de la facultad, y la visita que Monti recibiria de un profesor extranjero (aparentemente aleman) en su oficina.

Los ojos de Randall continuaron bajando por la pagina, y de repente se detuvieron:

16:00… Appuntamento con R. L. da Doney. Importante.

Randall se quedo completamente quieto.

Tradujo.

Las 16:00 significaba las cuatro en punto de la tarde.

La R. significaba Robert. La L. significaba Lebrun.

Doney significaba el mundialmente famoso restaurante-cafeteria Doney al aire libre… el gran caffe de Roma… en la Via Vittorio Veneto, afuera del «Hotel Excelsior».

Appuntamento con R. L. da Doney. Importante significaba: Cita con Robert Lebrun en el Doney. Importante.

Con la emocion de un descubridor, Randall comprendio que habia hallado lo que estaba buscando.

Una tarde de mayo del ano pasado, el profesor Monti habia anotado que tenia que encontrarse con Robert Lebrun en el cafe Doney. Fue alli, segun De Vroome, donde Lebrun le habia revelado su pretendida falsificacion al profesor Monti, y fue alli donde Monti habia iniciado su misteriosa retirada hacia la locura.

Una punta de flecha raquitica, surgida del pasado reciente, pero real, muy real.

Randall volvio a meter la libreta de citas en la caja de carton, apresuradamente coloco encima los otros objetos, y se puso en pie.

Lucrezia estaba entrando a la sala con una segunda caja de carton.

– Esta caja tiene solo los libros cientificos, las revistas, nada mas -anuncio.

Randall camino rapidamente hacia ella.

– Gracias, Lucrezia, ya no necesito ver eso. Encontre lo que buscaba. Muchisimas gracias.

Le estampo un beso en la regordeta mejilla, dejandola azorada y con los ojos completamente abiertos, y se apresuro hacia la puerta.

Randall bajo del taxi en la entrada para coches del «Hotel Excelsior». Paso caminando con grandes zancadas frente al hotel, yendo mas alla del grupo de ociosos choferes que chismorreaban al calor del sol, y se detuvo en la acera para examinar el escenario donde Robert Lebrun le habia hecho su conmocionante revelacion al profesor Monti hacia un ano y dos meses.

El cafe-restaurante Doney estaba dividido en dos secciones. La parte del restaurante estaba en el interior y era una extension de la planta baja del «Hotel Excelsior». El cafe, cuyas mesas estaban todas al aire libre, ocupaba la acera de la Via Vittorio Veneto, desde la orilla de la entrada de automoviles hasta la distante esquina.

El cafe Doney consistia en dos largas filas de mesas y sillas. De un lado, las hileras de mesas estaban pegadas a la pared del restaurante interior; del lado opuesto, las mesas quedaban de espalda a los automoviles estacionados y al transito de la siempre atestada Via Veneto. El espacio que bisecaba las mesas y sus acojinadas sillas azules, era para los peatones y los camareros del cafe.

De pie en el sofocante calor, contemplando el cafe, Randall se alegraba de que el Doney estuviera protegido del sol por dos toldos azules con flecos. A esta hora, justo antes del mediodia del sabado, el lugar se veia atrayente, aunque todavia no prometedor para la caceria de Randall.

Habia solo un punado de clientes esparcidos en las mesas… en su mayoria turistas, se figuro Randall. La escena semejaba una naturaleza muerta y los que se movian parecian hacerlo en camara lenta. Era la maldita torridez de Roma a mediados de junio, penso Randall, lo que tendia a derretir tanto la ambicion como la iniciativa.

Con la escasa informacion que ahora poseia, Randall considero como debia proceder. Hacia un ano y dos meses, Robert Lebrun habia sido quien habia convocado al profesor Monti para que se reuniera con el. Por lo tanto, Lebrun tuvo que haber sido quien sugirio el cafe Doney para la entrevista. Y si el habia elegido el Doney (que de ninguna manera podria considerarse un cafe apartado o poco conocido sino que, de hecho, era extremadamente popular) era porque a el le resultaba familiar. Si eso era verdad (era igualmente factible que no fuera verdad, pero si lo fuera) entonces el propio Robert Lebrun les habria sido familiar a quienes trabajaban en el Doney.

Randall observo a varios de los sonambulos camareros. Estaban uniformados con chaquetas blancas que tenian charreteras azules, altos y almidonados cuellos con corbatas, de lazo color azul oscuro y pantalones negros, y llevaban menus color azul alhucema o bandejas vacias. Cerca de la apertura que habia entre las mesas del fondo y que conducia al restaurante, estaba un italiano de cierta edad con aire de autoridad y con las manos cruzadas a la espalda. Estaba formalmente ataviado (con una chaqueta azul brillante, cuello almidonado, corbata de lazo y pantalones de smoking, y parecia estar muy alerta. Era el encargado de los camareros, dedujo Randall.

Atravesando la acera, Randall sintio el alivio de la sombra repentina, y se acomodo en una silla frente a una mesa desocupada de cara al paso de la gente. Tras un breve intervalo, un camarero se percato de su presencia y se aproximo a el, poniendole enfrente un menu.

Randall tomo la lista y pregunto:

– ?Esta el encargado de los camareros por aqui?

– Si -dijo, llamando al italiano de edad avanzada que vestia formalmente-. ?Julio!

Julio, el encargado de los camareros, camino rapidamente, con bloc y pluma en las manos.

– A sus ordenes, senor.

Randall examino el menu con aire ausente. Todo estaba enlistado por partida doble, en italiano y en ingles. Su mirada se detuvo en Gelati, y luego paso a Granita di limone (granizado de limon) 500 liras.

– Deme un granizado de limon -dijo Randall.

Julio tomo nota.

– ?Es todo?

– Si.

Julio arranco la hoja del bloc de pedidos, se la extendio al camarero que aguardaba y tomo el menu para retirarse.

– En realidad -dijo Randall-, deseo algo mas. Pero no tiene que ver con su menu -Randall habia sacado su cartera, y de ella extrajo tres grandes billetes de mil liras-. Soy un escritor norteamericano, y necesito cierta informacion. Tal vez usted pueda ayudarme.

El petreo rostro profesional del encargado de los camareros mostro arrugas de interes. Sus ojos se posaron sobre las liras que Randall sostenia en las manos.

– En lo que sea posible -dijo el encargado-, me dara mucho gusto serle util.

Randall doblo los billetes y los puso firmemente en la calida mano del encargado.

– ?Cuanto tiempo hace que trabaja usted en el Doney, Julio?

– Cinco anos, senor. -Guardo los billetes en su bolsillo, musitando-: Grazie, senor.

– ?Estaba usted trabajando aqui (quiero decir, que no estaba de vacaciones u otra cosa) en mayo del ano pasado?

– Oh, si, senor -ahora se mostraba curioso, gentil y amigable-. Es antes de la temporada del turismo, pero ajetreada, muy ajetreada.

– Entonces estaba usted probablemente a cargo. Le dire tras de que ando. Estoy haciendo una investigacion, y hay alguien a quien me gustaria ver y que me han dicho que con frecuencia viene al Doney. Un amigo mio se reunio con esta persona aqui hace un ano, en el mes de mayo, y me dijeron que la persona que busco es cliente regular de este cafe. ?Reconoce usted a los clientes regulares?

Julio contesto alegremente.

– Naturalmente que si. No solo es mi trabajo, sino que resulta inevitable que yo me familiarice con nuestros clientes asiduos. Los conozco a todos por sus nombres, y hasta llego a saber algo de sus personalidades y sus vidas. Es lo que hace que mi actividad tenga tantas compensaciones. ?Quien es la persona a la cual usted desea conocer?

– El es frances, pero reside en Roma -dijo Randall-. No tengo idea de cuan a menudo viene al Doney, pero me han dicho que viene aqui -Randall contuvo la respiracion y luego solto lo que esperaba que seria un abrete sesamo-: Su nombre es Robert Lebrun.

Вы читаете La palabra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×