A Yost no le cabia la menor duda.
El millon de dolares estaria en el interior de las dos maletas marrones y las maletas habrian sido depositadas detras de la Fortress Rock antes de la una.
Recoger las maletas entranaba un riesgo minimo, inferior al que entrana meterse en una banera.
?A que se debia, pues, su creciente desazon? El descubrimiento de la respuesta fue la causa de la segunda transformacion psiquica que en el se produjo.
Su temor se desvanecio porque comprendio que, dentro de treinta o cuarenta minutos, segun fuera la intensidad del trafico, se convertiria en millonario o, mejor dicho, en un cuarto de millonario por primera vez en su vida.
Le aturdia pensar que aquel iba a ser el dia mas importante de su vida.
Contemplando a los banistas y nadadores se pregunto que pensarian aquellos muchachos si supieran la verdad acerca de aquel conductor de camioneta aparentemente normal, si supieran lo que habia hecho y lo que estaba haciendo y si supieran que pronto nadaria en la abundancia.
Esta era la explicacion de su inquietud, claro.
El hecho de que hubiera tanto dinero esperandole, el sueno de toda una vida esperandole en un aislado lugar de una carretera poco transitada, y de que el todavia no hubiera llegado para poder recogerlo, acariciarlo y poseerlo.
Estaba nervioso porque ardia en deseos de hacerse con la recompensa y porque ansiaba apoderarse de ella antes de que lo hiciera accidentalmente alguna otra persona.
?Y si algun estupido muchacho amante de la naturaleza o algun 'boy scout' o quien fuera encontraba las maletas antes de que el llegara, las abria y las entregaba a la policia? Santo cielo.
Piso el acelerador, pero pronto dejo de hacerlo porque el trafico se estaba intensificando.
Aminoro la marcha. Estando ya tan cerca, no era oportuno cometer imprudencias.
Aparto brevemente los ojos del parabrisas y los poso en la escopeta de calibre 10 que habia en el asiento de al lado.
Su coartada por si casualmente encontrara a alguien.
Iba adecuadamente vestido con una camisa deportiva y unos ligeros pantalones caqui y, con la escopeta bajo el brazo, pronto se pareceria a un cazador cualquiera.
Estaba al corriente de las temporadas de caza y sabia que la temporada estaba abierta en julio y todo el ano en lo concerniente a la caza de conejos y ardillas en el caso de que esta tuviera lugar en la propia finca o en la de un amigo.
Sabia que cerca de la Fortress Rock aun habia bastante terreno de propiedad particular -en cierta ocasion habia estado a punto de comprar una parcela en calidad de inversion, pero le habia faltado la suficiente garantia para el prestamo-y, si alguien le detenia o le hacia alguna pregunta, bastaria con que dijera que se estaba dirigiendo al rancho de un amigo para dedicarse un poco a la caza menor.
El reloj del tablero de instrumentos de la camioneta no funcionaba.
Yost aparto el brazo del volante para ver la hora en su reloj. Por culpa del maldito trafico ya llevaba casi una hora de retraso.
Su intencion habia sido la de llegar al lugar poco despues de que Zigman depositara el dinero.
Ahora llegaria por lo menos con una hora y media de retraso. No importaba. Mejor tarde que nunca.
Procuro imaginarse el futuro. Se imagino que ya habia recogido las dos maletas.
Habia regresado a las Gavilan Hills y al escondite. El dinero se habia repartido a partes iguales. Estaban a ultima hora de la tarde.
Le atarian a Sharon las munecas, le cubririan los ojos con una venda, le cubririan la boca con un esparadrapo y le administrarian una inyeccion ligera para dejarla inconsciente por espacio de cosa de una hora.
La ocultarian en la parte de atras de la camioneta y se despedirian del escondite, de las montanas y de Arlington.
Regresarian a la ciudad, despues se dirigirian al Laurel Canyon, subirian hasta el cruce con la calle Mulholland y girarian.
En un lugar aislado que el conocia, la desatarian apresuradamente y la abandonarian.
