Josh el Pelusilla. Estaba otra vez en la tienda.

Penso en colgar, pero tal vez eso, de algun modo -no sabia como-, lo ponia sobre alerta. Lo inducia a huir. Cambio la voz, le anadio cierto tono cantarin, y pregunto a que hora cerraban.

– A eso de las seis -contesto El Pelusilla.

Ella le dio las gracias, pero el habia colgado. Ya tenia la cuenta en la mesa. Pago, y se contuvo para no echarse a correr hacia el coche. La Carretera 4 estaba despejada de trafico. Paso a toda velocidad ante la pletora de centros comerciales y encontro una plaza para aparcar no lejos de Photomat. Sono su movil.

– ?Diga?

– Soy Carl Vespa.

– Ah, hola.

– Lamento lo de ayer. Lo de obligarte a ver a Jimmy X asi, de sopeton.

Grace penso si debia mencionarle o no la visita de Jimmy la noche anterior y al final decidio que no era el momento.

– No importa.

– Ya se que a ti te da igual, pero por lo visto van a soltar a Wade Larue.

– Tal vez sea lo correcto -dijo ella.

– Tal vez. -Pero Vespa no parecia muy convencido-. ?Seguro que no necesitas proteccion?

– Seguro.

– Si cambias de idea…

– Te llamare.

Se produjo un silencio extrano.

– ?Sabes algo de tu marido?

– No.

– ?El tiene una hermana?

Grace se paso el movil a la otra mano.

– Si. ?Por que?

– ?Se llama Sandra Koval?

– Si. ?Que tiene que ver con esto?

– Hablaremos mas tarde -contesto Vespa, y colgo.

Grace se quedo mirando el telefono. ?Y eso a que venia? Meneo la cabeza. Seria inutil volver a llamarlo. Intento concentrarse otra vez en lo suyo.

Grace cogio el bolso y se dirigio apresuradamente hacia Photomat. Le dolia la pierna. Le costaba caminar. Tenia la sensacion de que alguien le sujetaba el tobillo desde el suelo y se veia obligada a arrastrarlo. Grace siguio caminando. Cuando estaba a tres tiendas de Photomat, un hombre trajeado le intercepto el paso.

– ?Senora Lawson?

Una idea extrana la asalto cuando miro al desconocido: el pelo rubio rojizo era del mismo color que su traje. Casi parecia que los dos eran del mismo tejido.

– ?Que desea? -dijo ella.

El hombre metio la mano en el bolsillo y saco una foto. La acerco a su cara para ensenarsela.

– ?Envio esto por correo electronico?

Era la misteriosa foto recortada de la rubia y la pelirroja.

– ?Usted quien es?

El hombre de pelo rubio rojizo contesto:

– Me llamo Scott Duncan. Trabajo en la fiscalia. -Senalo a la rubia, la que miraba a Jack, la que tenia la cara tachada con un aspa-. Y esto -continuo- es una foto de mi hermana.

26

Perlmutter le habia dado la noticia a Lorraine Conwell con la mayor delicadeza posible.

Habia dado malas noticias muchas veces. La mayoria tenian que ver con accidentes automovilisticos en la Carretera 4 o la autopista de Garden State. Lorraine Conwell se habia deshecho en llanto, pero a eso habia seguido el natural embotamiento y ya no lloraba.

Las fases del dolor: se supone que la primera es la negacion. Eso no es verdad. La primera es todo lo contrario: la total aceptacion. Uno oye la mala noticia y entiende exactamente lo que se le ha dicho. Entiende que el ser querido -el conyuge, el padre, el hijo- nunca volvera a casa, que su vida ha terminado y nunca, nunca, volvera a verlo. Lo entiende de inmediato. Le tiemblan las rodillas. Se le encoge el corazon.

Ese era el primer paso: no solo aceptacion, no solo comprension, sino la verdad absoluta. Los seres humanos no estan hechos para soportar esa clase de dolor. Es entonces cuando empieza la negacion. La negacion irrumpe rapidamente, curando las heridas o al menos cubriendolas. Aun asi, existe ese momento, misericordiosamente rapido, la verdadera primera fase, en que uno oye la noticia y contempla el vacio, y por horrible que sea, lo entiende todo.

Lorraine Conwell permanecio erguida. Le temblaban los labios. Tenia los ojos secos. Se la veia pequena y sola, y Perlmutter tuvo que contenerse para no rodearla con los brazos y estrecharla.

– Rocky y yo -dijo-. Ibamos a reconciliarnos.

Perlmutter asintio, animandola a seguir hablando.

– Es mi culpa, ?sabe? Yo obligue a Rocky a marcharse. No tenia que haberlo hecho. -Lo miro con sus ojos de color violeta-. Cuando nos conocimos, el era muy distinto, ?sabe? Entonces tenia suenos. Estaba muy seguro de si mismo. Pero cuando ya no pudo seguir jugando…, eso lo supero. Yo no lo soporte.

Perlmutter volvio a asentir. Deseaba ayudarla, deseaba hacerle compania, pero en realidad no tenia tiempo para la version no abreviada de la historia de su vida. Debia seguir adelante con el caso y marcharse de alli.

– ?Alguien queria causar dano a Rocky? ?Tenia enemigos o algo asi?

Ella movio la cabeza en un gesto de negacion.

– No, nadie.

– Estuvo en la carcel.

– Si, fue por una estupidez. Se metio en una pelea en un bar. Se paso de rosca.

Perlmutter miro a Daley. Sabian lo de la pelea. Ya lo habian investigado por si la victima habia buscado venganza tardiamente. Parecia poco probable.

– ?Tenia Rocky algun empleo?

– Si.

– ?Donde?

– En Newark. Trabajaba en la fabrica de Budweiser, la que esta cerca del aeropuerto.

– Usted llamo ayer a la comisaria -dijo Perlmutter.

Ella asintio con la mirada fija al frente.

– Hablo con el agente DiBartola.

– Si. Fue muy amable.

«No lo dudo», penso el.

– Le dijo que Rocky no habia vuelto del trabajo.

Ella asintio.

– Llamo a primera hora de la manana. Le explico que habia trabajado la noche anterior.

– Si.

– ?Es que hacia el turno de noche en la fabrica?

– No, tenia otro empleo. -Ella se encogio, un poco avergonzada-. Cobraba en negro.

– ?Y en que consistia?

– Trabajaba para una mujer.

– ?Y que hacia?

Se enjugo una lagrima con un dedo.

– Rocky no hablaba mucho de eso. Entregaba citaciones judiciales, creo, cosas asi.

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