Todos remaban con energia, deseosos de llegar cuanto antes a la fuente de agua dulce, donde podrian al fin descansar y dormir despues de todas las fatigas y las emociones de las dos ultimas jornadas.
Esta precipitacion no les impidio, sin embargo, hacer un alto para dar caza a unos iguanodones que vieron en la playa.
Al dia siguiente, el viaje prosiguio al mismo ritmo y, al finalizar la jornada, llegaron al lugar nefasto, a la desembocadura del rio de las Hormigas donde se encontraba el hormiguero incendiado. Alli habia una playa de arena, habia agua dulce y, en cambio, mas adelante la costa no ofrecia ya ningun lugar adecuado para acampar.
Alli se quedaron a dormir y ningun incidente interrumpio su sueno.
Otra jornada fue invertida en navegar hacia el Este por el estrecho salpicado de islas que unia el mar Oriental y el mar Occidental.
Esta vez, los exploradores bordearon la orilla septentrional porque querian determinar el emplazamiento de la desembocadura de un rio que, aunque mucho mayor que el rio Maksheiev, presentaba el mismo caracter. Sus orillas bajas estaban cubiertas de bosque tupido, que llegaba hasta el agua sin dejar un solo palmo de tierra para el campamento. Hubo que almorzar en frio, sin abandonar las lanchas.
Durante el descanso que siguio a la comida, Papochkin tuvo de pronto una idea que comunico inmediatamente a sus companeros.
— Ahora estamos en la orilla septentrional del mar ?no es cierto? — grito muy contento.
— Claro que si — contesto Kashtanov.
— Bueno, pues si nos atenemos a ella hasta la desembocadura del rio Maksheiev, nos habremos evitado una nueva travesia del mar, siempre peligrosa.
— ?No nos disponiamos a explorar detenidamente la costa meridional mas al Este del sitio donde hemos desembarcado primero? — objeto Gromeko.
— ?Y no es hora de pensar en el regreso hacia los hielos? — prosiguio el zoologo.
— Tan pronto?
— Claro. Para remontar el rio necesitaremos tres o cuatro veces mas tiempo que para bajarlo. Tendremos que remar todo el tiempo en contra de la corriente.
— ?Y que importa? Nos queda mucho tiempo.
— Yo no diria que mucho. Estamos a fines de agosto. Al borde de este mar el verano es probablemente eterno; pero, alla al Norte, cerca de los hielos, seguramente existe invierno. Si aplazamos mucho el regreso corremos el riesgo de ser sorprendidos por los frios y, en lugar de remontar en las barcas el rio, que se cubrira de hielo, tendremos que andar a pie por la nieve.
— ?Sin esquis y sin ropa de abrigo! — anadio Maksheiev.
Esa consideracion, naturalmente, importa mucho, y hay que tomarla en cuenta — observo Kashtanov-. Sin embargo, una semana mas que consagrasemos a explorar m mejor la orilla meridional no reduciria sensiblemente el tiempo que nos queda para el camino de vuelta.
— ?Existe otra objecion! — insistio Papochkin-.
Todas nuestras excursiones por la costa meridional del mar han tropezado con peligros y obstaculos debidos a las hormigas. Es casi seguro que esos odiosos insectos hilan tambien en las otras regiones de la costa meridional. Para luchar contra ellos se necesita hacer un gran consumo de municiones, y las que nos quedan son pocas. Debemos economizarlas, porque en el camino de vueltas nos serviran para la caza y para defendernos contra los animales feroces.
— Y, en fin — corroboro Gromeko —, es poco probable que encontremos nada nuevo en la costa meridional del mar durante los tres o cuatro dias que podemos consagrar, a adentrarnos hacia el Este. Hemos visto ya que, por esta parte, se levantan sobre una gran extension los acantilados abruptos de la meseta y, desde la cumbre de Satan, no hemos distinguido en direccion al Este nada mas que el desierto negro.
— En el mejor de los casos descubriremos algun que otro riachuelo y, en su curso superior, otro grupo de volcanes que volveran a proporcionarnos cualquier sorpresa.
— anadio Papochkin, que no olvidaba sus desventuras-.
Dos veces nos hemos salvado casi por milagro. ?Es sensato probar la suerte otra vez?
— Veo que estoy en minoria — dijo Kashtanov con cierta contrariedad-. Tres de nosotros se pronuncian por emprender el regreso y sus argumentos tienen bastante peso. Habre de ceder a la voz de la razon.
— ?De manera que vamos a seguir ahora la costa Norte? — pregunto Gromeko.
— Naturalmente, puesto que hemos decidido no continuar explorando la del Sur.
— Entonces, hay que hacer acopio de agua dulce ahora mismo, parque no es probable que lleguemos hoy hasta el rio Maksheiev y no sabemos si habra otro mas cerca.
Despues de haber llenado los dos bidones en la desembocadura de un gran rio, al que dieron el nombre de Gromeko, los exploradores siguieron la navegacion entre los bajios y las islas de su delta, procurando no apartarse de la orilla septentrional, que tenia el mismo caracter que en la desembocadura del rio Maksheiev, aunque no la bordeaba una playa de arena, sino que el bosque y las junqueras llegaban hasta el agua. Las islas fueron haciendose menos frecuentes, luego desaparecieron y la costa torcio sensiblemente hacia el Norte. En frente de aquel sitio, en la orilla meridional, comenzaba la region de las dunas. A lo lejos se veia el grupo del volcan Satan, que todavia arrojaba una columna bastante densa de humo, ocultando aquella parte del horizonte.
La navegacion era animada por los insectos que revoloteaban sobre el agua y la vegetacion, a veces por pequenas pterodactilos que perseguian a las libelulas y por los plesiosaurios, cuyas cabezas emergian bastante lejos de la orilla. En las proximidades de la costa, el mar era poco profundo y los remos tocaban en algunos momentos el fondo.
En las murallas verdes de las junqueras que bordeaban el bosque se abrian a veces anchos caminos, verdaderos pasillos de vegetacion por donde llegaban, sin duda, hasta el agua los diferentes reptiles herbivoros y carniceros que habitaban la espesura,
Al dia siguiente, los exploradores llegaron, antes del almuerzo, a la desembocadura del rio Maksheiev, que reconocieron facilmente por la piramide que habian levantado en su orilla.
Alli permanecieron cerca de veinticuatro horas a fin de proceder a las ultimas observaciones en la costa del mar, pescar y secar peces en la desembocadura y reparar las lanchas y la balsa para el largo viaje rio arriba.
La navegacion en contra de la corriente era lenta. Habia que remar continuamente, consagrando muy poco tiempo al descanso, la comida y el sueno.
Segun la rapidez de la corriente, no lograban avanzar mas que de treinta a cuarenta kilometros al dia.
Tambien retrasaban el viaje las aventuras con los reptiles y los mamiferos carniceros y herbivoros, ya que, para economizar municiones, los viajeros disparaban solo con el fin de procurarse carne fresca o defenderse en caso de ataque.
Durante las primeras semanas de esta navegacion, la naturaleza rio ofrecio ningun cambio notable. Pero luego, cuando comenzaron los bosques de arboles de hoja del clima mas moderado, los encontraron ya amarillos y despojandose. Cuanto mas avanzaban hacia el Norte, mas plantas desnudas aparecian.
Tambien habia cambiado el tiempo: aunque Pluton continuaba en el cenit, se cubria muchas veces de nubarrones. Un viento frio soplaba del Norte y eran frecuentes las lloviznas otonales. Cuando el cielo se despejaba volvia a hacer calor, pero la temperatura media descendia sin cesar:
Las intemperies en forma de aguaceros y frio viento del Norte frenaban e incluso interrumpian la navegacion. Los viajeros tenian que buscar cobijo en la tienda y encender una hoguera para calentarse. Despues de unos meses pasados en un clima muy caliente y seco, los hombres se habian hecho mas sensibles al frio y a la humedad
En la zona habitada por los mamuts, los rinocerontes de pelo largo, los ciervos gigantescos y los toros primitivos, habia comenzado ya el invierno. La temperatura se mantenia alrededor del cero, subiendo solo de vez en cuando, al despejarse el cielo. Pero casi siempre se hallaba cubierto por un tupido cendal