirad, cuando un tio va y arriesga deliberadamente el pellejo lo importante es que lo haga por algo que merezca la pena.
Hacerlo a cambio de un poco de amor, que demonios, eso se hace, se acaba y se olvida y entonces ?que te queda? Por el contrario, arriesgas el pellejo a cambio de algo que pueda cambiar tu vida para siempre, eso si merece la pena.
Mirad, yo os digo lo que pienso. -Hizo un gesto en direccion al dormitorio principal-. Cuando todo termine, haber disfrutado de su trasero en aquella habitacion no va a cambiar mi vida. En cambio, disponer de unos cuantos millones de los que ella tiene guardados, eso podria permitirme volver a casa convertido en un rey y modificar todo mi futuro.
Que demonios, ella misma me dijo que tenia mas billetes verdes de los que le hacen falta, aunque viviera hasta los noventa anos. No los podra aprovechar todos'.
'Pues nosotros no se los vamos a quitar -dije yo-. El Club de los Admiradores no se fundo con vistas a estudiar su situacion economica, y no se hable mas del asunto'.
'Muy bien, chico, muy bien -dijo el Mecanico y despues esbozo una ancha sonrisa para darme a entender que no se proponia insistir en el tema-.
No tienes por que enojarte. No estaba proponiendo nada en concreto. Estaba haciendo simplemente conjeturas, pensando en voz alta'.
'Pues procura no pensarlo -le dije-. Quede esto bien claro de una vez por todas. Su riqueza no nos concierne'.
'Yo no diria tanto -replico el Mecanico. Levanto el vaso, ingirio un sorbo y se lamio los labios-. Tal vez no nos concierna pero yo solo se una cosa: y es que cuando pienso en todo el dinero que tiene, me excito mas que si pensara en su trasero'.
'Callate ya y baraja -le dije-. Sigamos la partida'.
Pero me sentia muy enojado a causa de aquella insensata conversacion. En el transcurso de la primera mano, una vez reanudamos el juego, me alegre mucho de poderle ganar y dejarle atascado con trece puntos.
Habian transcurrido veinticuatro horas sin incidente alguno, y a la noche siguiente volvieron a reunirse los cuatro alrededor de la mesa del comedor para beber, conversar de vez en cuando y jugar indiferentemente a la banca.
En aquellos momentos, mientras descartaba tres veces a Yost y aceptaba los tres naipes que Brunner le ofrecia, Adam Malone estaba muy lejos de la partida. Estaba repasando el dia y, a primera vista, aquel viernes no se le antojaba nada distinto a los demas dias transcurridos en aquel confinamiento, si bien habia algo que le inquietaba.
Todos habian dormido hasta tarde, lo cual no era nada raro. La tarde se la habian pasado: Brunner, dormitando frente al aparato de television; Yost limpiando su escopeta de caza de dos canones y saliendo a dar un paseo, y Shively, tan nervioso como siempre, fumando sin cesar, cortando un poco de lena, revisando el cacharro de ir por las dunas y bebiendo tequila.
Malone se habia conformado con descansar en el porche y terminar finalmente la lectura de la novela de James Stephens.
Ahora Malone estaba pasando mentalmente revista a los acontecimientos que habian tenido lugar antes y durante la cena. Hasta aquel dia, siempre habian hecho lo mismo.
Siempre se habian reunido en el salon para tomar un trago, charlar acerca de su pasado y su trabajo, contarse anecdotas y pasar el rato.
En tales ocasiones, Shively siempre resultaba ser el conversador mas animado, refiriendose a menudo a sus aventuras con los mequetrefes del Vietnam, o a sus acrobacias sexuales con infinidad de mujeres, o a sus vehementes discusiones con las autoridades y la gente rica que no dejaba de humillarle.
En el transcurso de sus monologos, uno o dos de sus companeros se levantaban y se iban a la cocina a preparar la cena. Despues devoraban la comida y a continuacion se entregaban al rito de echar las cartas para determinar el orden de visitas a Sharon Fields.
Despues bajaban por el pasillo siguiendo un riguroso turno y se encerraban en el dormitorio en compania de Sharon.
Solo una vez -de ello hacia cuatro dias-habian variado un poco las cosas, y ello habia ocurrido cuando Brunner habia preferido no visitar a Sharon con vistas a recuperar energias.
Pero esta noche las cosas habian cambiado considerablemente y Malone suponia que estaba desazonado a causa de aquel cambio de comportamiento.
Poco antes de cenar, Shively se habia dedicado a ingerir mas tequila que de costumbre, aparte las bebidas alcoholicas que ya se habia tomado en el transcurso de la tarde, y, en lugar de llevar la voz cantante de la conversacion, se habia sumido en un insolito silencio.
Ademas, no habia permanecido en compania de los demas hasta la hora de la cena sino que, sin dar
