El callejon apestaba, como todos, a basura antigua y orina seca. Myron espero a que Roger le mirara. Pero no lo hizo.

– No solo me llamaste a mi -dijo Myron-. Tambien llamaste a Aimee Biel, ?no?

El asintio sin levantar la cabeza.

– ?Por que?

– Le devolvia una llamada.

Myron puso cara de escepticismo. Dado que el chico seguia con la cabeza baja, el esfuerzo cayo en saco roto.

– Mirame, Roger.

El levanto la cabeza lentamente.

– ?Debo entender que Aimee Biel te llamo primero?

– La vi en la escuela. Me dijo que teniamos que hablar.

– ?Sobre que?

El se encogio de hombros.

– Solo dijo que teniamos que hablar.

– ?Y por que no lo hicisteis?

– ?Por que no hicimos que?

– Hablar. Alli y entonces.

– Estabamos en el pasillo. Habia mucha gente. Ella queria hablar en privado.

– Ya. ?Y la llamaste?

– Si.

– ?Y que te dijo?

– Fue raro. Queria saber mis notas y mis actividades extracurriculares. Era como si quisiera confirmarlas. Todos nos conocemos mas o menos. Y todos hablan. De modo que ya lo sabia casi todo.

– ?Solo eso?

– Solo hablamos un par de minutos. Tenia que irse. Pero me dijo que lo sentia.

– ?Que?

– Que no pudiera ir a Duke. -Volvio a bajar la cabeza.

– Tienes mucha rabia acumulada, Roger.

– Usted no lo entiende.

– Explicamelo.

– Olvidelo.

– Ya me gustaria, pero me llamaste tu.

Roger Chang miro el callejon como si no lo hubiera visto nunca. Le temblo la nariz y su cara se contorsiono molesta. Finalmente miro a Myron.

– Siempre soy el pringado asiatico, ?entiende? Naci en este pais. No soy un inmigrante. Cuando hablo, la gente espera que lo haga como en una vieja pelicula de Charlie Chan. Y en esta ciudad, si no tienes dinero o eres bueno en algun deporte… Veo como se sacrifica mi madre, como trabaja. Y pienso que si consigo aguantar, si trabajo mucho en la escuela sin preocuparme por las cosas que me pierdo, solo estudiar, sacrificarme, todo ira bien y me marchare de aqui. No se por que me he obsesionado con Duke pero es asi. Era mi unico objetivo. Cuando llegara alli, podria relajarme un poco. Saldria de esta tienda…

Se le quebro la voz.

– Ojala hubieras hablado conmigo -dijo Myron.

– No me gusta pedir ayuda.

Myron queria decir que tenia que hacer algo mas que eso, tal vez una terapia para controlar su ira, pero el no estaba en el lugar del muchacho. Tampoco tenia tiempo.

– ?Va a denunciarme? -pregunto Roger.

– No. -Despues-: Podrias estar en la lista de espera.

– Ya la han anulado.

– Oh -dijo Myron-. Mira, se que ahora parece cuestion de vida o muerte, pero la universidad adonde vayas no es lo mas importante. Estoy seguro de que te gustara Rutgers.

– Si, claro.

No parecia convencido. Por una parte Myron estaba enfadado, pero por otra -cada vez mas- recordaba la acusacion de Maxine. Habia una posibilidad bastante grande de que ayudando a Aimee, Myron hubiera destruido el sueno de ese chico. No podia olvidarse de eso, ?no?

– Si dentro de un ano quieres cambiar -dijo Myron-, te escribire una carta.

Espero a que Roger reaccionara. No lo hizo. Asi que le dejo solo con el hedor del callejon tras la tintoreria de su madre.

39

Myron iba a encontrarse con Joan Rochester -ella no queria estar en casa cuando llamara su hija por miedo a que su marido estuviera cerca- cuando sono su movil. Miro el identificador de llamadas y su corazon se paro un segundo cuando vio el nombre: ali wilder.

– Hola -dijo.

– Hola.

Silencio.

– Siento lo de antes -dijo Ali.

– No te disculpes.

– No, me he portado como una histerica. Se lo que pretendias con las chicas.

– No queria involucrar a Erin.

– No pasa nada. No se si deberia preocuparme, pero solo tengo ganas de verte.

– Yo tambien.

– ?Vienes?

– Ahora no puedo.

– Ah.

– Y creo que estare trabajando hasta tarde.

– Myron…

– Si.

– No me importa que sea muy tarde.

El sonrio.

– Ven a la hora que sea -dijo Ali-. Te esperare. Y si me duermo, tira piedrecitas a mi ventana y despiertame. ?De acuerdo?

– De acuerdo.

– Cuidate.

– Ali…

– ?Si?

– Te quiero.

Primero cogio aire suavemente y despues, con una voz un poco cantarina:

– Yo tambien te quiero, Myron.

Y de repente fue como si Jessica fuera una espiral de humo.

La oficina de Dominick Rochester era una cochera de autobuses escolares.

Fuera de su ventana se veia una pletora de amarillo. Ese lugar era su tapadera. Los autobuses escolares obraban maravillas. Si llevas crios en los asientos, puedes cargar practicamente lo que sea en el maletero. Los policias paran y registran un camion. Nunca paran un autobus escolar.

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