Ella estaria medio adormilada, pero consciente, y para cuando hubiera logrado quitarse la venda de los ojos y el esparadrapo, se orientara un poco y se dirigiera a la casa mas proxima para efectuar la llamada, ellos cuatro ya estarian muy lejos.
A las diez o las once de esta noche ya habria regresado a casa junto a Elinor y los ninos. Y con un cuarto de millon de dolares en el bolsillo.
Tendria que guardarlo en algun sitio hasta que se sacara de la manga alguna falsa inversion, capaz de justificar su repentina riqueza.
Esta noche ya habria regresado sano y salvo junto a su familia y todos podrian vivir el resto de sus dias sin preocupaciones. Pero entonces lo recordo.
Esta noche tal vez no, maldita sea. Se habia olvidado del peligroso asunto de Brunner, del hecho de que Sharon conociera el nombre de Brunner y Shively quisiera liquidar a Sharon, y del compromiso a que habian llegado en el sentido de que Sharon no sufriria el menor dano siempre y cuando Brunner abandonara la ciudad durante algun tiempo.
Ello significaba que no podria regresar a casa hasta manana. Bueno, que demonios, toda una vida de seguridad personal bien valia el precio de veinticuatro horas de retraso.
Despues empezo a pensar en algo desagradable. Shively. El tejano se habia avenido finalmente a una solucion de compromiso a proposito del destino de Sharon.
Pero Shively era muy voluble. Tal vez esta noche o manana llegara a la conclusion de que no bastaba con que Brunner se alejara de Los Angeles durante uno o dos anos. Que su supervivencia solo podia garantizarse eliminando a Sharon.
Y eso, penso Yost, no iba a permitirlo. En su vida no todo estaba muy claro. Habia estafado un poco. Habia mentido y enganado un poco en su trabajo. ?Quien no lo hacia? ultimamente se habia visto mezclado en un asunto, de secuestro y violacion, si bien, que demonios, ella habia accedido en cierto modo a colaborar voluntariamente con ellos.
En cuanto al dinero del rescate, Sharon ni siquiera lo echaria en falta. Todo eso habia estado muy mal, se dijo Yost, pero de aqui no pasaria.
No participaria ni seria complice de un asesinato. Tal vez no se llegara a este extremo pero caso de que ello ocurriera o de que Shively se pusiera pesado, bueno, tendria que recordarle a Shively que no era el unico que poseia un arma.
Nada mejor que una buena escopeta de caza para mantener el orden y promover la moderacion.
Vio por el rabillo del ojo a una bronceada belleza californiana de cabello negro vestida con un traje de bano color rojo de dos piezas de pie junto a la cuneta.
Labios fruncidos. Cuerpo esbelto, jugoso busto en sazon. Ombligo hundido. Encantador monticulo entre las piernas.
De pie junto a la cuneta esperando cruzar la carretera para bajar a la playa o tal vez que alguien la recogiera para divertirse un poco.
Nena, nena, hubiera querido decirle, espera a Howie que volvera en seguida y, cuando vuelva, sera un cuarto de millonario. Nena, vas a querer mucho a Howie.
En aquellos momentos el ya estaba queriendo a Howie, al acaudalado Howie que tanto se iba a divertir. Piso el acelerador.
Fortress Rock y veinte pasos, alla voy.
A la entrada de la vasta propiedad de Sharon Fields, sentado al volante de un vehiculo negro de patrulla, el sargento Lopez jugueteaba nerviosamente con la radio del automovil, que le podia poner en contacto con el centro de comunicacion del Departamento de Policia de Los Angeles y con el recientemente instalado teleimpresor capaz de recibir inmediatamente datos computadorizados desde el Centro Nacional de Informacion del Crimen de Washington, D. C.
Aunque se encontraba estacionado a la sombra, el sargento Lopez se estaba achicharrando de calor y no apartaba la vista de la ornamentada puerta de estilo espanol a la espera de que desde dentro se le ordenara algo que pusiera en marcha la paralizada operacion.
