cual en lugar de tener media hora de sobra solo me quedan unos diez segundos.
– Yo… lo siento, Sid. Yo… -Jason sujeto con fuerza la bolsa. Hoy era el ultimo dia, y lo repitio: el ultimo dia. Si le pasaba alguna cosa, si por algun motivo, a pesar de las precauciones, no conseguia regresar, ella nunca sabria la verdad.
Sidney estaba furiosa. Amy acababa de derramar el bol de cereales sobre su abrigo y buena parte de la leche habia ido a parar al maletin con los documentos, mientras ella intentaba sujetar el telefono debajo de la barbilla.
– Tengo que dejarte, Jason.
– No, Sid, espera. Necesito decirte algo…
Sidney se puso de pie. Su tono no daba lugar a ninguna alternativa mientras contemplaba el desastre provocado por su hija de dos anos, que ahora la miraba desafiante alzando la barbilla que se parecia mucho a la suya.
– Jason, lo que sea tendra que esperar. Yo tambien tengo que coger un avion. Adios.
Colgo el telefono, cogio a la nina, se la puso bien sujeta debajo del brazo y se dirigio a la puerta.
Jason tambien colgo el telefono y se volvio. Dejo escapar un suspiro y por enesima vez rezo para que todo saliera de acuerdo con lo planeado. No se fijo en un hombre que miro distraido en su direccion antes de volverse. Un poco antes, el mismo hombre se habia cruzado con Jason cuando el se dirigia a los lavabos, lo bastante cerca como para leer la tarjeta de identificacion sujeta a la bolsa de viaje. Era un descuido pequeno pero significativo por parte de Jason, porque la tarjeta consignaba su nombre y direccion reales.
Unos minutos mas tarde, Jason estaba en la cola de embarque. Saco el sobre blanco que le habia dado el hombre en los lavabos y extrajo el billete que contenia. Se pregunto como seria Seattle. Miro a traves de la sala a tiempo para ver a su sosia embarcar en el vuelo a Los Angeles. Entonces Jason vio a otro pasajero del mismo vuelo. Alto, delgado, calvo y una barba abundante en el rostro cuadrado. Las facciones muy expresivas le resultaban conocidas, pero el hombre desaparecio por la puerta de embarque antes de que Jason tuviera la ocasion de recordarlo. El joven se encogio de hombros, entrego la tarjeta de embarque y camino por la pasarela hasta el avion.
Apenas media hora mas tarde, mientras el avion en el que viajaba Arthur Lieberman se estrellaba contra el suelo y las espesas columnas de humo ascendian hacia el cielo, a centenares de kilometros mas al norte, Jason Archer bebia un trago de cafe y abria su ordenador portatil. Con una sonrisa, miro a traves de la ventanilla del avion que volaba hacia Chicago. La primera parte del viaje habia transcurrido sin problemas, y el capitan acababa de anunciar que el tiempo seria bueno a lo largo de toda la ruta.
Capitulo 5
Sidney Archer toco la bocina impaciente y el coche que tenia delante acelero para cruzar el semaforo en verde. Echo un vistazo al reloj del tablero. Tarde como siempre. En un movimiento reflejo miro el espejo retrovisor del Ford Explorer. Amy, con el osito
Entro en el aparcamiento cubierto y aparco el coche delante de un edificio de ladrillos de una sola planta. Se apeo, abrio la puerta trasera del Ford y saco a Amy de la silla sin olvidarse del osito y la bolsa de la nina. Sidney le subio la capucha del abrigo y protegio del viento frio el rostro de su hija con su abrigo. El cartel encima de las puertas de cristal decia: PARVULARIO DEL CONDADO JEFFERSON.
En el interior, Sidney le quito el abrigo a Amy, aprovecho la ocasion para limpiar los restos de los cereales, y comprobo el contenido de la bolsa antes de entregarsela a Karen, una de las puericultoras. El mono blanco de Karen estaba manchado de cera roja en el pecho, y tenia una mancha de lo que parecia mermelada en la manga derecha.
– Hola, Amy. Tenemos unos juguetes nuevos que te encantara probar. -Karen se arrodillo delante de la nina. Amy la miro con su osito en una mano y el pulgar de la otra en la boca.
