Ella estaba antes. Y a ti no pude abandonarte. Nunca te tuve.

?Esta al tanto de quien soy y de que me conoces?

Si. Pero no de tus intimidades. Ya sabes que eso lo guardo.

Lo se. Me asombra verte con una mujer. ?Que ha sido de todas tus teorias y prevenciones? ? Y de tu angel exterminador?

El angel ahora esta demasiado ocupado, exterminandome a mi. Y en cuanto a lo demas, tenias razon. A veces, necesitamos a otro que nos salve. A mi es ella quien me ha salvado de esta, por ahora, y me da fuerzas para seguir. Estoy jodido, pero me siento afortunado. Por tenerla.

Ya ves, no somos tan malas, las mujeres.

Claro que no. Al final, la mujer es la casa, y es bueno tener una casa.

La mujer es la casa… Que no te oiga una feminista.

Me da igual. La feminista que se busque al que le diga lo que quiera oir. A mi me gusta la mujer que no hace aspavientos a ser la casa de los suyos. Al reves, que quiere y puede serlo y sabe que eso no la limita.

Mientras no confundas ser la casa con limpiar la casa…

No lo confundo. Limpiar sabe cualquiera. Hasta yo.

Supongo que cada uno tiene su idea de lo que es la casa. Pero si esa es la tuya, y tienes quien te la de y consigues que le compense, me parece bien. Yo no soy feminista. Vivo y dejo vivir.

?Sabes, estos dias me acordaba de ti, oyendo una cancion.

?Cual?

Tengo el disco por ahi. Sobre ese altavoz. ?Puedes cogerlo?

Si, como no.

Quedatelo, si quieres. Te gustara.

Johnny Cash. Desde luego, nunca dejaras de sorprenderme.

La cancion no es suya. Corte numero 8.

Aqui dice que el 8 es… In My Life.

Justo.

De otro John. Lennon.

El mismo.

?Que me dijiste una vez de el? Ah, si. Que no lo contratarias como filosofo. ?Es que has cambiado de opinion?

No. Aqui lo contrato como poeta, que es algo mucho mas dificil. Y a Cash para cantarlo. Grabo ese disco cuando ya estaba muy enfermo. Oyelo. En esa voz suya, grave, y a la vez cansada y rota, es estremecedor.

?Y por que te hacia pensar en mi?

Sobre todo, por uno de los versos. Ese que dice lo de no perder nunca el afecto por lo que hubo en tu vida.

?Debo entender que eso me otorga un lugar en tu vida?

Desde luego.

Gracias. Pero soy realista. Me toca aceptar que es otra la que se lleva el ultimo verso, que es el mejor.

Tu puedes ser ese ultimo verso de quien quieras.

Nadie puede eso. Se te concede o no. Y esta bien asi.

No te me hagas fatalista, al final.

No, claro que no. Pienso seguir esperando. Tu acabas de decirlo. Nunca sabes lo que pasara mas adelante.

Algo si se, en cualquier momento entrara Anna a decirnos que se nos ha acabado el tiempo. Y aun me queda algo. Lo que queria pedirte.

Adelante.

Creo que entenderas por que te lo pido a ti. Es mas, que no habia otra persona a quien pudiera pedirselo.

Si esta en mi mano, lo hare. No lo dudes.

Gracias, Theresa.

No voy a contar ahora lo que me ha pedido. Estoy algo cansada. Si acaso manana, cuando haya cumplido el encargo.

Tampoco voy a contar, ni ahora ni nunca, lo que he leido en el papel que me ha dado. Son tres folios, manuscritos. Su caligrafia es pequena e irregular, y al principio me costo entenderla. En resumen, lo que ahi me desvela es aquello por lo que tantas veces le pregunte. La historia detras de la historia. Los detalles. Ahora, al fin, se lo que hizo y que le paso. Y por que ha acabado aqui, en Berlin. No es una historia agradable, ni ejemplar, pero tenia razon: lo que importa es lo que le sucedio por dentro. Su dolor, su culpa, su reconstruccion. Como el me lo conto yo lo he contado, e incluso he podido anadir el ultimo capitulo: el de la reparacion que le ha dado al final la vida. Mas no se me puede exigir. Y yo no debo decir mas.

Antes de irme, he cogido su mano. Queria tocarlo, aunque fuera solo eso, un roce, un instante. La he sentido caliente, quiza por la fiebre. Ha apretado mis dedos y nos hemos mirado. Ha vuelto a darme las gracias. Le he dicho que era yo quien le estaba agradecida y que confiaba en que se pondria bien. Y eso ha sido todo. Con lo que aqui, en tantas noches en blanco, llegamos a compartir.

En la puerta del ascensor hemos coincidido con una muchacha de unos veinte anos. Alta, castana, de vivaces ojos azules. Ha saludado a Anna con familiaridad y han estado intercambiando informacion sobre el enfermo. La chica tenia un aplomo insolito para su edad. Anna me ha presentado. Una amiga de tu padre. De Espana. La voy a llevar a su hotel y ahora vuelvo. La chica no ha hecho el menor gesto de extraneza. Tampoco me ha preguntado nada. Encantada, me ha dicho, y se ha metido en la casa en seguida. Creo que seria incapaz de reconocerme, si volvieramos a vernos. Mejor asi.

Anna me ha dado una serie de recomendaciones sobre los lugares que debia visitar de la ciudad. Ha sido muy atenta y no le guardo ningun rencor, pero he preferido ignorarlas y dar una vuelta a mi aire. Al final he acabado caminando sola por los senderos del Tiergarten, bajo un frio casi polar. En cierto momento han empezado a caer copos de nieve. Entonces he pensado que por encima de todo debo alegrarme de que esten a su lado, las dos. Porque no esta solo, y necesita tener esa luz femenina. Y mientras las lagrimas corrian por mis mejillas, y los mocos por mis labios, me he sentido como Marcello Mastroianni en la escena final de Le notti bianche.

Quien quiera saber por que, la tiene en YouTube. Acabo de verla, como la perfecta imbecil que soy. No aprendere nunca.

5 de diciembre

Seate concedido

Madrid. 14.15 horas. Cerca de la Gran Via.

Esto si es el final. Y tiene sentido que lo escriba aqui, en Madrid, como lo tenia (no podia ser una casualidad) que el billete de regreso que me sacaron desde Berlin no fuera directo. Cuando lo recibi lo mire tan rapido, y con la cabeza tan puesta en otra parte, que no habia reparado en que entre el aterrizaje en Barajas y la salida del avion para las islas habia casi siete horas de diferencia. El tiempo suficiente para poder llevar a cabo sin apremios mi mision.

Ya esta hecho. No ha sido dificil. Y me ha gustado.

Aprieto el viejo timbre. Ayer por la tarde, cuando telefonee para pedir cita, me dijeron que si

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