Yost se le acerco y la beso en la mejilla.

– Carino, acabo de acordarme.

Tengo que salir una o dos horas.

No tardare mucho.

– Pero si acabas de llegar.

?A donde vas ahora?

– Al despacho. Tengo que ir por unos papeles que he olvidado.

Tengo que prepararle un programa especial a un posible cliente de manana. Podria ser un buen pellizco.

Elinor se irrito levemente.

– ?Por que no puedes ser como los demas hombres? Los hombres saben hacer otras cosas aparte de trabajar. ?Es que no podemos disponer de un poco de tiempo para nosotros?

– Es un medio de ganarse la vida -repuso el-. Si pudiera lograr que me aceptaran algunos de estos programas, es posible que pudieramos descansar un poco mas.

No lo hago solo por mi, ?sabes?

– Lo se, lo se. Todo lo haces solo por nosotros. Bueno, procura no estar fuera toda la noche.

– Voy al despacho y vuelvo en seguida -le prometio el.

Se dirigio al armario para descolgar la chaqueta.

– Si el trafico de la autopista no fuera muy denso, podria llegar a Hollywood en cosa de veinte minutos.

Estaba seguro de que no llegaria demasiado tarde para poder verla en persona.

Aquel mismo martes, a las seis y media de la tarde, Leo Brunner todavia seguia trabajando el fondo del despacho particular de Frankie Ruffalo, situado encima del conocido 'key club' de Ruffalo, El Traje de Cumpleanos del Sunset Strip de Hollywood Oeste.

El Traje de Cumpleanos, que ofrecia a sus socios almuerzos, cenas, cocteles y la diversion constante que procedia de una pequena orquesta y varias danzarinas desnudas de cintura para arriba o de cintura para abajo, era una de las mas lucidas cuentas de Leo Brunner y la preferida de este sin ningun genero de dudas.

Varios dias antes de que tuviera lugar su visita mensual destinada a revisar las cuentas del libro mayor de Ruffalo, Brunner ya se solazaba pensando en aquella aburrida tarea.

Para ser un perito mercantil titulado, las operaciones de Leo Brunner eran mas bien modestas y sus clientes eran de los de ingresos poco elevados.

En una oficina de dos estancias y una sola secretaria, en el tercer piso de un triste y sombrio edificio comercial de la zona menos elegante de la Avenida Occidental, Brunner llevaba a cabo la mayoria de su trabajo.

En su propio despacho, flanqueado por una maquina de escribir y una calculadora (tan importante para el como uno de sus miembros), Brunnner se encargaba de escribir: preparar y enviar por correo los resumenes de los informes, las solicitudes de confirmacion a los clientes o acreedores de sus clientes y las sugerencias o recomendaciones acerca de la mejora de los procedimientos de contaduria y archivo.

Lo que mas le gustaba de su trabajo era salir de su despacho para visitar el despacho de un cliente y examinar los libros de este en su propio terreno.

Pero ninguna de estas visitas te resultaba tan satisfactoria como la visita mensual que realizaba al atrevido club particular de Frankie Ruffalo.

Varias veces, cuando abandonaba el club y bajaba por la escalera que conducia a la salida posterior, Brunner se habia detenido entre bastidores para presenciar brevemente la actuacion de las chicas de Ruffalo.

A veces solo bailaba una muchacha.

Otras veces habia toda una hilera.

Las muchachas siempre eran jovenes, bonitas y extremadamente bien formadas.

Aparecian desnudas de cintura para arriba y empezaban a girar y oscilar al ritmo de la musica y, hacia la mitad de su actuacion, se quitaban los pantaloncillos o faldas cortas y dejaban al descubierto las nalgas y la parte frontal.

Brunner jamas habia tenido ocasion de observarlos de cerca tal como podian hacer los clientes -danzaban desde el escenario a lo largo de una pasarela elevada que se proyectaba directamente hacia el centro del local-, pero incluso desde lejos el espectaculo se le antojaba muy estimulante.

Esta noche, inclinado sobre el segundo escritorio de detras del despacho particular mas lujosamente amueblado de Ruffalo comprobando las cuentas del libro mayor, Leo Brunner que estaba mas distraido que de costumbre y que le resultaba muy dificil concentrarse.