– Pure de calabacin y zanahoria, zumo y un platano -dijo Sidney con la bolsa en alto-. Si se porta muy bien le puedes dar unas patatas fritas y una galleta de chocolate. Dejala dormir la siesta un poco mas, Karen, ha pasado mala noche.
Karen le ofrecio un dedo a Amy para que se sujetara.
– De acuerdo, senora Archer. Amy siempre se porta bien, ?no es asi?
Sidney se agacho para darle un beso a la nina.
– En eso tienes razon. Excepto cuando no quiere comer, dormir o hacer lo que le dicen.
Karen era madre de un nino de la misma edad de Amy. Las dos madres intercambiaron una sonrisa experta.
– Vendre a buscarla alrededor de las siete y media, Karen.
– No hay problema.
– Adios, mami, te quiero.
Sidney volvio la cabeza y vio a Amy que la despedia agitando la mano. En la distancia, parecia un bulto adorable, y la ternura que provoco en Sidney le hizo olvidar el enfado del desayuno. Respondio afectuosa al saludo.
– Yo tambien te quiero. Esta noche tomaremos helado de postre. Y estoy segura de que papa llamara por telefono, ?vale?
Una sonrisa maravillosa aparecio en el rostro de Amy.
Media hora mas tarde, Sidney entro en el aparcamiento de su oficina, recogio el maletin, cerro la portezuela del coche de un golpe y corrio hacia el ascensor. El viento helado que soplaba en el aparcamiento subterraneo alegro sus pensamientos. Muy pronto volverian a encender el viejo hogar de piedra en la sala. Le encantaba el olor de la madera al arder; era reconfortante y le hacia sentir segura. La proximidad del invierno le hizo pensar en Navidad. Este seria el primer diciembre en el que Amy se daria cuenta de que era un tiempo muy especial. Sidney se entusiasmo cada vez mas con la proximidad de las vacaciones. Irian a pasar el dia de Accion de Gracias con sus padres, pero este ano Jason, Sidney y Amy estarian en casa para Navidad. Los tres solos. Delante del fuego con un arbol de Navidad bien grande y una montana de regalos para su hijita.
Aunque Sidney se habia reprochado a si misma por el retraso, solo eran las ocho menos cuarto cuando salio del ascensor.
A pesar de su condicion de empleada a tiempo parcial, era una de las abogadas mas trabajadoras del bufete. Los socios principales de Tylery Stone sonreian cada vez que pasaban por delante de la oficina de Sidney Archer, satisfechos porque sus partes del pastel eran cada vez mas grandes gracias a sus esfuerzos. Aunque ellos probablemente creian que la estaban utilizando, Sidney tenia sus propios planes. Este trabajo solo era un paso intermedio. Siempre podria practicar su profesion; sin embargo, tenia una unica oportunidad de ser la madre de Amy mientras ella todavia era pequena.
La vieja casa de piedra y ladrillo la habian comprado casi a mitad de precio porque necesitaba una rehabilitacion a fondo. Los trabajos los habian acabado tras dos anos despues de feroces discusiones con los subcontratistas. Habian cambiado el Jaguar por el destartalado Ford de seis anos. Habian gastado casi todo el dinero de los creditos para estudiantes, y habian reducido los gastos mensuales casi en un cincuenta por ciento a traves de muchos sacrificios y sentido comun. Dentro de un ano los Archer no tendrian deudas.
Volvio a pensar en las primeras horas de la manana. Las noticias de Jason habian sido una bomba. Pero apenas si pudo dominar la sonrisa al considerar las posibilidades. Estaba orgullosa de Jason. El se merecia el exito mas que nadie. Todo indicaba que este seria un buen ano. Tantas noches de trabajar hasta muy tarde… Sin duda, habia estado dando los toques finales a su trabajo. ?Cuantas horas de preocupacion innecesaria por su parte! Ahora le sabia mal haberle colgado el telefono. Se encargaria de recompensarlo cuando el regresara.
Sidney abrio la puerta, recorrio a buen paso el pasillo y entro en su oficina. Comprobo el correo electronico y no habia mensajes urgentes. Lleno el maletin con los documentos que necesitaba para el viaje, recogio los