Ahora ambos haciamos mutis, examinandonos mutuamente: uno miraba con mas tranquilidad, porque habia visto y conocido un poco mas; otro miraba con los ojos enloquecidos y repitiendo seguramente todos los pensamientos que surgieron en mi mente en el momento en que le vi a 'el'. Asi, en el silencio de la cabina respiraban pesada y ritmicamente dos personas identicas.

Capitulo 3 – 'Nubes' rosadas

Ignoro el lapso que se prolongo esta escena. Solo se que finalmente el fue el primero en hablar:

– No comprendo nada.

– Yo tampoco.

– Ningun hombre puede, pues, duplicarse.

– Eso mismo creia yo.

Quedo pensativo.

– ?Sera posible que exista, a pesar de todo, la Reina de las Nieves?

– Repites -le dije- lo mismo que yo he pensado. Pense tambien que la ciencia es un absurdo y un autoconsuelo.

Se rio confuso, como si hubiese sido llamado al orden por un companero superior. Actualmente yo era respecto a el un superior. Y en el acto, le hice una proposicion:

– Hemos bromeado y basta. Esto es un engano fisico y psiquico. ?Que tipo de engano? Yo todavia no puedo responder a esa pregunta, pero si se que es un engano, algo no real. Oyeme, vayamos a la caseta de Zernov.

El tomo mis palabras al vuelo: pues el era mi reflejo. Nuestros pensamientos se concentraron en una misma cosa: ?quedo intacto el microscopio? Resulto que no sufrio dano, pues se encontraba en su lugar dentro del armario. Los cristales para preparados tampoco sufrieron dano. Mi doble los saco de la caja. Al comparar nuestras manos, hasta los callos y grietas eran identicos.

– Ahora lo sabremos -le dije.

Nos pinchamos un dedo, regamos la sangre por los cristales y por turno observamos los preparados a traves del microscopio. Nuestra sangre era tambien identica.

– Estamos hechos de un mismo material -afirmo sonriendo maliciosamente-. Eres una copia.

– La copia eres tu.

– No, eres tu.

– Espera -le detuve-, ?quien te invito a la expedicion?

– Zernov. ?Quien mas podria ser?

– ?Con que objeto?

– ?Me estas preguntando para despues repetir lo que digo?

– No, estas equivocado. Yo mismo podria decirtelo. Para buscar las nubes rosadas, ?no es asi?

Arrugo el entrecejo tratando de recordar algo y pregunto con malicia:

– ?Que escuela terminaste?

– Querras decir, instituto.

– Te pregunto sobre la escuela. ?Que numero? ?Lo olvidaste?

– Tu eres el que lo olvidaste. Yo termine la N° 709.

– Correcto. ?Y quien se sentaba a tu izquierda en el pupitre?

– ?Por que razon tu me interrogas a mi?

– Es solo una prueba y nada mas. Quiero saber si olvidaste a Lena. A proposito, ella despues contrajo nupcias.

– Con Fibig -le senale. El suspiro.

– Nuestras vidas coinciden.

– Y, a pesar de todo, yo tengo la plena seguridad de que eres una copia, un fantasma, un alucinamiento - apunte furioso-. ?Quien fue el primero en despertar? Yo. ?Quien fue el primero en ver las dos 'Jarkovchankas'? Tambien yo.

– ?Por que dos? -inquirio de sopeton.

Me sonrei con aire de triunfo. Mi primacia estaba confirmada.

– Por la simple razon de que hay otra junto a esta. La verdadera. Puedes admirarla.

Se pego a la escotilla lateral, luego me miro confuso, se puso en silencio la copia de mi cazadora y salio al hielo. La soldadura identica en la oruga y el abollado similar en el vidrio de la escotilla le hicieron fruncir el entrecejo. Echo con cuidado una mirada al cancel, cruzo hacia el puesto de mando, regreso a la mesita donde estaba mi camara de filmar y coloco su mano sobre ella:

– Hermana querida -dijo sombrio.

– Como puedes ver, ella y yo nacimos antes.

– Tu solamente despertaste antes -afirmo cenudo- pero ignoramos aun quien es el verdadero. Yo, a decir verdad, lo se muy bien.

– ?Y si el tiene razon? -me interrogue a mi mismo-. ?Y si el doble-fantasma no es el, sino yo? ?Y quien puede determinarlo ?demonios!, si hasta nuestras unas tienen identicas rajaduras y los amigos escolares son los mismos? Coincidian hasta nuestras ideas y sentimientos cuando eran analogos los estimulos exteriores.

Nos mirabamos mutuamente, uno frente a otro, como ante un espejo. ?Quien se hubiera podido imaginar una cosa como esta!

– ?Sabes en lo que pienso? -me pregunto de repente.

– Lo se -respondi-. Vamos.

Yo conocia su pensamiento, porque este era el mio: si hay dos 'Jarkovchankas' en el hielo y se desconoce cual de ellas cayo a la grieta, entonces, ?por que ambas tienen la escotilla rota? Y si ambas cayeron a la grieta, ?como lograron salir?

Sin mediar palabras corrimos hacia el agujero abierto en la capa de nieve. Nos tendimos boca abajo, avanzamos hacia el borde de la grieta y, en el acto, comprendimos todo. Solo se habia desplomado una 'Jarkovchanka', porque habia una sola huella de la caida. Durante la caida, la 'Jarkovchanka' se habia atascado a tres metros del borde de la grieta, entre las paredes que se estrechaban hacia la profundidad. Vimos tambien peldanos en el hielo, hechos a lo mejor por Vano o Zernov: por el primero que logro subir. En resumidas cuentas, la segunda 'Jarkovchanka' aparecio despues de la caida de la primera. Pero, ?quien saco a la primera, si ella no podia salir sola?

Mire de nuevo al precipicio. Este se obscurecia segun se profundizaba y tenia el aspecto de algo siniestro que carecia de fondo. Tome en mis manos un trozo de hielo cortado en el borde del precipicio -tal vez por el pico de minero utilizado al cortar los peldanos- y lo tire al fondo. Desaparecio rapido de mi vista, pero no oi su caida. Por mi mente cruzo una idea: ?por que no empujar hacia el precipicio al brujo que se me ha pegado? Si yo me lanzara sobre el y lo agarrara por las piernas…

– No creas que lo lograras -me dijo.

Al principio me turbe y solo despues cai en la cuenta.

– ?Has pensado en ello?

– Naturalmente.

– Peleemos, entonces. Tal vez uno de nosotros mate al otro.

– ?Y si ambos nos matamos?

Estabamos frente a frente, furiosos, colericos, proyectando sombras completamente iguales sobre la nieve. De pronto, a ambos nos parecio comico.

– Esto es una farsa -proferi-. Cuando regresemos a Moscu nos mostraran en un circo: 'Los dos Anojin'.

– ?Por que en un circo? Mas bien en la Academia de Ciencias: 'Un nuevo fenomeno tan extraordinario como las nubes rosadas'.

– Como las nubes que no existen.

– ?Mira! -exclamo senalando hacia el cielo.

En el azul tenue del cielo se movia una nube rosada. Una sola, sin otras acompanantes, como una mancha de

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