– Los deudores… se queman los titulos… los comunistas… malditos…

– ?Aulla, bruja! ?Aulla, vieja puta! -murmuro Javer.

Yo tenia la cara pegada al cristal y miraba las calles que bullian. El cristal se empanaba constantemente con mi aliento. Los suelos y las casas, liberados del dominio de las escrituras, habian comenzado a inclinarse, a moverse. Las distancias se quebraban; los muros intentaban abandonar sus cimientos; algo bajo ellos, el ancla secular que los mantenia sujetos, se habia soltado. En su agitacion, las casas petreas se aproximaban amenazadoramente unas a otras, con peligro de caerse, de derrumbarse.

– ?Se queman, se queman!

Tan solo las calles, que pertenecian a todos, se esforzaban por mantener cierto orden en medio de aquel caos.

No duro mucho. El humo se elevaba cada vez mas serenamente sobre el edificio incendiado. Las ventanas, donde poco antes se enardecian las llamas, habian comenzado a ennegrecer.

– Bueno, ya se ha quemado el Reichtag -dijo Javer, moviendo el globo terraqueo con el dedo.

– ?Quien lo habra incendiado? -pregunto Ilir.

– ?Quien? Los incendiarios -le respondio Javer.

– Toda ciudad en el mundo posee un edificio que debe arder -anadio Isa.

Javer rio para si. Despues bostezo. Se le cerraban los ojos. Isa tambien bostezaba. Fuera, las calles se habian casi tranquilizado. Me fui.

Por la noche hubo una detencion en nuestra calle. Los fuertes golpes en la puerta, sin semejanza con ninguna otra forma de llamar, despertaron a buena parte del vecindario.

– ?A quien se han llevado? -pregunto la abuela, abriendo los postigos de la ventana que daba a la calle.

– Aun no se sabe a ciencia cierta -le respondio una voz susurrante-. Me parece que al hijo de los Mezinate.

Al dia siguiente se supo que habia habido detenciones en toda la ciudad. En la plaza pusieron un aviso enorme en el que se prometia una suma de 40.000 lekes a quien entregara a los incendiarios.

La tercera noche, los gendarmes arrestaron a un desconocido. Antes de detenerlo lo habian seguido durante un buen trecho. El desconocido caminaba como aturdido, llevaba en la mano una botella (el olor a petroleo se distinguia desde lejos) y sobre el hombro una cuerda enrollada. Era medianoche. Ya no habia ninguna duda de quien era el incendiario. Le habian encontrado en el bolsillo una caja de cerillas y una bolsa pequena con ceniza.

Por la manana corrio el rumor de que el detenido era el muchacho que habia besado a la hija de Aqif Kaxahu. A pesar de todas las desgracias que habian caido sobre la ciudad el pasado invierno («?Ah, como este invierno, que no volvamos a ver ninguno nunca!», decian las viejas), nadie habia olvidado al muchacho de cabellos claros. Todos hablaban de el ahora. «?Has oido lo que ha dicho en el interrogatorio el chico que beso a la hija de Aqif Kaxahu? No, no se nada. ?El que quemo el ayuntamiento? El ayuntamiento no lo ha quemado el. El petroleo y la ceniza que le encontraron al cogerlo eran para otra cosa. ?De verdad? Bajaba de noche a los pozos en busca de la chica. ?De noche? ?A los pozos? ?Ah, de lo que es capaz el amor! Pues, segun dice el muchacho que beso a la hija de Aqif Kaxahu, resulta que ella fue ahogada por alguien de su propia familia. Oye, la verdad es que hace mucho tiempo que no veo a esa muchacha. Nadie la ha visto. Hoy, a mediodia, un inspector fue a casa de los Kaxahu y reclamo verla. La chica no estaba. El muchacho que beso a la hija de Aqif Kaxahu insiste en que la han ahogado. Oye, ahora que lo recuerdo bien, desde que ocurrio aquello, lo del besuqueo, no he vuelto a ver a la muchacha. Ya te lo he dicho, no solamente tu: nadie la ha visto. Tienes razon, continua. ?Donde estaba? ?Ah, si! Aqif Kaxahu ha declarado que habia enviado a su hija a casa de unos primos lejanos. ?Ah, primos lejanos…!»

– Has adelgazado -me dijo la abuela-. Vete unos dias a casa de babazoti.

Esperaba aquel consejo.

FRAGMENTO DE CRONICA

… desde ahora es evidente que en nuestra ciudad actua un grupo de terroristas. Cuando la policia atrapo a medianoche a un individuo con petroleo y una cuerda, todos creyeron que por fin se habia encontrado al Neron de nuestra ciudad. Pero resulto que no era Neron, sino Orfeo, en busca de su Euridice por los pozos de la ciudad. Tribunales. Audiencia. Propiedad. Se posponen temporalmente todos los juicios por cuestiones de propiedad de la tierra, a causa de la quema de los documentos del catastro. Cine. Manana, la pelicula «Gran Hotel», con la afamada actriz Greta Garbo. Se prohibe la circulacion desde las 9 de la noche hasta las 4 de la madrugada, con excepcion de las comadronas. El comandante de la plaza, Bruno Archivocale. Precio del pan. Dr. S. Xuberi. Enfermedades venereas…

XIII

Como cada ano, la tierra que rodeaba la casa de babazoti habia vuelto a moverse. A primera vista, parecia que el paisaje no hubiera variado, pero si se observaba con cuidado se comprobaba que algunos senderos ya no existian, que otros estaban agonizando, mientras que entre el polvo y la hierba habian nacido otros senderos nuevos, aun estrechos y debiles, pero notablemente obstinados.

Como siempre, babazoti descansaba en su hamaca y leia. La abuela tendia las sabanas en una cuerda. Las blancas telas se agitaban con el viento fresco, que soplaba de la direccion en que se encontraba la casa de Susana. En derredor habian aumentado los matorrales. Aprovechando los bombardeos de la primavera, habian realizado un ataque desesperado contra la casa.

La hilera de sabanas blancas, que oponian mil pequenas resistencias al viento, resultaba tranquilizadora. El ataque del aire contra las sabanas era debil. Recordaba el juego de un gato que aparenta querer aranarte, pero mantiene las unas retraidas.

El aire fresco soplaba siempre en la misma direccion. Quiza trajera a Susana.

La abuela mayor termino de tender las sabanas.

– ?Y como estan mama y papa? ?Como le va a Selfixe? -preguntaba mientras prendia las ultimas pinzas en la cuerda.

– Estan bien.

Distingui algo mas entre el frufru de las sabanas.

– Estas atolondrado -dijo la abuela-. Pero tienes razon, hijo, con todas esas bombas y esos aviones…

Una pequena sirena dio la alarma. Era ella la que revoloteaba. Sus alas blancas brillaron sobre el cielo. Aparecio un instante entre las sabanas, como si fueran nubes, y volvio a esfumarse.

Sali al patio y estaba alli, con la cabeza ladeada. Llevaba una falda gris clara, del color del aluminio.

– Susana.

Ella volvio la cabeza.

– ?Has venido?

– Si.

Habia crecido.

– ?Cuando?

– Hoy.

Sus piernas eran mas delgadas y mas largas.

– ?Donde estuviste durante los bombardeos? -le pregunte.

– Alla, en aquella cueva de alla…

– Nosotros estuvimos en la fortaleza. Te estuve buscando un dia.

– ?De verdad? Crei que no te acordabas de mi…

– Si que me acuerdo.

Movio la cabeza a un lado y se ajusto con la mano un prendedor de su cabello.

– Me importa mucho que te acuerdes de mi -dijo de pronto y se fue.

Entre los arboles, por el sendero que ascendia hacia su casa, aparecio una vez mas la falda de color de

Вы читаете Cronica de la ciudad de piedra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату