Me llevan arrastrando de los pelos. ?Que haras tu ahora?

Caminaba lentamente. Tenia la cabeza embotada. No se apartaba un momento de mi mente aquella cuerda mojada que habia aparecido una manana en la boca del aljibe. «?Que significa este cubo atado a la punta?» La ceniza negra que habia en el fondo del cubo olia aun a petroleo quemado. «Esto es lo que nos han dejado esos enamoramientos», dijo la abuela. «?Ah, querida Selfixe, solo esto nos faltaba en estos tiempos! ?Amor, madre mia! ?Quita, quita! Mejor la tumba.»

arrastrando de los pelos. ?Que haras tu?

Me subi al tejado. Desde alli se veia la casa de Susana. En el patio estaban tendidas las sabanas blancas. El juku.

Me tumbe sobre las placas calientes de piedra y miraba al cielo. Una pequena nube avanzaba hacia el norte. Cambiaba de forma continuamente. «Todo se soporta, querida Selfixe, menos que llegue el dia en que se propaguen los enamoramientos. Es preferible la peste.»

En la ciudad continuaba hablandose (decian incluso que habia salido en el periodico) del muchacho que habia bajado, uno por uno, a los pozos con una cuerda y un cubo con ceniza ardiente, buscando a la hija de Aqif Kaxahu.

La abuela habia alzado cuidadosamente el cubo y lo habia volcado. Habia mirado durante mucho tiempo la ceniza negra y mojada. Despues habia balanceado la cabeza y yo estuve a punto de preguntarle: «?Por que lo haces abuela?», pero el punado de ceniza negra quitaba las ganas de hablar.

La pequena nube avanzaba a traves del cielo como embriagada. Se habia tornado larga y delgada. La vida del cielo debia de ser muy aburrida en verano. Los acontecimientos eran entonces bastante escasos alla en lo alto. La nubecilla que lo atraveso, como un hombre atraviesa una plaza desierta bajo el calor del mediodia, se disolvio antes de alcanzar el norte. Habia notado que las nubes mueren muy pronto. Sus cadaveres vagaban largo tiempo por el cielo. No era dificil distinguir las nubes vivas de las muertas.

Para mi sorpresa, vi a Susana al dia siguiente. Paso por delante de nuestra puerta junto a su padre, como una senorita, y ni siquiera volvio la cabeza para mirar. Me resulto completamente extrana. Lo repitio otra vez por la tarde. En cuanto me vio en la puerta, levanto la cabeza y se apreto todavia mas contra su padre. Este me miro con el rabillo del ojo. Era un hombre muy apuesto.

Durante los dias siguientes salio con su madre. Siempre del brazo, como una senorita. Su madre me clavaba los ojos como si estuviera viendo un perro rabioso. ?Quien sabe cuantas palabras sabia de aquellas de alambre de espino? ?La bruja!

Casi todo el verano y el comienzo del otono los pase con babazoti. Fue el verano mas largo de mi vida. Estaba continuamente adormecido. Los dias pasaban sin acontecimientos y sin nombre. Los miercoles, los domingos, los viernes, despues de haber amontonado las horas del dia y de la noche que contenia cada uno en un cumulo informe, se habian quitado de en medio como envoltorios inservibles.

Asi continuo todo durante mucho tiempo. Refrescaba. Restallaron los primeros truenos detras de la linea del horizonte. La casa del abuelo se ensombrecia. La abuela se peleaba cada vez mas con la menor de mis tias. Esta daba vueltas por la casa llena de alegria, sin prestarle atencion, tarareando una cancion que, al parecer, habia salido recientemente.

Del hambre y la miseria, aldeanos y gentes de ciudad…

La abuela escuchaba y balanceaba la cabeza, pensativa, como si dijera: «Me tiene hasta la coronilla esta chica».

Llego la primera lluvia. Llego el dia de volver a casa. Estaba nublado. Soplaba el viento de las montanas del norte. Deje atras el camino de la fortaleza, atravese el Puente de las Disputas y caminaba ya por el barrio del centro. Me sorprendi al encontrarme de nuevo entre los muros grises de piedra que se alzaban a ambos lados hacia lo alto. Las calles estaban asombrosamente desiertas. Solo en la plazuela, junto al mercado, un pequeno corrillo de gente escuchaba a alguien que pronunciaba un discurso. Me acerque a escuchar yo tambien. No conocia al hombre que hablaba. Era de talla mediana, con el cabello semiencanecido, y durante su alocucion extendia repetidamente los brazos.

– En estos tiempos tormentosos, debemos conservar el carino mutuo. El amor nos protegera. ?Que ganaremos con el fratricidio? Se alzara el hijo contra el padre, el hermano contra el hermano. La sangre correra a torrentes. Alejad el fratricidio de nuestra ciudad. No permitais que penetre en ella la muerte. El desdichado albanes se ha pasado la vida con cinco kilos de hierro a la espalda. Las otras naciones con pan, el albanes con hierro. ?Dejemos los hierros, hermanos! El hierro engendra discordia. Tenemos necesidad de conciliacion. La lucha fratricida…

Las calles de nuestro barrio estaban completamente vacias. Las puertas estaban entornadas. Aprete el paso. ?Donde estaria la gente? Caminaba casi a la carrera. Mis pasos resonaban de forma temerosa. Mas puertas cerradas. Aldabas en forma de mano humana. La confabulacion era unanime. Nuestra puerta estaba abierta. Me esperaba. La empuje y entre.

– ?No has encontrado mejor dia para venir? -me dijo mama.

– ?Por que?

No quiso decirmelo. La abuela y papa me abrazaron.

– ?Por que ha dicho eso mama? -pregunte a la abuela.

– Han herido a un hombre.

– ?A quien?

– A Gerg Pula.

– ?Ah! ?Quien ha sido?

– No se sabe. Eso investiga la gendarmeria.

– Y la hija de Aqif Kaxahu, ?aparecio?

– ?A que viene acordarse ahora de la hija de Aqif Kaxahu? -dijo ella en tono de reconvencion-. Esta con unos primos lejanos.

Un guerrillero. En el barrio del centro se habia ido uno de guerrillero. Una semana antes era una persona corriente: con casa, llamadas a la puerta, bostezos antes de dormir; era el nieto segundo de Bido Sherif. Y de pronto se habia convertido en guerrillero. Ahora estaba en la montana. Caminaba, has montanas estaban cubiertas de brumas invernales, que rodaban por los barrancos como en una pesadilla. El guerrillero estaba alli. Todos estaban aqui. Solo el estaba alli.

– ?Por que dicen «se ha ido el guerrillero»?

– Porque… Porque se ha ido de la ciudad.

– ?Y por que no vuelve?

– ?Uf, me aburres todo el dia con esas preguntas!

Una bruma cegadora, cargada de electricidad, partia la ciudad en dos. Los barrios altos se encontraban por encima de ella, como en tierra de dioses, y los bajos por debajo, como en el infierno. En dias asi, cuando la ciudad quedaba de ese modo dividida por la niebla, era peligroso subir de abajo arriba o bajar de arriba abajo. Los rayos habian matado tiempo atras a dos viejas comadres.

El invierno arrojaba lluvia y viento sobre la ciudad como nunca lo habia hecho antes. Las nubes se apresuraban a descargar cuanto antes la porcion de truenos, granizo y lluvia que llevaban consigo. El horizonte estaba ahogado en niebla.

Mama lo encontro una manana fria. Habia bajado a la planta baja para sacar agua del pozo con un cubo. Nos calentabamos junto al fuego, cuando oimos sus pasos precipitados por la escalera.

– Se le habra caido el cubo al pozo -dijo la abuela.

Вы читаете Cronica de la ciudad de piedra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату