las otras chicas tambien, no podemos conseguir cuarto en un hotel porque esta lleno, hacemos un arreglo con el Duca para usar su habitacion para atender nuestros clientes. Le pagamos a el la mitad de nuestros ingresos por usar su cuarto. A nosotros no nos importa. El es amable, y eso le ayuda a pagar su renta.

– ?Cuanto paga de renta?

– Por una habitacion con bano y una pequena cocina, cincuenta mil liras al mes.

– ?Cincuenta mil? Eso equivale, aproximadamente, a ochenta dolares? ?Puede el con ese gasto?

– Ha vivido aqui durante muchos anos, dice el. Desde que era rico.

Estaban cruzando una interseccion, la Via Piemonte, y llegando a la cuarta manzana.

– ?Cuando fue rico? -pregunto Randall.

– El dice que hace cuatro o cinco anos.

Eso concordaba, penso Randall. Hacia cinco anos que Lebrun habia recibido su parte de la transaccion con Monti por el descubrimiento de Ostia Antica.

– Aqui es -anuncio Maria.

Se habian detenido frente a un edificio de apartamentos de seis pisos que tenia la fachada de piedra manchada de hollin. La entrada del edificio estaba entre la Iranian Express Company y un local con un letrero de BARBIERE y el tipico poste de peluqueria frente a la tienda.

Sobre el edificio de apartamentos de Lebrun, cincelada en piedra, habia solo una palabra: CONDOMINIO.

Debajo estaban dos enormes puertas de madera completamente abiertas, y mas adentro habia una puerta de vidrio y un pasillo de entrada con una especie de caseta, y hasta el fondo habia un patio.

– Aqui te dejo -dijo Maria extendiendole la mano-. Debo regresar a trabajar.

Randall le estrecho la mano.

– Gracias, Maria; pero, ?donde…?

– Entra. La caseta que ves a la derecha es donde el portiere deposita el correo. A la izquierda esta el ascensor y tambien hay una escalera. Pero primero debes ver al portiere para decirle que quieres ver al Duca. Si no esta en la caseta, ve al patio. A un lado estan unas ventanas con macetas y plantas, frente a donde el portiere y su esposa viven. Llamas alli. Ellos te llevaran con tu amigo. Buona fortuna. -Ella empezo a alejarse, pero se detuvo y regreso para decirle-: Cuando le veas, no le digas que Maria te trajo hasta aqui.

– No se lo dire, Maria. Te lo prometo.

Randall la vio alejarse hacia la Via Veneto, meciendo sus desfajadas nalgas y su bolsa blanca, y luego se volvio hacia el edificio de apartamentos.

Robert Lebrun, penso el. ?Por fin!

A grandes zancadas cruzo la sucia entrada con piso de marmol, abrio la puerta de vidrio y penetro. La caseta del portero estaba vacia. Randall continuo hacia el oscuro patio.

Un monton de plantas de hule llenaban el centro del patio, y a la izquierda, desde una ventana abierta, un hombre joven, bastante moreno y de apariencia siciliana, estaba regando una hilera de plantas que habia en el pretil de la ventana. De repente, dejo de regar para observar a Randall con curiosidad.

– Hola -dijo Steven-. ?Habla usted ingles?

– Si, un poco.

– ?Donde puedo encontrar al portero?

– Yo soy el portero. ?Quiere algo?

– Un amigo mio vive aqui y yo quisiera…

– Un momento.

El portero desaparecio de la ventana y segundos despues volvio a aparecer a traves de una puerta lateral que daba al patio. Era un hombre pequeno y gallardo que vestia una camisa azul de trabajo y unos parcheados pantalones de mezclilla. Se enfrento a Randall con las manos en las caderas.

– ?Quiere usted ver a alguien?

– A un amigo -Randall se pregunto que nombre deberia usar, lamentandose de no haberle preguntado a Maria bajo que nombre conocian al anciano. Probablemente el italiano-. Signore Toti.

– Toti. Lo siento, pero no. No hay ningun Toti.

– Tiene un apodo. Duca Minimo.

– ?Duca…? -El portero sacudio vigorosamente la cabeza-. No hay nadie aqui con ese nombre.

