Dios, no importaba. El, Steven Randall, creia.

Era dificil dejar estas paginas y volver a las anotaciones, a los antecedentes, a las explicaciones, pero lo hizo; y cada una de las siete paginas adicionales atraparon su atencion.

Sin embargo, Randall no se permitiria pensar. Sentia, pero se rehusaba a pensar.

Volvio rapidamente al principio del Evangelio segun Santiago y lo releyo. Luego, otra vez al apendice previo, el informe sobre el Juicio de Jesus por Petronio; y lo releyo.

Por fin, depositando suavemente el Nuevo Testamento Internacional sobre la mesa de cafe, se habia hundido en los cojines del sofa y se permitia pensar a la par que sentir.

Y fue entonces cuando Randall se percato del grado hasta el cual esta nueva Palabra, la Palabra, habia penetrado su escepticismo y despertado dentro de el una emocion que no sintiera desde que era un jovenzuelo en Oak City.

Su vida habia sido creada de modo que pudiera significar algo, para el mismo, para otros.

Habia analizado la sensacion una y otra vez.

Y ahora, tras un lapso de dos horas desde que habia entrado en la suite, y casi una hora despues de que habia abierto el Nuevo Testamento Internacional, se sentaba en el sofa, tratando de controlar sus emociones y de manejar inteligente y racionalmente lo que habia leido.

Se quedo mirando a las encuadernadas paginas del libro, y trato de evocar y rehacer en su cabeza lo que acababa de experimentar.

El Informe de Petronio era un documento oficial relativamente breve y de rutina. Precisamente lo llano de su tono, lo conciso (el tono de un centurion o capitan romano sin mayor pulimento describiendo para su superior, el prefecto de la Guardia Pretoriana en Roma, la sentencia de un chiflado e inofensivo criminal menor) lo hacia cien veces mas real, mucho mas creible y escalofriante que el mas bello y literario relato de San Lucas, el cual habia escrito:

«Entonces Pilatos sentencio que se hiciese lo que ellos pedian; y les solto a aquel que habia sido echado en la carcel por sedicion y homicidio, a quien habian pedido; y entrego a Jesus a la voluntad de ellos.»

Petronio habia escrito:

«El juicio fue celebrado al alba, ante el palacio de Herodes. Como testigos, los fariseos y saduceos no ayudaban, e insistian en que el acusado estaba siendo juzgado por infringir leyes civiles y no la Ley Mosaica. Los testigos que comparecian ante el tribunal eran amigos de Roma, aquellos que deseaban la paz, la mayoria de elfos ciudadanos de Roma. Estos acusaban a Jesus de crimenes y aportaban su evidencia de que Jesus se proclamaba Rey de Israel y decia tener una autoridad superior a la del Cesar, y que era alguien que ensenaba y predicaba la sedicion y la desobediencia en las ciudades de todo el territorio, y que intentaba alborotar e incitar a la rebelion a los sometidos.»

Randall recordo mas acerca de este informe firmado por Petronio y enviado sobre la firma «Poncio Pilatos, prefecto de Judea», a «Lucio Elio Sejano, amigo del Cesar», en Roma. Petronio habia dado vida, en dos frases, a aquella abominable escena final en el Pretorio, con Pilatos en su alto estrado y el hombre, Jesus, silencioso ante el:

«El acusado comparecio a su propia defensa, negando todos los cargos en su contra, excepto el de que proclamaba tener mayor autoridad que la del Cesar. El acusado, Jesus, afirmaba que su Dios le habia encomendado su mision, que era la de establecer un reino del Cielo sobre la Tierra.»

Petronio habia informado de la sentencia de muerte y de la orden de Pilatos de que su primer centurion llevara a cabo la ejecucion de inmediato. Tras de ser flagelado con latigos de tres colas, Jesus habia sido conducido por los guardias al lugar de la Crucifixion. Petronio habia concluido:

«Asi fue ejecutado mas alla de la Puerta de las Ovejas. Su muerte ocurrio, como fue verificado, en la novena hora. Dos amigos del criminal, ambos miembros del Sanedrin, pidieron su cuerpo a Pilatos, el cual les fue concedido para su entierro. Asi fue cerrado el caso de Jesus.»

