– No quiero sueldo. Me gusta Amsterdam. Deseo contribuir a la fama de mi padre. Quiero ayudar a que esta Biblia este en las manos de todos. Y…

El espero, reprimiendose, y despues la apremio.

– ?Y que mas?

– E voglio essere con te, Stefano, e basta.

– ?Lo que significa?…

– Que quiero estar contigo, Steven, y eso es todo.

Steven Randall habia llegado de Milan a Paris temprano la noche anterior, despues de un vuelo durante el cual le ocuparon imagenes mentales de Angela Monti con el, y se habia preguntado como era que le dominaba el animo de una muchacha que acababa de conocer y de quien apenas sabia algo.

Habia parado en «L'Hotel», una animada hosteleria que estaba en la Rue des Beaux-Arts, sobre la orilla izquierda del Sena. Le habia atraido durante un paseo que dio por alli sencillamente porque ostentaba una placa, junto a la entrada, que conmemoraba el hecho de que aquel habia sido el ultimo lugar donde se alojara Oscar Wilde y donde muriera, en 1900.

Ya que tanto el patio como los restaurantes hundidos estaban llenos de ruido, de jazz y de juventud elegante, y el no estaba de humor para eso, Randall habia caminado hasta Le Drugstore, frente al Cafe Flore, en el Boulevard Saint-Germain, que daba a la Place St.- Germain-des-Pres, y arriba hallo un reservado; aquello estaba tambien lleno de jazz y de juventud elegante, pero esta vez no le importo. Consumio su filete de carne picada avec oeuf a cheval, degusto su vin rose y siguio fantaseando acerca de su proxima reunion con Angela en Amsterdam.

Solamente hasta despues de volver a su cuarto de «L'Hotel» y abrir el expediente del profesor Henri Aubert, celebre director del Departamento de Fechacion por Radiocarbono del Centre National des Recherches Scientifiques de Francia, consiguio olvidarse de Angela.

Era la manana. Media hora antes habia tomado un taxi para ir al nuevo edificio de piedra desde el cual operaba el Centre National des Recherches Scientifiques, situado en Rue d'Ulm, muy cerca del Institut du Radium de la Fondation Curie.

Bajando de su taxi frente al edificio del CNRS, en la manana todavia fresca y brillante de Paris, Randall sintio temor. Angela Monti, que hablaba de arqueologia aunque no fuera especialista, era una cosa. Pero el profesor Aubert, hombre de ciencia, informandole de la autenticidad de los papiros y pergaminos de Ostia Antica, podria ser algo muy diferente. Aunque Randall se habia instruido acerca del procedimiento de datacion por el carbono 14, ignoraba las cuestiones cientificas, y esperaba que Aubert lo tratara con paciencia semejante a la que tendria con un hijo pregunton.

Sus temores habian sido infundados porque, a los diez minutos, el profesor Henri Aubert ciertamente lo trataba con gran paciencia.

Al principio, el frances le parecio formidable a Randall. Resulto ser un hombre de unos cuarenta y cinco anos, bastante alto, bien proporcionado y muy pulcramente vestido. Llevaba el pelo con vaselina y copete, tenia un galico rostro de gavilan, ojos pequenos y ademanes rigidos, y hablaba un ingles impecable. Su apariencia de retraimiento aristocratico desaparecio rapidamente ante el interes de Randall por su trabajo, que era para Aubert lo esencial de la vida; todo lo demas le parecia superfluo. Cuando noto que Randall iba muy en serio y que su curiosidad era genuina, Aubert se volvio subitamente mas sencillo y mas agradable.

Despues de quejarse en son de disculpa porque su esposa Gabrielle, que presumia de decoradora, habia transformado su despacho utilitario, con muebles metalicos, en una vitrina de antiguedades Luis XVI, el cientifico habia llevado a Randall por un corredor desde su despacho al mas cercano laboratorio del Departamento de Fechacion por Radiocarbono.

En el camino, Randall encendio su grabadora y Aubert se puso a explicar, en los terminos mas sencillos, de que consistia el procedimiento de datacion del carbono 14.

