Vicky, la mas menuda, se habia quitado la camiseta y, al quitarse la banda transparente que hacia las veces de sujetador, sus pesados pechos se aflojaron ligeramente. Se quito los zapatos y despues emergio con mucha habilidad de los pantalones de terciopelo.
Debajo solo llevaba unas bragas tipo bikini. Se las quito tambien. Se aliso el vello castano de abajo y despues miro sonriente a Ruffalo, esperando.
Ruffalo habia estado prestando mas atencion a Paula, que se habia entretenido en desabrocharse lentamente los botones de la espalda y en quitarse muy despacio el vestido.
Debajo no llevaba nada, ni sujetador, ni bragas. Solo llevaba el vestido.
Desde su rincon Leo Brunner la miro con la boca abierta.
Paula parecia la mas desnuda y la mas excitante de las tres, con aquellos anchos hombros carnosos, aquellos grandes y redondos pechos y aquellos anchos muslos enmarcando una alargada mancha de vello que le subia hasta la mitad del vientre.
Brunner se percato de que le estaba sucediendo algo que llevaba muchos meses sin sucederle.
Noto que se le estaba produciendo una ereccion.
Se acerco mas al escritorio rezando para que nadie le viera.
Pero entonces volvio a recordar que ni siquiera sabian que estuviera vivo.
Brunner miro a Ruffalo, que se habia levantado de su sillon de ejecutivo para acercarse a las muchachas e inspeccionarlas minuciosamente.
Guardo silencio al detenerse frente a Gretchen, le dio a Vicky una ligera palmada en el vientre y despues se agacho para palparle una pantorrilla.
– Me parece que te has mantenido en forma -dijo.
– ?Que le habia dicho? -comento Vicky.
Ruffalo permanecio de pie frente a Paula examinandola de pies a cabeza con el ceno fruncido.
– Date la vuelta, Paula.
Ella se dio la vuelta para mostrar las nalgas y despues volvio a describir un circulo completo.
– Todo el mundo dice que tengo un trasero estupendo -dijo con mucha conviccion.
– No esta mal -murmuro Ruffalo contrayendo los ojos-.
?Seguro que ya no tienes nada que ver con las drogas?
– Se lo juro.
No me atreveria a correr el riesgo de que volvieran a pillarme.
– Ya veremos.
Muy bien, chicas.
Paula se queda con el empleo.
Pero vosotras dos seguid en contacto conmigo un par de dias. Si no me da resultado o me engana, os llamare a una de vosotras. Ya podeis vestiros.
Mientras Gretchen y Vicky se vestian rapidamente, Paula se adelanto.
– Muchas gracias, senor Ruffalo. No se arrepentira.
– Ya veremos.
Tienes dos horas libres. Pero procura estar aqui a las nueve y media. Empezaras a actuar a las diez. Pero primero habla con Sig, el te indicara lo que debes hacer y te hara ensayar los movimientos.
Te indicara el sueldo y las horas de trabajo que tendras que hacer esta semana.
– Se dirigio hacia la puerta-.
Gracias, chicas, muchas gracias. Y se fue.
Solo en el despacho con las mujeres, dos de ellas parcialmente vestidas y una completamente desnuda, Brunner se sintio ardoroso y ruborizado.
Procuro simular no hacerles caso, enfrascado en su trabajo, pero advertia que le miraban y en su cerebro giraban en torbellino toda una serie de descabelladas posibilidades.
Miro furtivamente y vio que nadie le miraba, que Gretchen y Vicky ya se habian vestido del todo y se estaban despidiendo de Paula y deseandola buena suerte.
Se fueron y se quedo Paula, completamente desnuda.
A Brunner hasta le costaba trabajo tragar saliva. Procuro no fijarse en ella, no ser atrevido. Podia verla medio danzando y medio paseando por la estancia, canturreando alegremente.
Despues la vio detenerse y mirar a su alrededor.
Su mirada cruzo la estancia mas alla de Brunner y ni siquiera se detuvo en este, cruzo mas alli como si el fuera un objeto inanimado, como si fuera una calculadora, vamos.
Y su mirada descubrio lo que estaba buscando.
Empezo a cruzar la estancia acercandose cada vez mas a Brunner como una torre de carne exquisita con aquellos descarados pechos oscilando levemente.
Brunner contuvo el aliento pero ella paso por su lado sin hacerle caso y sin pronunciar ni una sola palabra.
Se detuvo ante la maquina de agua fria, tomo un vaso de papel encerado, lo lleno y bebio con evidente placer.
Despues arrojo el vaso a una papelera, paso de nuevo junto a Brunner como si este no existiera, se acerco al sofa, se calzo las sandalias, recogio el vestido y se lo puso alegremente sin dejar de canturrear. Cinco minutos mas tarde abandono el despacho.
Y Brunner se quedo -?con que?-con una diminuta mancha humeda en la bragueta y la amarga sensacion de no existir para ninguna de aquellas personas que poblaban su imaginacion y agitaban sus deseos.
Aquellas muchachas, la buena vida, todo aquello era para la gente de verdad, para personas visibles con identidad propia, para los triunfadores, para los que son alguien, el era un absoluto don nadie. Un cero.
Y eso no estaba bien, no estaba ni medio bien, porque dentro tenia muchas cosas ocultas pero latentes que le decian que era una persona, una persona realmente interesante que los de fuera ni siquiera se tomaban la molestia de mirar. Era una persona que se merecia algo, que se merecia cosas mejores. Reanudo tristemente su trabajo.
Tardo casi una hora en poder cerrar los libros. Al terminar comprendio que ya era demasiado tarde para poder cenar en casa. A Thelma le habia dicho que no le esperara si no aparecia a las siete y media.
Ahora ya eran las siete y media pasadas. Thelma y su hermana mayor, Mae, que vivia con ellos, ya habrian cenado. Decidio llamar a su esposa, decirle que se comeria un bocadillo en un restaurante de alimentacion sana que habia a dos manzanas de distancia y que volveria en seguida a casa.
Brunner marco el numero de su casa. Y quiso la mala suerte que contestara al telefono su cunada Mae. Ello significaba que tendria que soportar las bromas que esta le repetia cada vez que finalizaba su tarea mensual en El Traje de Cumpleanos.
Su cunada solia gastarle bromas acerca de aquel trabajo tan duro que muchos hombres le envidiarian, pasandose el dia rodeados de mujeres desnudas, y que a eso se le llamara trabajar. Grunendo para sus adentros, se reclino en la silla y espero a que Mae terminara con sus bromas.
Cuando esta hubo terminado de atacarle sin piedad, Brunner le pidio que se pusiera Thelma al telefono. Su esposa se puso al aparato.
– ?Eres tu, Leo? ?Donde estas? ?Pero sabes que hora es?
– Todavia estoy en el club. Ya termino. ?Habeis cenado?
– Sabes que si. Hace una hora por lo menos.
– Entonces me tomare un bocadillo en un sitio de ahi cerca, a pocas manzanas de distancia de aqui.
– Vigila lo que comas, Leo.
– Lo hare, lo hare. Creo que podre estar en casa dentro de una hora. ?Te apetece ir al cine esta noche? Me parece que en el Culver City dan una cosa muy buena.
– Gracias por pensar en mi, pero esta noche no me apetece, Leo. Si te doliera como me duele a mi, lo que querrias es acostarte y morir.
Ya estaba acostumbrado a eso.
– ?Como te encuentras? ?Te ocurre algo?
– Otra vez la artritis. Los hombros y la espalda. Me ha estado matando todo el dia. Esta noche ni siquiera me lavare la cabeza. Me metere en la cama para descansar un poco. Si te apetece ir al cine, ve tu, Leo. Te doy permiso.