Pero lo que habia conmovido a Randall aun mas era la narracion del Evangelio segun Santiago. La biografia estaba interrumpida en partes donde faltaban palabras o frases, solo porque ciertos fragmentos de las hojas de papiro se habian convertido en polvo o porque la antigua escritura, la escritura en tinta primitiva, se habia vuelto ilegible sobre la fibra decolorada. Pero, aplicando la logica deductiva, eminentes expertos habian aportado la mayoria de las palabras y frases faltantes, las cuales, aunque estuvieran encerradas en un bosque de parentesis, en modo alguno oscurecian la imagen del verdadero Jesus.

Leer a Santiago era creer, sin una sola duda.

Las palabras de Santiago no solo sonaban autenticas (con la misma estimulante franqueza de la Epistola General de Santiago que aparece en el Nuevo Testamento comun) sino que claramente indicaban que esta era la historia de un ser humano que habia vivido muy cerca de otro. La narrativa, cruda en su simplicidad, no estaba embellecida por la propaganda de los evangelistas o de los promotores cristianos posteriores, quienes habilidosamente habian alterado o reescrito los cuatro evangelios al comienzo del siglo ii, antes de que se hubieran convertido en los canones del Nuevo Testamento en el siglo iv.

Santiago, como lider de los seguidores de Jesus en Jerusalen, habia escrito que Jesus era un judio que queria modificar y mejorar el judaismo. Su version era ajena a la teologia de los cristianos organizados que vinieron despues y que escribieron acerca de sucesos que no habian observado. Esos cristianos se propusieron cambiar de manera drastica el judaismo para eventualmente suplantarlo. Copiaron lo mejor de su moralidad y de su historia, pero modificaron a su Dios; a cambio de uno justo, recto, que tenia un pueblo elegido, adoptaron un Dios que creia en el amor a los judios y a los gentiles por igual, y proclamaron exclusividad ante el Retorno del Mesias. Los propios evangelistas se habian dedicado a anunciar no meramente un hombre y su vida, sino una idea sobre la cual se pudiera edificar la Iglesia cristiana.

Mas aun, Santiago habia absuelto a los judios de toda responsabilidad por la muerte de Jesucristo y, en llana contradiccion con la apologetica de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, habia culpado directamente a los romanos; y la version de Santiago quedaba confirmada por el Informe de Petronio. Los especialistas biblicos modernos hacia mucho que sospechaban que la idea de un Pilatos renuente que se veia forzado por las autoridades judias a condenar a Jesus a la muerte, habia sido solo una distorsion de la verdad por parte de los evangelistas, por razones politicas.

Una anotacion citaba al experto frances Maurice Goguel, Paris, 1932:

«Aquel a quien los cristianos presentaron ante el mundo como el mensajero de Dios y el Salvador, habia sido sentenciado a muerte por un tribunal romano. Este hecho causo dificultades para la predica del Evangelio en el mundo romano, porque pudo haber dado la impresion de que convertirse a la fe cristiana significaba tomar el partido de un rebelde y, por lo tanto, estar en oposicion a la autoridad imperial. De ahi que los cristianos estuvieran ansiosos por probar que el Procurador que habia enviado a Jesus a la ejecucion habia estado convencido de su inocencia, y que habia anunciado publicamente que habia sido forzado a ceder por la irresistible presion del populacho y las autoridades judias.»

Otra anotacion citaba al estudioso aleman Paul Winter, Berlin, 1961:

«Escribiendo probablemente en Roma [San Marcos] quiso enfatizar la culpabilidad de la nacion judia, y particularmente de sus lideres, por la muerte de Jesus; ellos, y no los romanos, eran quienes debian ser senalados como responsables de la crucifixion. No hay que asumir que el evangelista fuera movido por sentimientos positivamente antisemitas; su tendencia era defensiva mas que agresiva. Estaba preocupado por eludir la mencion de cualquier cosa que provocara sospechas o antagonismos romanos contra los ideales que el defendia… No debe darse lugar a la inferencia de que Jesus estuviese conectado en modo alguno con las actividades subversivas como

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