A traves de la puerta cerrada del despacho le llegaba la musica de abajo y el apagado murmullo de las conversaciones y las risas y la diversion y los aplausos.

Le estaba costando Dios y ayuda concentrarse en aquellos debes y haberes cuyos numeros no hacian mas que confundirse y danzar ante sus ojos.

Esta noche, realizar el trabajo le habia costado el doble de tiempo, pero, si se concentraba bien, lograria estar listo en veinte minutos.

Sin embargo, le costaba manejar los libros con su habitual eficiencia y, al final, se reclino contra el respaldo del chirriante sillon giratorio y se pregunto por que, se pregunto que debia ocurrirle.

Se aliso los cuatro pelos canosos que le cubrian parcialmente la calva, se quito las gafas metalicas para descansar un poco la vista y se concentro involuntariamente en si mismo para examinar sus pensamientos.

Pensaba que aquella lentitud tal vez se debiera a la edad. Tenia cincuenta y dos anos, llevaba treinta casado con la misma mujer y no tenia hijos.

Pero no podia ser cosa de la edad o de la falta de forma. Porque Brunner se dedicaba a un trabajo sedentario y siempre habia vigilado su peso.

Media metro setenta y tres y pesaba setenta y cinco kilos, lo cual estaba muy bien.

Llevaba muchos anos practicando tres ejercicios matinales para mantenerse en forma.

Comia con regularidad saludables alimentos organicos y yogourt.

Dudaba que aquella lentitud se debiera a la edad o a la baja forma.

Habia leido que muchos hombres de cincuenta y dos anos eran unos grandes amantes muy codiciados por mujeres mas jovenes.

Reflexionando acerca de aquella situacion, se le ocurrio una idea y comprendio inmediatamente lo que le estaba sucediendo. La causa de su falta de concentracion habia sido un sentimiento que acababa de descubrir.

Bueno, en realidad, dos sentimientos, uno de resentimiento y otro de autocompasion. Brunner era un hombre suave, un hombre timido, un hombre tranquilo exento de envidia y celos. Jamas se habia considerado una persona que pudiera mostrarse resentida contra alguien o algo.

Sin embargo, el resentimiento lo tenia en su interior como una especie de ulcera flotante y comprendio que estaba resentido, no contra alguien o algo en especial, sino contra la propia vida, la forma de vida que le habia estigmatizado convirtiendole en un pasivo a largo plazo y no ya en un activo.

La vida le habia desdenado y habia pasado de largo, mientras que abajo habia hombres de su misma edad e incluso hombres de mas de cincuenta y dos anos totalmente libres de prejuicios, independientes, con abultadas carteras y whiskys con soda, admirando a preciosas muchachas desnudas y a veces llevandose a estas muchachas a sus mesas y despues a sus alcobas, sin que ello les indujera a pensar otra cosa que no fuera eso: que la vida podia resultar divertida para la gente que sabia divertirse y podia permitirse el lujo de pagarlo.

Estaba resentido contra el hecho de que un Hacedor o alguna Fuerza Cosmica hubiera facilitado a la mayoria de las personas los medios y el derecho a disfrutar de los placeres, otorgando en cambio a una minoria de la que el formaba parte unos medios limitados y un derecho limitado a ser acemilas a las que solo estaba permitido un minimo de complacencia hedonista.

Todo aquello constituia una terrible iniquidad y, si, se mostraba resentido a causa de esta injusticia.

Metiendose la mano en el bolsillo para buscar la bolsa de semillas de soja que siempre llevaba consigo, la abrio, se metio en la boca unas cuantas semillas y siguio reflexionando acerca de su negativo, francamente negativo, estado mental.

El dolor dominante que experimentaba era debido a la autocompasion.

Habia cometido un error muy temprano, a los veintidos anos, y aun lo estaba pagando.

Hubiera querido echarle la culpa a Thelma pero comprendia que era absurdo culparla a ella. La eleccion se habia debido a el.

Y, sin embargo, el tampoco habia tenido la culpa. Habia sido victima de su pasado, de sus padres tan

Вы читаете Fan Club
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату