mandado llamar al joven Carey y le habia ofrecido un puesto como ministro asociado con un salario mejor del que percibia en Illinois. Carey iba a hacerse cargo de algunas de las tareas mas rutinarias del reverendo Randall, asi como a extender la participacion de la Primera Iglesia Metodista en las obras sociales entre los necesitados. Por anadidura, a Carey se le habia prometido que reemplazaria al viejo despues de su jubilacion.

Tom Carey habia aceptado la oferta de inmediato y, con su mujer y seis ninos, habia retornado a su pueblo natal. Ahora sucederia al reverendo Randall. Se veia casi demasiado joven para ser ministro de Dios. Era ligero de complexion aunque atletico, de cabello muy corto, nariz respingada, palido; semejaba uno de esos chiquillos que portan, al frente y espalda sostenidos por tirantes, sendos carteles de anuncio ambulante de los Boy Scouts de America. Era cabal, recto, serio, leido, inteligente, socialmente activo. No predicaba como si tuviera a Dios a su lado (al reverendo Nathan Randall, quiza; pero no a Dios). Es decir, que desdenaba los sermones de fuego, gritos y aspavientos. Era alguien que no exageraba la nota.

Carey hablaba de nuevo, calmadamente, titubeante.

– Mencionaste la fe ciega de tu padre, Steve, su indiscutible fe, y como le envidiabas por ello. Estaba yo pensando precisamente en eso… en realidad, debatiendo conmigo mismo acerca de si debia discutirlo contigo. -Se humedecio los labios secos-. Senalaste que habias llegado a preferir la verdad de las cosas. Asi que… quiza no te molestara escuchar la verdad.

Randall hizo mas lento su paso, e inquirio:

– ?La verdad acerca de que, Tom?

– La fe ciega de tu padre. Tu sabes cuan cerca he estado de el en estos anos recientes. Bueno, para hablar honestamente, he detectado una alteracion gradual en su punto de vista. Puede que tu no hayas notado nada la vez ultima que estuviste aqui, pero ya estaba comenzando a suceder. Tu padre nunca ha perdido la fe. Eso seria impensable. Yo diria mas bien que en estos ultimos anos los sucesos del mundo, la conducta de los hombres, han tendido a sacudir… a sacudir, apenas ligeramente… su fe.

Esto era lo ultimo que Randall habria esperado escuchar. No podia ocultar su perplejidad.

– ?Su fe en que? Seguramente no en Dios, ni en el Hijo de Dios. ?En que, pues?

– Es dificil ser explicito. Yo diria que no precisamente su fe en Nuestro Senor… sino en la verdad literal del canon del Nuevo Testamento, en el dogma de la Iglesia, en la relevancia del ministro de Cristo sobre la Tierra respecto de los problemas de ahora, en la posibilidad de aplicar algunas de las ensenanzas de Nuestro Senor a estos tiempos intensamente cientificos y rapidamente cambiantes.

– Tom, ?me estas diciendo que sientes que mi padre ha perdido fe en la Palabra?… ?O al menos algo de su fe?

– Es una sospecha que he abrigado recientemente.

Randall estaba angustiado.

– Si eso es verdad, es terrible, absolutamente terrible. Significaria que ahora sabe que su vida no vale nada; nada mas que cenizas.

– Puede que no haya llegado a tanto, Steven. Puede que ni siquiera haya comprendido o afrontado su propia sensacion de inquietud. Te lo expondre sencillamente. Empleando la sabiduria tradicional, tu padre estaba tratando de resolver la multitud de nuevos problemas a los que se tiene que enfrentar el hombre del siglo xx en este microcosmos de nuestra sociedad. Y no solo no estaba funcionando el metodo, sino que cada vez era mas la gente que le estaba volviendo la espalda a su mensaje. Creo que en estos ultimos anos se ha sentido frustrado, confuso, un poco derrotado y, finalmente, desalentado e impaciente. Creo que el doctor Oppenheimer, con todo lo preciso y lo poco imaginativo que a veces parece, tiene alguna nocion de esto. Ayer al mediodia, despues de que tu padre sufrio el colapso y fue hospitalizado, el doctor Oppenheimer estaba tomando un cafe y yo me le reuni. Los dos solos. Le pregunte si el colapso de tu padre habria sido causado por el exceso de trabajo. El doctor Oppenheimer me miro y me dijo: «Accidentes cerebrales, como los coronarios, no vienen del exceso de trabajo. Vienen de la frustracion.» ?Necesito decirte mas?

Randall sacudio la cabeza.

– No, eso dice mucho. Lo que me preocupa es que… sin esa irrompible muleta, garantizada de por vida: la fe ciega, ?como podra recuperarse mi padre?

– Quiza su recuperacion pueda fortalecer su fe. Te repito que los cimientos de su fe estan alli, solidos. Solo que ahora se le pueden ver algunas grietas.

Randall podia ver el perfil del «Hotel Oak Ritz» a la distancia. Saco su pipa, la cargo y la encendio.

– ?Y tu que, Tom? ?Algunas grietas visibles en ti?

– No en cuanto a mi fe en el Ser Supremo. Ni en Su Hijo. Es alguna otra cosa. -Se acaricio el menton y, eligiendo sus palabras lentamente, prosiguio-: Es… bueno, que lo que a mi me preocupa son los representantes, los mensajeros del Salvador. Han comprado y vendido la idea integra del materialismo. ?Como estableces un reino de Dios sobre la Tierra, cuando los guardianes de ese reino idolatran la riqueza, el exito, el poder? Igualmente desalentador es que nuestros clerigos hayan fracasado en reinterpretar, modernizar y hacer util una fe nacida en tiempo antiguo. Han tomado demasiado poca conciencia del cataclismo social, de un mundo de comunicacion instantanea, un mundo que se balancea sobre una bomba de hidrogeno, un mundo que ha enviado hombres a las estrellas. En este nuevo mundo donde el cosmos se convierte en un hecho observado por television, donde la muerte se vuelve una certidumbre biologica, es dificil conservar la fe en un cielo amorfo. Son muchos los adultos que son educados, preparados para afrontar la realidad (tu mismo, por ejemplo), y que no aceptan una doctrina que exige la creencia en el Mesias, en milagros y en un mas alla. La mayoria de los jovenes son demasiado independientes, estan demasiado alerta y bien informados, son demasiado escepticos como para mirar con respeto una religion que ya parece mitica, anticuada, un mero narcotico. Aquellos jovenes que desean lo sobrenatural han encontrado magia mas asombrosa en la astrologia, la hechiceria, las filosofias del Lejano Oriente. Los sonadores idealistas buscan narcoticos mejores en las drogas, y rechazan el materialismo de las comunidades urbanas en favor de la comuna.

– Pero, Tom, en anos recientes ha habido entre los jovenes un renacimiento dramatico del interes por la religion. Millares de ellos, agrupados en lo que llaman La Gente de Jesus y Los Fanaticos de Jesus, se han encendido con la vieja figura tradicional del Padre; se han encendido con Sus ideas acerca del amor y la fraternidad. Los he visto, y he visto todas esas operas de rock, comedias musicales, discos, libros, periodicos, estandartes, todos celebrando a Cristo. ?No hay una promesa en todo eso?

Carey esbozo una sonrisa descolorida.

– Un poco, un poco, pero no mucho. Nunca he contado con ese renacimiento. Es como si los jovenes (algunos de ellos, cuando menos) hubieran emprendido un nuevo viaje. Pero me temo que es un viaje corto. Porque es un viaje hacia atras, hacia el tiempo pasado en busqueda de la paz en una antiguedad nostalgica… En lugar de eso, deberian tratar de que esa antiguedad sea remodelada, modernizada y transportada desde el pasado para los que viven en el presente. Su viaje nada tiene que ver con la fe duradera. Ese Cristo de ellos… es un Beatle, es un Che y, finalmente, es un vejestorio. No, Steven; se necesita un Cristo mas perdurable y una Iglesia mejor. Cualquier renacimiento podria tener suficiente fuerza para subsistir, desarrollarse y tener significado; pero solamente si pudiera conectarse con la Iglesia establecida.

– Bueno, ?y por que no podria? -pregunto Randall.

– Porque la Iglesia establecida no se identifica con esa gente o, en verdad, con la mayoria de la gente hoy en dia. La Iglesia simplemente no esta sosteniendo el paso; no llega al suficiente numero de seres humanos, ni los retiene. La rigidez de la Iglesia cristiana, su lentitud para reconocer los problemas terrenales inmediatos y afrontarlos, me decepcionan profundamente a mi tambien. Confieso mi pecado. Me sorprendo a mi mismo comenzando a dudar de lo que predico.

– ?No ves ninguna esperanza en lo absoluto, Tom?

– Un ligero viso de esperanza. Pero puede ser demasiado tarde. Sospecho que la unica esperanza para la supervivencia de la cristiandad organizada radica en el desarrollo de la reforma eclesiastica mundial, o en el crecimiento del movimiento radical o clandestino de la Iglesia en todo el mundo. El futuro de la religion ortodoxa puede depender del ascenso al poder de un clerigo como el reverendo Maertin de Vroome (el protestante revolucionario de Amsterdam).

– Si, he leido acerca de el.

– Un ministro como De Vroome no esta encadenado al pasado. El piensa que la Palabra tiene que ser releida y luego revisada, revivida, repredicada. Cree que debemos dejar de hacer enfasis en la idea de que Cristo fuera alguna vez no solamente una realidad, sino el Hijo de Dios, el Mesias. El siente que ese Jesus, al igual que las

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