Nadie se percatara de su presencia.
Brunner no creia posible que nadie se percatara de su presencia.
– De veras, senor Ruffalo, si va usted a probar a algunas chicas, tal vez prefiere estar solo con…
– He dicho que se quede -le interrumpio Ruffalo en tono impaciente-.
Pero, bueno, ?es que voy a tener que decirselo por escrito? Perdone pero tenerle aqui en el despacho conmigo es como estar solo.
Y se lo digo como un cumplido. Siga, pues, con su trabajo.
Para Brunner aquello no era en modo alguno un cumplido. Estaba acostumbrado a los ataques cotidianos de la vida contra su dignidad. Hacia tiempo que se habia resignado a no ser una persona, a no ser mas que un dibujo de papel de pared.
Pero esta noche tenia la sensibilidad a flor de piel y la observacion de Ruffalo, le hizo dano.
Procuro concentrarse en las cuentas pero los movimientos y las palabras de Ruffalo le distraian.
Ruffalo habia descolgado el telefono y, al parecer, estaba llamando a los vestuarios de abajo.
– Oye, Sig, ?cuantas hay? -Escucho-.
Muy bien, enviame a tres.
Al terminar de hablar por telefono, Ruffalo, empezo a pasear por la estancia, despues se dirigio a la puerta, la abrio y asomo la cabeza.
– Muy bien, chicas, moved los traseros. Por aqui.
Regreso al escritorio y empezo a tamborilear sobre su superficie con los dedos de bien cuidadas unas.
Sin mover el lapiz, Brunner estaba mirando hacia la puerta.
Las tres entraron rapidamente en el despacho, una tras otra, y todas ellas saludaron cordialmente a Ruffalo coqueteando un poco.
Ruffalo las saludo con un gesto de la mano y le ordeno a la ultima que cerrara la puerta.
– Muy bien, chicas, no perdamos el tiempo -dijo Ruffalo-.
Poneos alli, delante del sofa.
Las tres mujeres se dirigieron sumisamente al sofa y se quedaron de pie sobre la blanca y peluda alfombra.
Simulando trabajar, Brunner las contemplo por el rabillo del ojo.
Todas eran bonitas, tal vez un poco ordinarias por lo que respectaba al atuendo y los modales pero jovenes y llamativas.
– Ya sabeis por que estais aqui -les dijo Ruffalo sin mas preambulos-.
Estoy seguro de que Sig ya os habra puesto en antecedentes.
Voy a contratar a una de vosotras.
Quiero que ya empiece a actuar en el ultimo espectaculo de esta noche.
?Habeis entendido? Las jovenes asintieron al unisono.
– Muy bien, pues. Empecemos por ti -,dijo Ruffalo senalando a la muchacha de la cabellera platino, que tenia mas cerca-.
Dime como te llamas, de momento el nombre de pila, tu ultimo empleo, el motivo por el que te marchaste o fuiste despedida y lo que mejor sabes bailar para un club como el nuestro. Te escucho.
La rubia platino poseia boca rosada, labios humedos y aspecto nordico.
Lucia un jersey color purpura de cuello cisne, una cortisima falda amarilla, pantimedias y botas de cuero color morado. Tenia una voz estridente.
– Me llamo Gretchen. Trabajaba de modelo en la agencia Grossser. Era modelo de ropa interior. Un fabricante de las prendas que yo presentaba… bueno, a su mujer yo no le era simpatica, me parece que estaba celosa y consiguio que me despidieran.
Eso fue hace algunos meses, ultimamente no ha habido mucho trabajo en la industria de la confeccion.
– ?Lo que mejor sabes bailar? -pregunto Ruffalo.
– Se menearme y oscilar.
– Bien.
La siguiente.
Los ojos de Brunnner enfocaron a la muchacha de en medio, mas baja que las otras y tambien mas llenita…
Tal vez midiera un metro sesenta y dos. Llevaba corto el cabello castano, poseia unas ventanas de la nariz muy anchas y el busto mas exuberante que las demas. Lucia una camiseta suelta y unos pantalones de terciopelo a juego con el color de su cabello.
– Me llamo Vicky.
Actuaba dos veces por noche en el Figon de Al, cerca del aeropuerto. Un sitio de camareras desnudas de cintura para arriba. Clientela acaudalada. Me marche al empezar a salir con un dentista cliente habitual de alli que queria casarse conmigo. Me fui y estuve viendome con el un ano. Despues nos peleamos y el me dejo. Estoy dispuesta a volver a empezar. Se bailar una danza del vientre estupenda.
– Muy bien. ?Estas en forma?
– Vealo usted mismo senor Ruffalo -repuso Vicky sonriendo.
– Lo hare -le prometio Ruffalo-.
Ahora tu -dijo senalando a la tercera.
Poseia lustroso cabello rojizo que le caia hasta los hombros, un redondo y cremoso rostro de ingenua, hombros y caderas muy anchas pero cintura muy fina y piernas largas.
Vestia un ajustado traje que le llegaba hasta la rodilla, iba sin medias y calzaba sandalias. Hablaba arrastrando las palabras y jugueteaba con su cabellera.
– Puede llamarme Paula.
Soy modelo de fotografo. En cueros. Me detuvieron en San Francisco por posesion de droga. Era reincidente y estuve en la sombra algun tiempo. Despues pense que me convendria trasladarme a vivir aqui, He empezado a buscar trabajo para hacer algo distinto.
– ?Ya no tiene nada que ver con la droga? -pregunto Ruffalo.
– ?Usted que piensa? Pues claro que no. Estoy completamente limpia. Jamas he bailado profesionalmente, pero he tomado lecciones. Cosas de tipo interpretativo.
Estilo Isadora Duncan. Pero tambien se bailar cosas mas animadas. Y entonces mi cuerpo resulta estupendo. De veras que me gustaria actuar aqui.
Ruffalo, que habia estado sentado en el borde del escritorio, se levanto subitamente.
– Todo bien, hasta ahora.
Ahora viene lo mas importante. -Senalo con la mano a las tres muchachas-. Vamos a ver lo que teneis. Quitaos la ropa.
En el rincon mas alejado del despacho, Brunner trago saliva y se aparto del libro mayor hundiendose en el asiento y mirando furtivamente a las muchachas para comprobar si estas se habian percatado de su presencia o se sentian cohibidas.
Pero, al parecer, ninguna de ellas se habia dado cuenta de que en la estancia hubiera alguien mas que Ruffalo y sus competidoras.
Obedecieron la orden y empezaron a desnudarse muy despacio.
Brunner jamas habia presenciado nada parecido, tres preciosas mujeres desnudandose al mismo tiempo, haciendolo sin vacilar y probablemente con sumo gusto.
Los ojos de Brunner iban de una a otra sin saber en cual detenerse, procurando captar de una sola vez todos los fragmentos de epidermis que iban quedando al descubierto.
Gretchen se quito despacio y con mucho cuidado el jersey de cuello cisne para no despeinarse el cabello platino. Llevaba un sujetador blanco con relleno que se desabrocho y arrojo sobre el divan.
Tenia los pechos pequenos, altos y conicos, con unos pezones rosados, diminutos y puntiagudos. Se bajo la cremallera de la falda y se la quito.
Ahora apoyo alternativamente el peso del cuerpo en cada uno de los pies para quitarse las botas de cuero y las dejo a su lado. Despues se quito tambien las pantimedias y se irguio.
Poseia un vientre plano, un torax prominente y una fina mancha de vello que no ocultaba la linea de la vulva.