«Entonces debe ser Lebrun», decidio Randall.

– Bueno, en realidad, el es frances… casi todos lo conocemos como Robert Lebrun.

El portero miro a Randall.

– Hay un Robert… un frances… pero no es Lebrun. ?Tal vez se refiere usted a Laforgue? ?Robert Laforgue?

Laforgue, por supuesto. Ese era el nombre bajo el cual Sam Halsey, de la Prensa Asociada en Paris, habia encontrado a Lebrun enlistado en los archivos del Service Historique. Era el nombre verdadero de Lebrun.

– Si -exclamo Randall-. Ese es. Siempre confundo su apellido. A Robert Laforgue es a quien quiero ver.

El portero miro de una manera extrana a Randall.

– ?Es usted pariente de el? -le pregunto.

– Soy un amigo cercano. El senor Laforgue me esta esperando para discutir un asunto de negocios muy importante.

– Pero eso es imposible -dijo el portero-. Ayer al mediodia tuvo un accidente grave frente a la Stazione Ostiense. Fue atropellado por un automovil cuyo chofer huyo. Murio instantaneamente. Mis condolencias, Signore. Su amigo esta muerto.

Un joven y solicito oficial de Policia habia conducido a Steven Randall hacia fuera de la Questura, el cuartel general de la Policia romana, y le habia llamado un taxi, dandole instrucciones al chofer:

– Obitorio, Viale dell' Universita -y rapidamente dijo algo mas en italiano, repitiendo la palabra «Obitorio» y especificando la direccion exacta-, Piazza del Verano 38.

El chofer del taxi hizo rapidamente la senal de la cruz, acciono la palanca de velocidades y el automovil inicio la marcha veloz hacia el gran conjunto universitario romano donde estaba situado el deposito de cadaveres no identificados.

Meciendose de un lado al otro mientras el taxi se traqueteaba al virar en las esquinas, Randall estaba todavia alterado por el impacto de la impresion, pero se iba recuperando gradualmente.

La mayoria de las personas, reflexiono Randall, experimentan pocos momentos de shock en toda su vida. Sin embargo, en poco mas de un mes, el los habia soportado (el impacto de la sorpresa o el horror, el repentino sacudimiento de los sentidos o las emociones) una y otra vez. Habia soportado el ataque sufrido por su padre; lo de Barbara y el divorcio; el problema de la drogadiccion de Judy. Y detras de todo eso estaban la ocasion en que lo habian inducido a creer que Angela era la traidora en el proyecto y la vez en que se habia enterado del fallo descubierto por Bogardus. Estaban tambien el momento reciente en que se habia enterado que el profesor Monti estaba recluido en un manicomio y la ocasion cuando el dominee De Vroome le habia revelado, en el ascensor, que acababa de ver al falsificador de los documentos de Santiago y de Petronio. Y habian habido otras ocasiones en las que una cierta informacion habia hecho que la cabeza le diera vueltas y que la sangre se le helara. Para el, era como si el shock se hubiera convertido en un modo de vida.

Pero en ningun momento habia sufrido un reves mas grande que el recibido hacia dos horas, cuando el portero le habia dicho que Robert Lebrun estaba muerto.

El golpe habia sido tan inesperado que lo habia dejado casi mudo. No obstante, horrorizado como estaba, habia resistido la noticia, y hasta habia recobrado la compostura, porque sus experiencias con Resurreccion Dos lo habian condicionado a esos asaltos a su sensibilidad.

Podia recordar (todavia como si fuera un sueno) como el portero le habia narrado los acontecimientos del domingo por la tarde, que apenas fue ayer. La Policia se habia presentado en el edificio de apartamentos de la Via Bocampagni para averiguar si un tal Signore Robert Laforgue residia alli. Habiendose asegurado de que ese edificio era en realidad donde Laforgue Lebrun vivia, los oficiales habian informado al portiere que el anciano habia muerto en un accidente hacia tres horas.

La victima estaba cruzando la plaza de la Piramide di Caio Cestio hacia la Porta San Paolo, la estacion del Metro y del ferrocarril, en direccion a la pequena estacion conocida como Stazione Ostiense, cuando un automovil grande

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