espalda.

Habia emergido del todo y ahora permanecia de pie con sus verdes ojos y sus humedos labios entreabiertos sonriendo para agradecer el clamor y los aplausos que, poco a poco, se fueron, convirtiendo en vitores y gritos, '?Sharon! ?Sharon! ?Sharon!' gritaban tumultuosamente cientos de gargantas.

Regiamente, con una estola de armino cubriendole los hombros y el cuerpo envuelto en un ajustado traje de lentejuelas con corte lateral, que despedia destellos a cada movimiento de sus caderas y muslos, Sharon Fields agradecio con una fugacisima sonrisa aquella estruendosa recepcion.

Hipnotizado por su presencia -jamas, habia estado tan cerca de ella, a solo nueve metros de distancia, Malone se quedo momentaneamente sin habla.

Estaba alli en toda su dimension, sin el filtro de una camara.

Sus relucientes ojos se quedaron clavados en ella, viendola efectuar uno de sus conocidos gestos teatrales.

Se quito de los hombros la estola de piel, se la arrojo a Zigman y, sin ningun impedimento, dejo al descubierto el profundo escote del traje, la hendedura del busto, los suaves hombros y la espalda desnuda.

Irguiendose y sacando el pecho para comprimirlo contra el traje de lentejuelas, se volvio graciosamente hacia una direccion y despues hacia otra levantando un brazo para agradecer las constantes ovaciones de sus reverentes admiradores.

Ahora, con expresion de dicha orgasmica dibujada en el rostro, empezo a avanzar languidamente desde el bordillo de la acera hacia las camaras de television y la entrada del local.

Era una forma de andar sinuosa y envolvente, sus nalgas ondulaban bajo el ajustado traje, y el flexible movimiento de los perfectos muslos casi transformaba el traje en carne femenina.

– No… no lleva nada debajo, ?sabe? -dijo Malone jadeando-. Igual que Harlow y Marilyn Monroe.

Pronto se perdio entre una emboscada de fotografos que la iluminaron con sus 'flashes' como si fuera un arbol de Navidad.

La diosa de la sexualidad fue visible una vez mas mientras contestaba a las preguntas que le estaba dirigiendo Sky Hubbard, en una entrevista transmitida a toda la nacion.

Despues, otro saludo con la mano a los vociferantes admiradores y desaparecio en la caverna del Teatro Chino de Grauman.

Shively y Malone se miraron el uno al otro mudos de asombro.

– ?Que le ha parecido? -pregunto Malone recuperando el habla.

– Santo cielo -repuso Shively sacudiendo la cabeza-, he visto muchas cosas en mi vida, pero jamas habia contemplado una carroceria parecida.

?Como es posible que Dios haya otorgado un busto y un trasero como esos a una sola chica? -Es perfecta -dijo Malone solemnemente.

– Vamos -dijo Shively-. Por lo que a mi respecta, no necesito ver otra cosa.

– Estoy de acuerdo -dijo Malone.

Al parecer, habia otros que tambien se mostraban de acuerdo, porque buena parte de la muchedumbre empezo a dispersarse.

Shively y Malone se retiraron lentamente entre los espectadores que aun quedaban, ambos sumidos en tus propios pensamientos.

Shively se detuvo en seco, senalando hacia adelante.

– Mire, ?no son los tipos que estuvieron con nosotros anoche? Malone escudrino hacia adelante y vio en la acera, frente a un puesto de helados, a Howard Yost y Leo Brunner enfrascados en una conversacion.

– Pues, si, son los mismos. -dijo Malone.

– Menuda sorpresa, mas parece una reunion -dijo Shively-. Vamos a ver que se traen entre manos.

Al cabo de unos momentos, se reunieron los cuatro, y Brunner y Yost explicaron timidamente que aquella noche no tenian nada que hacer y habian acudido alli para ver como era un estreno.

– Tonterias -dijo Shively alegremente-.

?Para que enganarnos? A ninguno de nosotros le importa un comino ver un estreno.

Todos hemos venido para ver con nuestros propios ojos si es lo que todo el mundo dice: la mujer mas preciosa de la tierra.

Yost solto una estruendosa carcajada.

– Ya veo que no hay quien le tome a usted el pelo, Shively.

Reconozco que he querido cerciorarme de si era verdad. Y vaya si lo es.

– Puede estar bien seguro -dijo Shively-.

Lo unico que he pensado, cuando la he visto quitarse las pieles y echar a andar, es que tal seria darme un revolcon con ella.

Lo unico que puedo decir, senores, es lo que ya dije anoche en el bar. Solo que ahora rectifico.

Daria todo lo que tengo o pueda llegar a tener, por una sola noche -fijense bien-, una sola noche, con esta tia tan fabulosa.

– Lo mismo digo tercio Yost.

Brunner sonrio levemente moviendo la cabeza.

Shively apunto con el dedo a Malone, dirigiendose a los demas.

– No nos enganemos.

Debemos nuestra presencia aqui a nuestro amigo Malone y a nadie mas.

Nos ha vuelto locos con Sharon Fields. Nos ha entusiasmado con la posibilidad de echarle las manos encima y de tenerla para nosotros.

– Estudio a Malone-.

?Sigue usted pensando lo mismo, muchacho?

– ?Lo mismo?

– ?Que podriamos llegar a conocer a esta Sharon Fields en persona?

– Pues claro -repuso Malone-, no se ha producido ningun cambio. Jamas lo he dudado ni por un momento. Anoche se lo dije y lo repetire. Si quieren conocerla, pueden hacerlo -todos podemos hacerlo-colaborando y siguiendo mi plan.

– ?Que podemos perder? -pregunto Shively y mirando a los demas y encogiendose de hombros-.

Hace veinticuatro horas que me vuelvo loco pensando en esta Sharon Fields.

Quiero saber si he perdido el tiempo por nada.

?Probamos a averiguar si aqui nuestro amigo Malone nos esta tomando el pelo o bien habla en serio?

– Esta noche me presto a cualquier cosa para divertirme un poco -repuso Yost-. ?Que dice usted, Brunner?

– Dispongo de unas cuantas horas de libertad.

– Estupendo -dijo Shively rodeando los hombros de Malone con el brazo-. Muy bien, gran cerebro, vamos a conocernos los cuatro un poco mejor.

Y tal vez hablemos tambien un poco de lo que bulle en su cabeza.

?Conocen algun sitio de aqui cerca donde podamos tomar un trago y charlar sin que nos molesten? Se apretujaron en el espacioso Buick de Yost dado que se sentian temerarios y rumbosos, decidieron trasladarse al bar del Hollywood Brown Derby de la calle Vine.

Mientras que el restaurante de al lado aparecia lleno de gente y ruido, el bar Derby estaba relativamente tranquilo y escasamente ocupado.

Les costo muy poco esfuerzo encontrar un comodo reservado que les aislara del punado de clientes que habia.

Una vez hubieron pedido los tragos y estos fueron servidos, se produjo un embarazoso silencio, como si ninguno de los tres hombres que Adam Malone habia reunido se mostrara todavia dispuesto a dar credito al improbable sueno de este.

Al final, contemplando aquel lujoso y caro lugar de reunion de los personajes celebres, Kyle Shively inicio una conversacion que pronto se centro en lo que Malone comprendio que constituia el tema preferido del mecanico.

– La primera vez que vengo a un sitio tan elegante -reconocio Shively-. Ahora ya se lo que me pierdo.

?Han visto lo que cobran por una miserable bebida sin alcohol? Hay que ser Onassis o Rockefeller para venir a

Вы читаете Fan Club
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату