– Ya veo -dijo Randall.

Y veia. Sacudio las cenizas de su pipa… cenizas… en el cenicero de pie que tenia detras. Si, veia. Lo veia todo.

– ?Y el doctor Jeffries? -pregunto-. ?Como queda?

– Tendra otro puesto; el de presidente del Comite Central del Consejo Mundial.

– Un puesto honorario. ?Quiere usted decir que a el no le importa convertirse en figura decorativa?

– Steven, el doctor Jeffries y todos nosotros vemos estas cosas de un modo muy distinto que usted. No pensamos en nuestra propia vanidad. Tenemos una causa comun. Se trata de la unidad. Es natural que haya pequenos sacrificios. Lo importante es que con De Vroome de nuestro lado, tenemos unidad.

– Ciertamente la tienen -dijo Randall, tratando de dominar la virulencia que habia en el tono de su voz.

– Ahora, con todo resuelto, con una dinamo como De Vroome al frente del Consejo Mundial -prosiguio Wheeler- y con el apoyo eclesiastico del Nuevo Testamento Internacional, estamos seguros de lograr el mayor retorno a la religion y la mas importante renovacion de la fe desde la Edad Media. El proximo siglo se conocera como el Siglo de la Paz, asi como aquel otro se llamo el de las Tinieblas.

Ocultando su disgusto, Randall se enderezo en su silla.

– Muy bien, George, magnifica labor. Solo quisiera que me explicara usted una cosa. Yo he hablado con De Vroome. Yo se cuales son sus convicciones… cuales eran sus convicciones. Solo digame como un reformista radical como el se las arreglo para comprometer todo lo que representaba con tal de unirse a ustedes y su ortodoxia conservadora.

Wheeler parecio lastimado.

– Tiene usted una opinion equivocada de nosotros. Somos cualquier cosa excepto fundamentalistas dogmaticos. Siempre hemos estado dispuestos a acomodarnos a los cambios y modificaciones indispensables para satisfacer las necesidades espirituales y terrenales de la Humanidad. Ese es el milagro del Hombre de Galilea. El era flexible, comprensivo, transigente. Y nosotros somos Sus hijos. Nosotros tambien somos flexibles, a efecto de servir mejor al bien comun. Steven, sabemos que la avenencia nunca es unilateral. Cuando De Vroome acepto nuestro descubrimiento y se dispuso a terminar con su rebeldia y su oposicion, nosotros accedimos a llevarlo a la direccion del Consejo Mundial. Ello significa que estabamos dispuestos a aceptar cierto grado de reformas, no solo en cuanto a la interpretacion de las Escrituras, de la liturgia, sino tambien en las esferas de la reforma social y en los esfuerzos para hacer que la Iglesia responda mas a las necesidades humanas. Como resultado de esa transaccion, de ese remedio a un cisma peligroso, seguiremos adelante no solo con una nueva Biblia, sino tambien con una nueva y dinamica Iglesia mundial.

Randall estaba quieto y callado, mirando fijamente a aquel santurron de dos caras.

«Es un club feliz y despiadado -penso Randall-. El club del poder.» Como un gigantesco oso hormiguero, con un hocico llamado transaccion, cediendo un poco para llevarse mucho, acababa a lamidas con toda resistencia… Era invencible. Como Cosmos Enterprises. Como los monopolios de armamentos. O los grandes Gobiernos. Como la banda internacional. Como una fe ortodoxa cantada de oido. Al fin veia claramente como se habia producido esta ultima amalgama. El, Randall, habia sido el involuntario catalizador. El habia descubierto el arma para aniquilar lo que era verdaderamente cinico y contrario a la gente, el arma que pondria fin a Resurreccion Dos. El se la habia confiado a Maertin de Vroome. Con esta arma, De Vroome tenia el instrumento y la palanca que forzaria a los dirigentes de Resurreccion Dos a transigir. Reconozcanme y los reconocere. Oponganme resistencia, y con el arma de Randall los combatire y al final los destruire. Y en definitiva, De Vroome habia preferido no extender la guerra civil para lograr una victoria total, sino transar al momento para lograr una victoria parcial instantanea. Una vez instalado en su puesto de secretario general del Consejo Mundial, seria el Judas que llevaria a la grey de los fieles hacia el redil de Wheeler.

Y Randall se daba cuenta de que en ese gran esquema de cosas, solo una persona habia quedado aislada: el mismo.

El punto estaba claro. Uno solo no podia resistir. Unirse a los demas, o quedarse solo. Con los demas, unicamente padeceria el alma. Quedarse solo, seria la muerte.

– ?Que quiere usted de mi, George? -pregunto calmadamente-. Quiere que yo sea como De Vroome, ?no es eso?

– Quiero que afronte los hechos, como lo hizo De Vroome. Los hechos y nada mas. Usted se ha entregado a sus juegos descabellados, persiguiendo sospechas tontas, juntandose con delincuentes y chiflados excentricos, y lo unico que ha conseguido es dar mayor fuerza al Nuevo Testamento Internacional… y crearse a si mismo un monton de problemas. Reconozca ahora que estaba equivocado, Steven.

– Y si lo reconozco, ?que?

– Entonces tal vez podriamos salvarlo -dijo Wheeler cautelosamente-. En el tribunal esta usted en graves problemas. Estoy seguro de que el juez le aplicara el codigo. Ira a parar a la Bastille por quien sabe cuanto tiempo, y en desgracia, y no habra ganado nada. El mercado para los martires disidentes va a ser muy pobre en el futuro proximo. Cuando vuelva usted a la sala para escuchar el veredicto y la sentencia, pida hacer una declaracion final. Nosotros nos encargaremos de que se le permita hacerla. Monsieur Fontaine tiene gran influencia aqui, y nuestro proyecto goza de mucho respeto.

– ?Que declaracion debo hacer, George?

– Una declaracion sencilla, hecha franca y humildemente, retractandose de su testimonio anterior. Diga que usted habia oido que en Roma habian descubierto una parte que faltaba en el documento de Santiago, un fragmento autentico de papiro y que, como miembro devoto de Resurreccion Dos, usted se dispuso a recobrarlo para devolverselo a su legitimo propietario. En Roma, hallo el fragmento en poder de un criminal empedernido, Robert Lebrun, que se lo habia robado al profesor Monti. Usted compro a Lebrun por una bagatela, sin tener idea de que el Gobierno italiano se opondria a que sacara el fragmento de Italia. Usted simplemente lo considero como una parte faltante de los papiros de Santiago que estaban en Amsterdam, y se lo trajo a Francia con toda naturalidad para someterlo a una prueba rutinaria de autenticidad. Usted no tenia intencion alguna de introducirlo de contrabando, asi que cuando se lo encontraron, perdio la cabeza. No sabia que hubiera quebrantada ninguna ley, y se asusto, fingiendo que el fragmento era una falsificacion que carecia de valor, meramente para probar que no llevaba usted encima un tesoro nacional, e inventando ese cuento para protegerse a si mismo. Fue un error propiciado por su ignorancia de la Ley y por un exagerado entusiasmo por nuestro proyecto. Diga usted que esta arrepentido, y pida que la corte lo perdone. Eso es todo lo que tiene que decir.

– Y si lo hago, ?que dira el juez?

– Consultara con nosotros cinco y con el representante del Gobierno italiano, y ya no habra problema. El magistrado aceptara nuestra recomendacion. Le reducira a usted la multa y le suspendera la sentencia, y podra salir de aqui en calidad de hombre libre, con la cabeza alta, y reunirse nuevamente con nosotros para la presentacion del gran espectaculo que ofreceremos a la Prensa y el inolvidable drama historico que se desarrollara pasado manana por la manana, desde el palacio real de Amsterdam.

– Suena interesante, debo admitirlo. Sin embargo, ?que si me rehuso a retractarme?

La sonrisa desaparecio del rostro de Wheeler.

– Nos lavamos las manos en lo que a usted toca. Lo dejamos a merced del tribunal. No podremos ocultar su comportamiento, ni siquiera a Ogden Towery y Cosmos Enterprises espero un momento-. ?Que dice, Steven?

Randall se encogio de hombros.

– No se.

– Despues de todo esto, ?no lo sabe usted?

– Es que no se que decir.

Wheeler fruncio el ceno y miro su aureo reloj de pulsera.

– Tiene usted diez minutos para decidirse -dijo austeramente-. Tal vez sea mejor que pase esos diez minutos con alguien que tenga mas influencia sobre usted -se dirigio hacia la puerta-. Tal vez a ella si sepa que decirle - abrio la puerta, hizo una sena a alguien que estaba fuera y miro de nuevo a Randall-. Es su ultima oportunidad, Steven. Aprovechela.

Wheeler salio, y un momento despues entraba Angela Monti, titubeante, cerrando la puerta tras de si.

Randall se puso en pie lentamente. Le parecia que no la habia visto hacia toda una vida. Angela se veia desconcertantemente igual al dia cuando el la miro por primera vez (siglos atras, segun el calendario de la pasion) en Milan. Llevaba una blusa de seda, lo bastante delgada como para revelar su sosten de media copa de encaje blanco, un ancho cinturon de ante y una corta faldita veraniega. Angela se quito los lentes oscuros de sol, y sus

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