desaparecido.

Cuando la WYME difundio el informativo de las diez, Pete penso por centesima vez que la locutora parecia una idiota. Pero al hablar de la desaparicion del nino de siete anos noto autentica emocion en su voz. 'Quiza necesitemos que desaparezca un nino todos los dias', se dijo Pete, sarcastico, pero enseguida se avergonzo de si mismo.

Habia mucha actividad en el edificio de Cally, con gente entrando y saliendo. Muchas iglesias habian trasladado la Misa del Gallo de las doce a las diez de la noche.

Pero citaran a la hora que fuera, algunas personas llegaban siempre tarde, penso Pete mientras veia a una pareja de ancianos que salia deprisa del edificio y doblaba por la avenida B, probablemente en direccion a Saint Emeric.

La mujer que habia llevado a la hija de Hunter aparecio por la esquina. ?Iba a casa de Cally? ?Acaso esta pensaba salir?, Se pregunto.

Pete se encogio de hombros. Quiza Hunter tuviera alguna cita o pensara ir a la iglesia. Resultaba obvio que ese no era el dia en que lograria la noticia que lo convertiria en un periodista famoso.

'Pero lo conseguire -se prometio-. No pienso pasarme la vida trabajando en esta emisora de mala muerte.'

A un amigo que trabajaba en la WNBC le encantaba tomarle el pelo con lo de su empleo. Su broma favorita era que la audiencia de la WYME estaba compuesta por dos cucarachas y tres gatos callejeros.

Pete puso el motor en marcha. Estaba a punto de arrancar cuando vio que un coche patrulla se detenia delante del edificio de Cally.

Entrecerro los ojos. Vio que tres hombres bajaban del vehiculo. Uno de ellos, que reconocio como Jack Shore, cruzo la calle y entro en la furgoneta. Despues, con la luz del vestibulo, vio a Mort Levy. No distinguio al tercero.

Algo iba a pasar. Apago el motor, subitamente interesado otra vez.

Mientras esperaba a Mort Levy, Cally saco los regalos para Gigi de detras del sofa, donde los tenia escondidos, y los puso delante del arbol de Navidad. Decidio que el cochecito de segunda mano para la muneca, con la colcha y la funda de almohada azul de saten, no tenia ya tan mal aspecto. Le pondria la munequita que le habia comprado por un par de dolares el mes anterior, a pesar de que no era tan bonita como la que hubiese comprado al vendedor de la Quinta Avenida, que tenia el dorado cabello castano de Gigi y llevaba un vestidito de fiesta azul. Si no hubiese buscado a aquel vendedor, no habria visto el monedero, y el nino no la habria seguido, y…

Dejo aquellos pensamientos a un lado. Ya estaba hecho. Apilo cuidadosamente los regalos envueltos en papel de celofan de brillantes colores: unos pantalones y un polo; un libro y lapices para colorearlo; unos diminutos muebles para la casita de munecas. Todo, hasta la ropa, estaba envuelto en su correspondiente paquete, al menos asi pareceria que Gigi tenia un monton de regalos para abrir.

Trato de no mirar el paquete mas grande que habia debajo del arbol, el que Gigi creia que era para Papa Noel.

Al final llamo a Aika por telefono. Los nietos de Aika se iban siempre a su casa a dormir, asi que Cally estaba segura de que la mujer podria quedarse con Gigi, en el caso de que la policia la detuviera despues de que les contara lo de Jimmy y el pequeno.

Aika atendio al primer timbrazo.

– Diga. -Su voz era tan calida como siempre.

'Si me meten de nuevo en la carcel, ojala dejaran a Gigi con Aika', penso Cally, tragando el nudo que tenia en la garganta.

– Aika, tengo un problema. ?Puedes venir dentro de una media hora y quiza quedarte a pasar la noche?

– No lo dudes. -Aika no hizo preguntas y se limito a colgar.

Mientras Cally dejaba el auricular en su sitio, el timbre del portero electronico resono por todo el apartamento.

– Nuestro centro de control esta que arde, senora Dornan -dijo Leigh Ann Winick, productora del informativo de las diez de la Fox, a Catherine mientras esta y Michael se retiraban del plato evitando cuidadosamente los cables que habia por el suelo-. Es como si todos nuestros espectadores quisieran que usted supiera que la apoyan y rezan por Brian, y por su marido.

– Gracias.

Catherine trato de sonreir. Bajo la mirada hacia Michael. Su hijo se habia esforzado en darle animos en bien de ella. Cuando oyo hacer su peticion ante las camaras, comprendio cuanto significaba para el lo que sucedia.

Michael tenia las manos en los bolsillos y los hombros encorvados. Era la misma postura que Tom adoptaba cuando estaba preocupado por un paciente. Catherine se irguio y cogio a su hijo mayor por los hombros mientras la puerta del plato se cerraba a sus espaldas.

– Nuestros operadores estan agradeciendo a todo el mundo sus llamadas en nombre de ustedes -dijo la productora-. Pero ?hay algo en especial que quisiera usted que nuestro publico supiera?

Catherine respiro hondo y apreto mas a su hijo contra su cuerpo.

– Me gustaria que les dijera que yo creo que el monedero se me cayo y que Brian debio de seguir a la persona que lo recogio. La razon de que estuviera tan ansioso por recuperarlo es que mi madre acababa de darme una medalla de San Cristobal que mi padre habia llevado durante la Segunda Guerra. Mi padre creia que esa medalla le habia salvado la vida. Incluso tiene la marca de una bala que reboto contra ella y que pudo matarlo. Brian tiene la misma fe maravillosa en que San Cristobal, o lo que este representa, cuidara de nosotros otra vez…, y yo tambien lo creo. San Cristobal nos traera a Brian sobre sus hombros y ayudara a mi marido a ponerse bien. -Sonrio a Michael-. ?Estas de acuerdo, colega?

Los ojos de Michael brillaban.

– Mama, ?de verdad lo crees asi?

Catherine respiro hondo. 'Creo, Senor, y ayudame en mi incredulidad.'

– Si, lo creo -respondio con decision.

Y quiza porque era Nochebuena, aquella fue la primera vez que creyo.

El policia de trafico Chris McNally escuchaba mientras Deidre Lenihan le contaba que acababa de ver una medalla de San Cristobal, y que su padre se llamaba asi. Era una buena chica, pero cada vez que el se detenia a tomar un cafe en aquel McDonald's, ella parecia estar de servicio y siempre queria charlar con el.

Esa noche, Chris estaba ansioso por volver a casa.

Queria dormir un poco por lo menos antes de que sus hijos se levantaran para abrir los regalos de Navidad.

Tambien pensaba en el Toyota que habia tenido delante del coche. Habia estado pensando en comprarse uno igual, aunque sabia que a su mujer no le gustaba el marron. Un coche nuevo significaba la preocupacion de los plazos mensuales. Cuando el Toyota arranco, vio el resto de una pegatina encima del parachoques con la palabra herencia. Sabia que el adhesivo original decia: 'Estamos gastandonos la herencia de nuestros nietos'.

– Y mi padre dice…

Chris se obligo a prestar atencion. 'Deidre es agradable, pero habla demasiado.' Tendio la mano para coger la bolsa que ella le daba; pero estaba claro que no pensaba abandonar todavia, al menos hasta que le explicara que su padre creia que era una lastima que su mujer no se llamara Filomena. Y aun asi, ella no termino.

– Hace anos -prosiguio-, mi tia trabajaba en Southampton y pertenecia a la parroquia de Santa Filomena.

Cuando tuvieron que cambiarle el nombre, el sacerdote hizo una encuesta para ver que nombre elegian y por que.

Mi tia propuso una santa que era la patrona de los locos porque la mayoria de los fieles estaban como una cabra.

– Bueno, a mi tambien me pusieron el nombre por San Cristobal -dijo Chris mientras se las ingeniaba para cogerle la bolsa-. Feliz Navidad, Deidre.

'Y si no me doy prisa, sera Navidad antes de que consiga hincarle el diente a la hamburguesa', penso mientras volvia a la autopista. Abrio la bolsa con una mano, saco la hamburguesa y, satisfecho, le dio un buen bocado. El cafe tendria que esperar hasta que llegara a su puesto.

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