valor de este fragmento de papiro?

– Si, me he formado un juicio definitivo.

– Dominee De Vroome, ?cual es ese juicio?

El dominee, apostol de Dios por los cuatro costados, dejo pasar un intervalo dramatico antes de que su vibrante voz resonara en la sala del juicio.

– Solo cabe una conclusion. Mi modesto dictamen es que el fragmento de papiro que el acusado trajo de Italia ayer no es falso… No cabe duda de que se trata de una autentica e iluminaba obra de la pluma de Santiago el Justo, hermano de Jesus… y que, como tal, no es solo un tesoro nacional de Italia, sino un tesoro de toda la Humanidad, y forma parte del mayor descubrimiento realizado en los dos mil anos de la epopeya cristiana. Yo felicito a los propietarios del Nuevo Testamento Internacional por haber podido anadirlo a la inspirada obra que estan a punto de entregar al mundo.

Y con eso, sin esperar la respuesta del magistrado, el dominee De Vroome se dio media vuelta y camino a grandes y vivas zancadas hacia los asientos donde los editores, puestos en pie, lo ovacionaban ruidosamente.

La declaracion de De Vroome le cayo a Randall como una bomba. Retrocedio, abatido y mudo ante el inesperado giro que habian tomado los acontecimientos.

Cuando el dominee paso junto a el, Randall sintio deseos de gritarle: «De Vroome, ?traidor, asqueroso, desgraciado, hijo de puta!»

Pero no pudo pronunciar palabra ni emitir sonido. Se habia recargado contra la pared… quedando inmovil, como si lo hubieran atravesado con un arpon invisible.

En el bullicio apenas pudo comprender lo que siguio.

El magistrado Le Clere estaba diciendo:

– La corte esta preparada para dar su veredicto, a menos que haya mas testimonios que escuchar. ?Desea alguna otra persona presente declarar algo?

Una mano se elevo. Era George L. Wheeler, que movia un brazo para llamar la atencion mientras sus colegas se agrupaban en torno a De Vroome. Pedia permiso para hablar.

– Su Senoria, solicito una breve suspension para hablar con el acusado en privado antes de que se rinda el veredicto.

– Peticion concedida, Monsieur Wheeler. Tiene usted permiso del tribunal para hablar en privado con el acusado -dio tres fuertes y secos golpes con su mazo-. Se suspende la audiencia. Exactamente dentro de treinta minutos nos reuniremos de nuevo para dar el veredicto de esta causa.

– ?Maldita sea! -ladro George L. Wheeler-. Ni siquiera se por que me estoy preocupando por usted.

– Se esta preocupando por mi -dijo Randall tranquilamente- porque quiere que su nueva Biblia aparezca pristina y mas alla de toda duda, y yo represento una fuente de defeccion y una disension potencial, y usted no quiere nada de eso.

Estaban juntos, solos, en la antesala sin ventanas adyacente a la sala de audiencias, con las dos puertas bien cerradas. En Randall, a la ira contra De Vroome habia sucedido su habitual y cinica desconfianza en todos los hombres. Estaba sentado en una de las dos sillas rectas del cubiculo, con las piernas estiradas por la fatiga y fumando constantemente su pipa.

Continuo observando al editor norteamericano que iba y venia frente a el, y a pesar de la aversion que sentia por Wheeler, lo veia tambien con un nuevo y austero respeto. Despues de todo, ese superficial y mafioso vendedor de Biblias de alguna manera se las habia arreglado para hacer de un enemigo mas intelectual e infinitamente superior a el, el dominee De Vroome, un renegado y un miembro sumiso del establishment ortodoxo de la religion. Randall comprendio, lamentandolo, cuan equivocadamente habia subestimado a aquel comerciante bufon. Wheeler era un prestidigitador mas diabolico de lo que Randall habia siquiera sospechado. Se pregunto si Wheeler trataria de hechizarlo. De otra manera, ?para que queria el repulsivo brujo verlo en privado?

Wheeler habia dejado de caminar, deteniendose frente a Randall.

– Asi que eso es lo que usted cree -dijo-, que yo estoy aqui para convertirlo, a efecto de que no haya disensiones. Usted se cree muy listo, Steven, y a pesar de todas sus pretensiones de gran inteligencia y pensamientos profundos, no es mas que un maldito estupido. Escucheme: su oposicion no representaria nada para nosotros, no pasaria de ser el imperceptible croar de una pequena rana en un gran estanque. No, usted esta mil por ciento equivocado en cuanto a mis razones. Teniendo en cuenta la forma en que intento sabotearnos, deberia yo dejar que se lo llevara la corriente. Pero no puedo. En primer lugar (y usted no lo va a creer porque sigue creyendose muy listo) ocurre que yo siento afecto por usted, afecto paternal. He llegado a tenerle una gran simpatia. Y no tolero equivocarme en materia de afecto y de confianza. En segundo lugar (y no me averguenzo de reconocerlo) yo soy un hombre de negocios, a mucho orgullo, y usted puede ser util. No solo para la ceremonia del anuncio. Eso esta bajo control. En este momento, las estaciones de radio y television y los diarios de todos los rincones del mundo estan avisando al publico que el viernes habra una transmision internacional en la que se anunciara un descubrimiento biblico de trascendental importancia. Asi que eso ya esta en marcha. Pero no olvido que nuestra campana de ventas apenas comienza con la ceremonia oficial del anuncio que se celebrara pasado manana. Y yo quiero que usted maneje mi campana, porque usted conoce el proyecto como pocos; usted sabe tras de que andamos, y usted puede sernos enormemente util. Estoy aqui hablandole asi porque cuento con una cosa: con que habra aprendido la leccion.

– ?Que leccion, George? -pregunto Randall suavemente.

– Que usted esta totalmente equivocado en cuanto a la autenticidad de los documentos de Santiago y de Petronio, y que nosotros tenemos la razon… Y que usted es lo suficientemente hombre para reconocerlo y unirse nuevamente al equipo. Escucheme, Steven: si un personaje importante como el dominee Maertin de Vroome, famoso eclesiastico y erudito, cuyo escepticismo superaba al de todos los demas, fue lo bastante hombre para ver la luz, reconocer su error y presentarse en apoyo nuestro, no veo por que usted no podria hacer otro tanto.

– De Vroome -dijo Randall volviendo a encender su pipa-. Iba yo a preguntarle acerca de De Vroome. ?Como se las arreglo usted para lograr el cambio en el reverendo?

Wheeler se irguio, ofendido.

– Usted no admite que algo sea honesto, Steven. Usted cree que todos somos unos tramposos.

– Yo no dije que todos.

– Claro que no. Se esta exceptuando a si mismo -apunto el indice a Randall-. Deje de pasarse de listo y escucheme. Nadie, lo que se dice nadie, podria comprar ni sobornar a un ser humano con la integridad de un De Vroome, quien tuvo que llegar a su juicio final acerca de nuestro proyecto utilizando su buena conciencia. Hasta ahora, cuando tiraba contra nosotros y trataba de destruirnos, nunca supo exactamente que era lo que estabamos intentando hacer, ni conocia los detalles de los magnificos documentos que teniamos en nuestro poder. Pero cuando vino a que se los ensenaramos (y puesto que era ya la vispera del anuncio nos parecio que podiamos mostrarselos) de inmediato abandono su antagonismo y su resistencia. Vio que poseiamos la verdad, el verdadero Jesucristo, y que la Humanidad seria la beneficiada al recibirlo a El a traves del Nuevo Testamento Internacional. De Vroome capitulo en seguida. Queria estar del lado de los angeles y el Espiritu Santo, como lo revelo hace unos cuantos minutos en este tribunal frances.

– Asi que ahora el los apoya en todo -dijo Randall.

– En todo, Steven. Estara en el estrado junto a nosotros cuando difundamos desde Amsterdam la Buena Nueva por todos los ambitos de la Tierra. Steven, no fue facil para un gran hombre como el confesar su error y cambiar de opinion. Pero como ya dije, y lo repito, Maertin de Vroome fue lo bastante hombre para hacerlo. Y el doctor Deichhardt y todos los demas comprendimos cuan dificil fue eso para De Vroome, asi que nosotros le mostramos la caridad a nuestra manera. En verdad, para demostrarle que no somos los vigilantes que usted nos considera, le dire que tanto De Vroome como nosotros cedimos la mitad del camino para llegar a un acuerdo.

– ?La mitad del camino? -dijo Randall-. ?Donde es eso, George?

– Es donde los hombres maduros y sensatos tratan de allanar sus diferencias y trabajan juntos para presentar un frente unido. Puesto que De Vroome estuvo dispuesto a apoyarnos, nosotros estuvimos dispuestos a apoyarlo a el. Retiramos nuestro respaldo a la candidatura del doctor Jeffries para lanzar todo nuestro apoyo conjunto en favor del dominee De Vroome, para que se convierta en el proximo secretario general del Consejo Mundial de Iglesias.

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