ocupacion? ?Acaso no les echarian en falta? Pero entonces se le ocurrieron las respuestas.
Estaban en junio. Los hombres eran moviles. Los Estados Unidos eran un pais de vacaciones, un pais de hadas, una interminable sucesion de placeres. Es decir, que no iba a pasarse simplemente unos dias sino unas cuantas semanas en aquel Auschwitz mental. ?Como podria soportar un cautiverio y un tormento tan prolongados? Hubiera querido hablarle, apelar a su sentido de la justicia.
Hasta cuando se jugaba sucio habia cierto grado de juego limpio. Pero el instinto le dijo que la protesta no era la mejor forma de iniciar una colaboracion. Se mordio el hinchado labio inferior y guardo silencio.
Tenia delante la masa de carne. Automaticamente empezo a juntar las piernas, pero se acordo a tiempo y las aflojo. Nada de resistencia, recordo. Pero, maldita sea, tampoco les entregaria nada. Podrian gozar de su cuerpo muerto pero de nada mas.
– Oiga, que camison mas bonito -le estaba diciendo-. ?De donde lo ha sacado?
– Estaba aqui.
Le levanto la camisola blanca de nylon hasta la cintura y se excito inmediatamente. Sostenia un tubo en la mano.
– ?Le importa? -le pregunto-. Sera mas facil.
Ella se encogio de hombros y separo a reganadientes las piernas.
Se acerco ansiosamente con el lubrificante y, al tocarla, se excito ulteriormente. No queria verle. Cerro los ojos.
Y comenzo la explotacion. Ya se habian iniciado los jadeos de la ballena que tenia encima y esta se agitaba y sacudia con regularidad. No notaba otra cosa como no fuera aquella violenta inyeccion fisica.
No notaba nada, no entregaba nada, no decia nada y procuraba no escuchar el extatico monologo. Pero, aunque no estuviera obligada a sentir nada, no tenia mas remedio que oir. Y la letania no cesaba.
– Asi esta mejor, estupendo. ?es estupendo, verdad, carino? estupendo, buena chica, muy bien, estupendo, muy bien, muy bien.
Termino.
Mientras se vestia, la expreso su satisfaccion. Le hablo muy animado de las mujeres que habia conocido, 'pero que conste que ninguna como tu, Sharon, tu eres la mejor'.
No, no enganaba mucho, estaba casado, su mujer era buena, enganar mucho resultaba peligroso y, ademas, era una mala costumbre. Pero un poco de variedad de vez en cuando contribuia a mejorar el matrimonio. Y no siempre se veia obligado a pagar a cambio.
En su trabajo, en el ambiente en el que se desenvolvia, solia encontrar a muchas mujeres que se encaprichaban de el.
Sharon sabia que estaba deseando que le dedicara un cumplido. Se nego a abrir la boca.
– Bueno, gracias, Sharon. Ha sido estupendo. Eres algo especial. Hasta manana.
Ella asintio imperceptiblemente.
El segundo fue el Tiquismiquis, con su triste ratoncillo blanco. A pesar de lo que pudiera haberle dicho su predecesor, seguian mostrandose muy cautelosos a proposito de la colaboracion.
Estaba nervioso, se disculpaba, le hablaba estupidamente de estadisticas que habia sacado de manuales sexuales de las que se deducia que una mujer podia entregarse a varias relaciones sexuales en el transcurso de una sola noche sin que tal actividad resultara perjudicial para sus organos genitales.
Le acaricio timidamente el busto y hablo con mas verbosidad si cabe que el Vendedor tratando de explicarse y justificar su comportamiento.
Insistia una y otra vez en que no era mas que un ciudadano corriente, un profesional respetable, un trabajador, un burgues convencional que se habia visto mezclado por azar en la operacion del Club de los Admiradores.
No habia tenido intencion alguna de llevarse a la senorita Fields pero, una vez metido en el proyecto, no habia podido echarse atras.
Muy bien, hubiera deseado gritar ella, ?entonces que demonios esta usted haciendo aqui? Se revolcaba en sus sentimientos de culpabilidad en un intento de alcanzar su perdon de tal forma que no tuviera despues que expiarlos.
Pero ella se nego amargamente a perdonarle. No quiso darle nada. Fue consciente de que al Tiquismiquis le estaba costando alcanzar la ereccion.
Adivino que debia estar acostumbrado a que le ayudara su mujer. Su suposicion quedo confirmada al proponerle el timidamente desatarle un brazo.
El alivio que ello representaria resultaba tentador pero decidio no ceder a la tentacion a cambio de prestarle al tipo un servicio.
Le contesto secamente que no se molestara, el suspiro y empezo a levantarle gradualmente la corta toga hasta la altura del pecho. La contemplacion de los lechosos pechos le excito. Se le subio torpemente encima y le beso los pardos pezones.
Ella le maldijo por lo bajo al percatarse de que todo aquello estaba surtiendo efecto. Segundos mas tarde, antes de que perdiera la ereccion, le introdujo la cosita gris.
Subio y bajo unas cuantas veces, gimio y, en menos de un minuto, experimento un orgasmo de cerbatana. Se aparto disculpandose por haberse mostrado tan apasionado.
?Tan apasionado! Dios mio, salvame de estos imbeciles. Se vistio apresuradamente y siguio hablandole de la tenue separacion que existia entre la seduccion y la violacion, manifestandole finalmente (el sempiterno orgullo masculino) que no podia hablarse de violacion una vez se producia la consumacion.
La verdadera violacion seria tan imposible como enhebrar una aguja que oscilara sin cesar, ?verdad? Una vez se habia enhebrado la aguja, ello significaba que habia habido colaboracion, ?no creia? Por consiguiente, no podia tratarse de violacion a la fuerza, ?verdad?
Te equivocas, estupido hijo de puta. Estuvo amargamente tentada de contradecirle.
Pero se esforzo por guardar silencio mientras el le bajaba el breve camison. Le dio respetuosamente las gracias y se marcho. Menudo informe sexual podria redactar basandose en aquellos brutos.
El siguiente resulto ser aquel al que mas odiaba y temia, el bastardo que a punto habia estado de matarla de una paliza. El Malo se estaba preparando.
– Tengo entendido que te estas portando como una buena chica -le dijo.
Subio a la cama.
Fue el momento mas dificil. Todo su cuerpo se tenso disponiendose a luchar y a ofrecer resistencia, pero permanecio inmovil.
Y el le subio la camisola hasta el ombligo.
Rapidamente y sin hablar levanto las rodillas y separo las piernas. No estaba para juegos. Queria que se produjera lo inevitable y terminar despues cuanto antes.
Comprobo que el habia interpretado erroneamente su gesto considerandolo un deseo de participar. Ya estaba entre sus muslos.
– Aprendes rapido, nena. Ya lo sabia. Ahora que ya sabes cuales son las ventajas, todo ira mucho mejor. -Le froto los muslos y las nalgas con sus asperas manos-. Muy bien, nena, ahora tiendete y disfruta.
Sharon hizo una mueca pero se esforzo por conservar el estoicismo y no decir nada. Pero ahora, recordando el acto, se estremecio y se esforzo por borrar de su memoria lo que habia ocurrido a continuacion.
Habia sido interminable y, como siempre, la habia aporreado como un martinete. Dos veces habia estado a punto de experimentar el orgasmo y se habia detenido para poder proseguir.
En ambas ocasiones habia estado ella a punto de empezar a moverse para estimularle y conseguir librarse de el cuanto antes, pero no se atrevio a hacerlo por temor a que aquel animal lo interpretara erroneamente como un exito.
Habia durado una eternidad y, al final, cuando ambos ya estaban completamente empapados en sudor, estallo y termino el suplicio.
Estaba satisfecho. Se levanto de la cama y quiso saber si le habia gustado. Ella se encogio de hombros.
– Lo se, lo se, nena -le dijo guinandole el ojo-. No quieres reconocer que te ha encantado. -Miro el reloj-.
Si, ha durado treinta y un minutos en total. Bueno, ha sido rapido.
Hubiera deseado castrarle con una cuchara roma. Hubiera deseado amarrarle a la cama y cortarselo lentamente, muy lentamente, disfrutando como una loca.
Cerro los ojos desvalida y le suplico a Alguien de Arriba que le permitiera saciar su sed de venganza.
