supuesto segundo tarro sellado, en el que se encontraban el Evangelio segun Santiago y el Pergamino de Petronio. Y seis anos despues, es decir, hoy, el mundo esta a punto de conocer el quinto evangelio y su Jesus historico, a traves del Nuevo Testamento Internacional.

– Dominee -dijo Randall, incorporandose-, creo que tomare otro trago.

El clerigo se puso en pie.

– Me parece que yo tambien tomare otro.

Mientras De Vroome llevaba el vaso y la copa vacios al refrigerador, Randall lleno nerviosamente su pipa con tabaco fresco. Habia estado buscando esta puerta a la verdad, y ahora que se la habian abierto, todavia no podia ver hacia dentro con claridad.

– Esa no puede ser toda la historia -insistio-. Hay muchos…

– De ninguna manera es toda la historia -respondio De Vroome, parado frente a la bandeja de los licores-. Aun falta el desenlace (de hecho, dos desenlaces), uno relacionado con Lebrun y con Monti y el otro con Lebrun, con Plummer y conmigo.

El clerigo termino de servir los tragos y regreso con el escoces de Randall y su propio conac con agua. Acomodandose nuevamente en la esquina del sofa, el dominee De Vroome prosiguio con su narracion.

– Segun Robert Lebrun, despues de que el descubrimiento fue autenticado y vendidos a los editores de Resurreccion Dos, el profesor Monti obedientemente le entrego la mitad de las ganancias del hallazgo. Pero recuerde usted que el objetivo original de Lebrun no era el dinero. Su verdadero proposito seguia siendo que el descubrimiento fuera aceptado por la Iglesia, para entonces desenmascarar el fraude y disfrutar su venganza final. Ano tras ano, aguardo a que el Nuevo Testamento Internacional fuera publicado, y siempre que el paciente criminal perdia la paciencia, Monti le aseguraba que el hallazgo estaba siendo traducido o que se estaba picando en linotipias o que se estaban corrigiendo las pruebas y que pronto se publicaria. Ese era el momento que Lebrun esperaba. El momento en que el descubrimiento fuera publicado; entonces el demostraria ante el publico que esa era una mentira y la Iglesia un fraude. Pero el ano pasado, algo muy significativo le sucedio a Lebrun. Habia jugado y perdido casi todo el dinero que obtuvo con lo de Ostia, lo habia malgastado en prostitutas y se encontraba en la penuria. Como el ya estaba acostumbrado a vivir sin dinero, aquello no fue suficiente para inspirarle su siguiente acto. Lo que motivo una nueva reunion con Monti fue un romance verdadero. A su avanzada edad, Lebrun se habia enamorado tontamente de una de las prostitutas que pululan por los Jardines Borghese. Estoy seguro de que ella era una muchacha joven, simplona y astuta, que no se interesaria en ese hombre viejo, a menos que pudiera proporcionarle comodidades y hasta lujos. Lebrun le confeso francamente a Plummer que estaba desesperado por poseerla. Solo se le ocurria una solucion. El chantaje.

– ?Chantaje? Y, ?a quien queria chantajear? ?Al profesor Monti?

– Claro. Los anos recientes no habian suavizado su obsesion por desenmascarar a la religion, a la Iglesia. Pero una nueva obsesion habia tomado lugar junto a la primera. La necesidad de dinero; dinero para comprar amor. Asi pues, el ano pasado concerto una reunion privada con el profesor Monti…

– ?El ano pasado? ?Cuando?

– No estoy seguro.

«Tal vez hace un ano y dos meses», calculo Randall.

– ?Pudo haber sido en mayo del ano pasado?

– Me parece que si. Sea como fuere, Lebrun se reunio con el profesor Monti en algun sitio fuera de la universidad. Lebrun insistio en saber cuando se iba a publicar el descubrimiento. A esas alturas, la traduccion estaba siendo preparada para que Hennig iniciara la impresion en Maguncia. Monti le aseguro a Lebrun que la Biblia veria la luz publica al ano siguiente… es decir, este ano. Incluso le revelo el nombre de la Biblia. Satisfecho acerca de eso, Lebrun desato la tormenta. Le dijo a Monti que necesitaba mas dinero desesperadamente, mucho dinero y de inmediato, y que esperaba que Monti se lo diera. Aparentemente, Monti se quedo perplejo. No tenia dinero sobrante, pero aun cuando lo hubiera tenido, no veia razon para regalarselo a Lebrun. Ya habian hecho un trato y Monti habia cumplido su parte; habia pagado a Lebrun lo que le habia pedido. No habia razon para darle mas. «Hay una razon importante -dijo Lebrun-. Si usted no me da mas dinero, lo arruinare y arruinare la Biblia que esos editores estan preparando. Descubrire todo su hallazgo como lo que es… una falsificacion… un fraude y una falsificacion inventados en mi mente y perpetrados por mi mano.» ?Puede usted imaginarse el efecto que eso tuvo en el pobre profesor Monti?

Randall se quito la pipa de la boca.

– Monti seguramente no le creyo, ?verdad?

– Por supuesto que Monti no le creyo. No habia razon para creerle. Pero Lebrun le dijo a Monti que habia ido preparado y que llevaba consigo una prueba absoluta, incontrovertible de su falsificacion.

– ?Que prueba?

– Eso no se lo revelo a Plummer -dijo el dominee De Vroome-. Pero, aparentemente, tenia la prueba, una verdadera prueba de la falsificacion, porque cuando el profesor Monti la vio, quedo anonadado y se vio al borde de un colapso. Lebrun le dijo: «Si me da el dinero que quiero, le entregare a usted esta prueba de la falsificacion, y su reputacion profesional quedara a salvo y el Nuevo Testamento Internacional seguira siendo autentico. Si rehusa, yo hare publica esta evidencia y expondre los documentos de Santiago y Petronio como fraudes. ?Que dice usted?» Lo que Monti dijo fue que… buscaria la forma de conseguir el dinero, como fuera posible.

– Y, ?lo consiguio?

– Nunca tuvo la oportunidad, como usted bien lo sabe, senor Randall. Monti regreso a su despacho privado en la universidad. Ya podra usted imaginarse cuales fueron sus sentimientos mientras estaba sentado a su escritorio, a solas, en un estado de petrificacion, consciente de que habia sido embaucado y que el trabajo de toda su vida se desmoronaria a su alrededor, cayendo en la desgracia mientras aquellos de Resureccion Dos y de la Iglesia mundial, que habian confiado en el, irian a la bancarrota. Monti sufrio un absoluto colapso, mental y nervioso. Cuando Lebrun trato de localizarlo varios dias despues, para recibir el pago de la extorsion, se entero de que el profesor estaba muy enfermo y no podia hablar con nadie. Lebrun no creyo lo que le dijeron, asi que comenzo a indagar en la universidad, donde le informaron que Monti estaria ausente por un lapso prolongado. Todavia inseguro, Lebrun siguio una tarde a las hijas de Monti hasta la Villa Bellavista, en las afueras de la ciudad. Cuando descubrio que ese era un sanatorio para aquellos que padecen de desordenes mentales, se vio precisado a aceptar el hecho de que Monti ya no le podria ser de utilidad.

– ?Hizo algun intento por hablar con las hijas de Monti? -pregunto Randall.

– No, no que yo sepa -dijo De Vroome-. Despues de eso, segun le confeso a Plummer, Lebrun considero a varias otras victimas para su chantaje. Sopeso la idea de recurrir al Ministerio Italiano de Instruccion Publica y extorsionarles a ellos el dinero para acallar el escandalo, pero fue lo suficientemente sensato como para darse cuenta de que no podria enfrentarse a un Gobierno que sencillamente lo arrestaria, le confiscaria la prueba de la falsificacion y se desharia de ella. Penso en ir a Amsterdam y presentarse ante los editores con su evidencia del fraude, pero penso que ellos harian cualquier cosa por proteger los millones de dolares que habian invertido en el proyecto. Tambien les tuvo miedo. Sintio temor de que los editores encontraran la forma de hacerlo arrestar, quitarle la prueba y hacerlo enviar a la carcel. Incluso penso en recurrir a la Prensa, pero penso que los periodistas lo considerarian como un loco y que revelarian su deshonroso pasado. Su unico recurso, dedujo el, era acercarse a alguien, alguna persona privada, con credenciales inmaculadas y que tuviera tantos deseos de destruir a Resurreccion Dos como los tenia el. Y entonces se tropezo con la serie de articulos de Cedric Plummer, y penso que por fin habia encontrado a su hombre y su unica esperanza. Y tenia razon. Los habia encontrado.

Con la mano temblorosa, Randall dio un largo trago a su escoces.

– Bien -dijo-, ?cual fue el resultado de ese encuentro entre Plummer y Lebrun en el cementerio de Paris? ?Le pagaron ustedes para obtener la prueba de la falsificacion?

El reverendo De Vroome fruncio el ceno, se puso en pie y tomo un cigarro puro de una caja que habia en la mesa lateral.

– El segundo desenlace -musito, encendiendo el puro-, y mas extravagante que todo lo que le precedio.

De Vroome permanecio de pie, dandole vueltas al puro entre los dedos.

– Si, Plummer negocio un arreglo con Lebrun mientras caminaban juntos hacia la salida del Cementerio Pere- Lachaise. Lebrun habia dejado la prueba de la falsificacion escondida en algun lugar seguro en los suburbios romanos. Estuvo de acuerdo en regresar a Roma, recobrarla y aguardar a que Plummer se le reuniera aqui. Se

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