Pero Elinor habia vuelto a prestar toda su atencion al estofado de buey.
Entonces Yost se dio cuenta de que el no se habia mostrado en modo alguno comprensivo con el ajetreado dia de su esposa. Estaban empatados.
Regreso al salon decidido a emborracharse. Bebio pausadamente.
Elinor emergio varias veces de la cocina para mirarle con ojos de reproche y preguntarle si ya estaba dispuesto.
No lo estaba y asi se lo dijo, pero media hora mas tarde, ligeramente anestesiado, empezo a mostrarse amable con Elinor y, al final, se reunio con ella para cenar.
En el transcurso de toda la cena se dedico a mirarla con simpatia y a asentir sin dejar de comer mientras escuchaba distraido el relato detallado de todos los acontecimientos de su jornada.
El temario, penso Yost, era espantoso. Un tratado acerca de como se hacen las camas. Una historia de intrascendentes llamadas telefonicas. Una diatriba acerca de los precios de los alimentos. Un informe psicologico acerca de los hijos y los problemas de estos. Una revision fiscal de las finanzas familiares con especial hincapie en las facturas no pagadas y los acreedores. Una genealogia desfavorablemente equilibrada en relacion con los parientes de Yost. Un deseo de escapar, de descansar un poco, de hallar un poco de alivio. Esto ultimo Yost lo comprendia muy bien.
En resumen, experimento afecto hacia ella y deseo que se le correspondiera con afecto. Ella tambien era una persona, una persona que le pertenecia, y, bien mirado, a el hubieran podido irle peor las cosas, mucho peor.
Estaba empezando a experimentar los efectos de la borrachera y Elinor volvia a antojarsele tan joven y atractiva como antes.
Se acrecento su sensacion de bienestar y se inclino hacia ella mirandola con una burlona expresion lasciva.
– Oye, encanto, ?te apetece que nos acostemos temprano y nos hagamos un poco el amor? Ella hizo una mueca y se acerco un dedo a los labios.
– Ssss.
?Por que hablas tan alto? ?Quieres que te oigan los ninos?
– Ya saben que no les trajo la ciguena.
?Que dices, carino? -Digo que ya era hora que me demostraras un poco de interes. -Se seco la boca con la servilleta, se levanto y empezo a quitar la mesa-.
Ya veremos.
De repente se sintio abandonado, sereno, de nuevo en casa como siempre.
Empujo la silla hacia atras y se levanto para buscar un puro.
Lo encontro, lo encendio y se pregunto si sucederia lo mismo en otros lugares y con otras mujeres.
?Sucederia lo mismo en el caso de la pareja de la Casa Blanca o de la pareja del palacio de Buckingham o del presidente de la Compania de Seguros de Vida Everest y su esposa en su residencia de Manhattan? ?Sucederia lo mismo en el caso de aquellos astros cinematograficos que vivian en Holmy Hills o Bel Air? Eso no era posible que le sucediera a uno que fuera alguien con poder y riqueza y toda la libertad y las alternativas del mundo.
Elinor habia regresado al comedor y estaba quitando el mantel.
?Tenemos algo en el programa de esta noche? le pregunto el.
– Si te refieres a si vamos a ver alguien… no, hasta el sabado por la noche.
– ?Y que haremos el sabado por la noche?
– Prometimos ir a casa de los Fowler, a jugar un poco al 'gin rummy'.
– ?Otra vez?
– ?Pero que te ocurre, Howard? Creia que te resultaban simpaticos.
– De vez en cuando, de vez en cuando. ?Y ahora que vas a hacer?
– Terminar de arreglar la cocina. Y despues quiero que no me estorbes. Tengo que coser un poco.
Y, si no tuviera demasiado sueno, querria terminar de leer aquella novela para devolverla a la biblioteca antes de que expire el plazo.
– ?Donde estan los ninos?
– Pegados al aparato de television, ?donde si no? A veces pienso que somos demasiado indulgentes porque les permitimos ver estas idioteces una noche si y otra tambien.
Debieras ponerte un poco serio a este respecto.
Permitirles mirarla solo cuando hubieran terminado los deberes y ordenado sus habitaciones como es debido.
Debieras ver el desorden que reina en sus cuartos.
– Muy bien, de acuerdo.
Elinor se dirigio de nuevo a la cocina y el salio al pasillo para decirles hola a su hijo de doce anos, Tim, que ya era tan alto como el a esta edad, y a su hija de diez anos, Nancy, que se estaba convirtiendo en una nina muy guapa a pesar de las abrazaderas que llevaba en la dentadura.
Entro en la habitacion que jamas habian terminado de amueblar y que utilizaban como cuarto de juego para encerrar en el a los ninos sobre todo cuando habia invitados.
Tim y Nancy se hallaban sentados sobre la alfombra marron con las piernas cruzadas, mirando atentamente la pantalla del aparato de television en color.
– Hola, monstruos -les saludo Yost.
Tim levanto una mano y le saludo sin volverse. Nancy se puso rapidamente de rodillas para besarle.
– ?Que estais mirando? -les pregunto senalando el aparato.
– Una birria de pelicula del Oeste -repuso Tim-.
Estamos esperando lo que vendra despues.
– El estreno -anadio Nancy-.
Va a haber un programa de una hora dedicado al estreno de la gran pelicula de Sharon Fields 'La prostituta real' en el Teatro Chino Grauman.
Asistira Sharon Fields en persona.
– Es muy llamativa -dijo Tim sin apartar los ojos de la pantalla.
– Es la que mas me gusta de todas -dijo Nancy.
Yost se sento en el borde de un desvencijado sillon, fumando el puro y recordando subitamente el extrano encuentro de la noche anterior en el bar del All-American Bowling Emporium.
Si se atreviera a contarselo a alguien, creerian que estaba loco.
Aquel escritor chiflado, Adam Malone, el sedicente experto en Sharon Fields, con su descabellado plan de llevarsela y raptarla en la seguridad de que a ella no le importaria les habia sacado a todos de quicio.
Ahora tuvo una incontrolable vision de la joven Gale Livingston sentada frente a el con las piernas levantados y separadas y sus suaves muslos, atormentandole con aquella franja de las bragas.
Su imaginacion borro a Gale y la sustituyo por Sharon Fields, la actriz del cuerpo mas hermoso y provocador de la tierra, sentada frente a el con las piernas levantadas y separadas y dejando al descubierto lo que habia entre ellas.
La noche anterior, aquel tipo raro de Malone con sus fantasias habia puesto por unos momentos a Sharon Fields al alcance de su vida.
Santo cielo, la de locos que andaban sueltos por la ciudad.
Pero la imagen de Sharon Fields siguio grabada en sus pensamientos.
– ?Seria posible que alguna mujer resultara tan hermosa en persona como en la pantalla? Se pregunto como seria Fields en persona. ?Seria posible que resultara tan fabulosa como en las peliculas o las fotografias para las que posaba? Lo dudaba. Jamas sucedia tal cosa.
Y, sin embargo, no seria tan famosa y venerada si no poseyera algo autentico.
– ?A que hora empieza el estreno? -les pregunto a los ninos.
Tim se miro el reloj de astronauta.
– Dentro de diez minutos -repuso.
Yost se puso en pie.
– Que os divirtais pero que os vayais despues a la cama en seguida.
Se dirigio a la cocina.
Elinor estaba ordenando los platos de espaldas a el.