un sitio asi.
El que diga que en esta llamada democracia no hay sistema de castas es un idiota.
Y entonces empezo a referir la injusticia de que habia sido objeto por parte de la senora Bishop, que le habia humillado, le habia dicho sin rodeos que no era suficiente para ella, siendo asi que el hubiera podido ofrecerle mucho mas que su marido o cualquiera de sus adinerados amigos.
– Lo unico que no podia ofrecerle era una buena cuenta bancaria -dijo Shively-.
Si, de nada te sirve un miembro largo cuando tienes una cuenta corriente muy corta.
Esta discriminacion me pone furioso. Y, tal como yo digo siempre, no hay forma de cerrar la brecha y ser iguales, porque los ricos cada vez son mas ricos.
– Asi es, efectivamente, senor Shively -dijo Leo Brunner.
Se quito solemnemente las gafas y las empezo a limpiar con el extremo de su servilleta mientras proseguia-: Uno de estos ultimos anos hubo en este pais cinco personas con unos ingresos de mas de cinco millones de dolares que no pagaron ni tan solo cinco centavos en concepto de impuestos sobre la renta.
En este mismo periodo hubo un magnate del petroleo con unos ingresos de veintiseis millones de dolares en doce meses que consiguio legalmente no pagar el impuesto sobre la renta.
En un solo ano, la industria Acero de los Estados Unidos obtuvo unos beneficios de ciento cincuenta y cuatro millones de dolares, y no pago en concepto de impuestos ni un maldito centavo.
Gracias a unas estratagemas legales, los individuos acaudalados o las grandes empresas consiguen librar de los impuestos a cincuenta y siete mil quinientos millones de dolares anuales y, para compensarlo, cada familia de los Estados Unidos se ve obligada a pagar aproximadamente mil dolares al ano.
Y tengase en cuenta que ello sucede en un pais en el que cuatro de cada diez personas viven en la pobreza y las privaciones.
Soy todo lo contrario de un radical, senores. Podria decir que soy mas bien conservador en muchas cosas, incluida la politica fiscal. Me adhiero sin reservas al sistema de la libre empresa, pero nuestra estructura tributaria es tremendamente injusta.
Tras pronunciar su monologo, Brunner se deshincho como un globo de gas que hubiera perdido todo el helio.
Se hundio en su asiento como si se hubiera vaciado y encogido.
– Exactamente, amigo mio -dijo Shively, satisfecho de que un experto hubiera corroborado sus puntos de vista-. Es justamente lo que yo digo siempre.
– Bueno, nadie lo niega -dijo Yost acariciandose pensativo la mofletuda mejilla-.
Aunque siempre he creido que todos tenemos la oportunidad de abrirnos camino, si lo intentamos con denuedo. Se de muchos ricachones que no nacieron ricos.
No se, yo no naci rico y, sin embargo, estuve a punto de conseguirlo. Cuando me seleccionaron para el segundo equipo de futbol americano All-American, en mi ultimo ano de estudios en la Universidad de California, se me abrieron toda clase de puertas.
Para algunas personas de alli, yo era alguien.
– Entonces, ?por que no es alguien ahora? -le pregunto Shively-. ?Que le ocurrio en el transcurso de su carrera hacia el banco?
– No lo se, de veras que no lo se -repuso Yost sinceramente perplejo-.
Me parece que hay que descargar el golpe cuando el hierro esta candente y yo no debi golpear con la suficiente rapidez o la suficiente fuerza. Porque despues el tiempo pasa y la gente se olvida de quien fuiste y de lo que hiciste.
Despues aparecen nuevas promesas con renombre mas reciente y a ti te olvidan como si fueras agua pasada. Algunos de los jovenes casados a los que visito en calidad de presuntos clientes ni siquiera han oido hablar de mi.
Es decepcionante, es lo unico que se me ocurre decir. Podria contarles algo que me ha sucedido hace escasas horas. Creo que no debiera referirlo, porque es un poco embarazoso y les parecere un estupido.
Adam Malone, que habia estado tomando sorbos de vino y escuchando, rompio el silencio por primera vez.
– Puede usted confiar en nosotros, senor Yost -dijo amablemente-.
Creo que hemos llegado al acuerdo tacito de mantener en la mas estricta reserva, cualquier cosa que podamos revelarnos los unos a los otros.
– Si -dijo Shively.
Vacilando, con los ojos fijos en el vaso de whisky, Howard Yost se libro de su fingida extroversion, de su falsa fachada, y casi se mostro sincero al referir su visita a la residencia de los Livingston, donde se habia sentido atraido y habia sido ignorado por Gale, la hija de estos, no habiendo hallado despues en su propio hogar ningun consuelo para sus sentimientos heridos.
– Es lo que yo habia estado intentando explicar -dijo Shively.
– Que conste que no menosprecio a mi esposa -se apresuro a anadir Yost-. Ella no tiene la culpa de mis fracasos. Bastante tiene que bregar con sus problemas.
Lo que sucede es que llega un momento en la vida en que te encuentras como acorralado en un rincon y no puedes volverte hacia ningun lado ni salir de la olla a presion.
Malone asintio en ademan comprensivo y dijo suavemente: -La mayoria de los hombres conducen unas vidas de serena desesperacion. La frase no es mia. Pertenece a Thoreau.
Brunner parecio emerger una vez mas, mas alla de la silla.
– Si, la observacion de Thoreau fue muy perspicaz. Supongo, bueno, creo que en cierto sentido podria aplicarse a cada uno de nosotros.
Usted se ha referido a su matrimonio, senor Yost.
Probablemente soy el de mas edad de los cuatro cumplire cincuenta y tres y me imagino que soy el que mas tiempo lleva casado.
Treinta anos con la misma mujer, por si les interesa saberlo.
Ha sido un matrimonio satisfactorio por muchos conceptos.
Cuando veo las companeras de otros hombres, pienso con frecuencia que debiera mostrarme satisfecho de mi suerte. Y, sin embargo, me pregunto a menudo si el hombre estara hecho para la monogamia.
Toda la emocion del descubrimiento de los primeros anos de matrimonio tiende a desvanecerse con el paso del tiempo. Los companeros llegan a conocerse demasiado. La pasion se esfuma. La relacion pasa a convertirse en algo parecido a unas relaciones entre hermano y hermana.
Y si a ello se anade la monotonia y aburrimiento de la propia actividad laboral con escasos perspectivas de mejora, resulta que el hombre cada vez se desmoraliza y decepciona mas. Le quedan muy pocas alternativas. No tiene oportunidad de cambiar o variar. Pierde la esperanza y eso no me parece justo.
Parecio como si Shively no le entendiera demasiado.
– Mire, Leo, una cosa puedo decirle: jamas he estado casado y no se muy bien que tal resultado da eso.
Pero no veo por que no puede usted aprovechar de vez en cuando algun que otro trasero aparte. Para variar, para animar un poco la cosa. Lo hacen la mayoria de los hombres casados que conozco.
– No es facil para todo el mundo, Kyle -dijo Brunner encogiendose de hombros. Todos no resultamos igualmente simpaticos o atractivos para las mujeres.
A mime costaria mucho enganar. Tal vez mi inhibicion se deba a un sentimiento de culpabilidad.
– ?Quiere usted decir que no ha enganado ni una sola vez a su senora? -le pregunto Shively.
Brunner tomo la servilleta de papel y vacilo sin atreverse a contestar. Al final, aparto a un lado la arrugada servilleta y decidio hablar.
– Bueno, hablando en confianza, le he sido infiel a Thelma dos veces, dos veces en el transcurso de nuestro matrimonio.
La primera vez… bueno, yo no tuve la culpa. Fue una especie de accidente. Sucedio hace unos diez anos. Yo tenia una bonita secretaria y ambos soliamos quedarnos a trabajar hasta tarde.
Era la epoca de recaudacion de impuestos, cuando suele acumularse mas trabajo. Un dia terminamos pasada la medianoche y ella me dijo: 'Bueno, ya estamos a manana y es mi cumpleanos. He traido una botella. Espero que quiera celebrarlo conmigo'.
Por consiguiente, para animarnos un poco y para celebrarlo, empezamos a beber. Me temo que nos