– Es un descubrimiento del doctor Williard Libby, profesor norteamericano, por el cual recibio el Premio Nobel de Quimica en 1960. Mediante este extraordinario artificio puede determinarse, con bastante exactitud y por primera vez, el tiempo de existencia de huesos antiguos, trozos de madera y fragmentos de papiro, de hasta sesenta mil anos de antiguedad. Ya era sabido que desde que hay vida en la Tierra todo lo que vive, todos los organismos vivos del mundo, tanto los seres humanos como las plantas, los arboles y todos los demas, ha sido bombardeado por rayos cosmicos procedentes del espacio exterior. Este bombardeo ha hecho que el nitrogeno se transforme en atomos radiactivos de C 14. Todos los organismos vivos han absorbido ese C 14 de un modo u otro hasta el momento de su perecimiento. A la muerte, sea la muerte de una persona, de un animal o de una planta, los atomos de carbono que hay en el interior de los tejidos comienzan a deteriorarse a una velocidad predecible. Se sabia tambien que, despues de morir, un objeto organico pierde la mitad del carbono 14 que contiene en un periodo de 5.568 anos. Con este conocimiento, el doctor Libby penso que si la cantidad de C 14 y sus productos de descomposicion dentro de la sustancia muerta pudieran medirse de algun modo, entonces, voila, la cantidad de carbono radiactivo descompuesto o desaparecido podria calcularse. De este modo, calculando la cantidad perdida, se podria saber cuando el objeto habia absorbido carbono por ultima vez; es decir, hasta cuando estuvo vivo. Asi podria saberse, Monsieur Randall, cuanto tiempo habia transcurrido desde la muerte del objeto y, por tanto, determinarse su edad y la fecha en que estuvo vivo.

Randall empezaba a comprender el proceso.

– ?Y el doctor Libby invento la forma de realizar la medicion?

– Oui. El creo lo que se llama reloj de carbono 14, el contador Geiger que revela cuanto carbono ha perdido el objeto desde que su vida ceso. Esto dio a la ciencia el sistema de datacion que desde hacia tanto tiempo necesitaba. Ahora podemos saber, por fin, el ano en que ardio un trozo de carbon en la cueva de un cavernicola prehistorico, o cuando un fosil actual fue un ser vivo, o determinar la edad de una casa antigua mediante un trozo de viga. Me han dicho que el doctor Libby sometio a prueba diez mil objetos. Su procedimiento demostro una vez que un par de sandalias indias, halladas en una cueva de Oregon, tenia nueve mil anos de antiguedad. Una larga astilla de una embarcacion funeraria, hallada en la tumba de un faraon egipcio, demostro que este habia muerto unos 2.000 anos antes de Cristo. Un trozo del lino que envolvia un manuscrito del Mar Muerto, hallado en la cueva de Qumran, probo que el rollo habia sido escrito entre el ano 168 a. de C. y el 233 A. D… probablemente 100 anos antes de Cristo. Por otra parte, los huesos del hombre de Piltdown, descubiertos en la gravera de un paramo en Sussex, se habian considerado los de un ser prehistorico, hasta que las pruebas de fluor realizadas por el doctor Kenneth Oakley demostraron (y las pruebas por el metodo del carbono 14 del doctor Libby lo confirmaron) que el hombre de Piltdown no era antiguo, sino de origen reciente y solo una patrana o un engano.

Entraron en el laboratorio, donde unos mecheros puestos en mesas estaban calentando tubos de ensayo que burbujeaban y donde se oia incesantemente el tictac de los contadores Geiger.

– Ahora ya conoce usted, Monsieur Randall -dijo el profesor Aubert-, los medios que utilizamos para comprobar la edad del Pergamino de Petronio y del Evangelio segun Santiago, de Ostia Antica. Permitame mostrarle brevemente como se hizo.

Habia conducido a Randall ante dos maquinas metalicas, una el doble que la otra y conectadas entre si, que se hallaban ante varios estantes de libros. A Randall le parecieron dos gabinetes para almacenaje, provistos de equipo misterioso e incomprensible. La maquina menor tenia encima un tablero instrumental y un estante con dos cronometros debajo. De ella salian tubos que la unian con la mayor, que estaba abierta en el centro y tenia un complejo contador Geiger.

– Este es el aparato de datacion por radiocarbono empleado para probar el descubrimiento del profesor Monti -dijo el quimico frances-. Cuando el profesor Monti llego aqui hace cinco o seis anos para hacerme ejecutar la prueba definitiva, ya le habian dicho que debia traerme muestras muy pequenas del pergamino y los papiros que habia extraido. El doctor Libby necesito unos treinta gramos de la fibra de canamo o el lino de los Rollos del Mar Muerto para determinar su fecha. Nuestro proceso de datacion se ha refinado y mejorado mucho desde entonces. El doctor Libby empleaba en un principio carbono solido, con el que untaba el interior de un cilindro igual a este, como quien aplica una capa de pintura. Ese metodo requeria una buena cantidad de tan valioso material antiguo. Pero, como le decia, desde entonces hemos mejorado el procedimiento y ahora se necesito mucho menos.

– Profesor Aubert, ?que tanto pergamino y que tanto papiro necesito usted que le proporcionara el profesor Monti?

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