vino sobre el mantel. Se aproximaba muy lentamente y a baja altura, a mucha menor altura que las nubes de tormenta; ademas, no parecia una nube. Yo incluso no la compararia ni con un dirigible. Asemejabase, mas bien, a una masa rosada obscura, extendida sobre la mesa o a una gran cometa morada lanzada al cielo. Temblando de un modo raro, como si pulsara, se acercaba oblicuamente a la tierra como algo vivo.

– Es una medusa -afirmo mi 'doble', repitiendo mi pensamiento-. Es una medusa rosada y viva, pero exenta de tentaculos.

– No repitas mis disparates. Esto es una sustancia y no un ser.

– ?Crees eso?

– Como lo crees tu. Mirala con mas detenimiento.

– Siendo asi, ?por que palpita?

– No palpita, sino que lanza bocanadas de gas. Eso es gas o vapor de agua o, quizas, no es vapor de agua. Posiblemente sea… polvo -agregue indeciso.

La cometa morada se detuvo sobre nosotros y empezo a descender. Estaba separada de nosotros no mas de quinientos metros. Sus bordes vibrantes se doblaban hacia abajo y adquirian un color negruzco. La cometa se transformaba en una campana.

– ?Que tonto soy! -exclame al recordar la camara de filmar- ?Debo filmar esto!

Y eche a correr hacia mi 'Jarkovchanka'

Comprobe rapido si la camara trabajaba y si la pelicula de color estaba en el chasis. Empece a filmar desde la puerta abierta de la 'Jarkovchanka'. Salte luego al hielo y, contorneando a los cruzanieves, me coloque en otro lugar para la toma. En ese momento note que mi alter ego, indeciso y sin camara de filmar, observaba mis ajetreos.

– ?Por que no filmas? -le grite sin apartarme del visor de la camara.

El no me respondio en el acto, sino con cierto retraso incomprensible.

– No… se. Algo me lo impide… no puedo.

– ?Que quieres insinuar con eso de 'no puedo'?

– No puedo… explicarlo.

Fije mi mirada en el olvidando hasta la amenaza que llegaba desde el cielo. ?He ahi la diferencia! No somos completamente iguales: el se inquieta por algo que a mi no me afecta; algo le molesta; yo, en cambio, soy libre. Sin pensarlo dos veces lo coloque en mi objetivo y tome la pelicula teniendo en el fondo a su cruzanieves-doble. Por unos momentos olvide hasta la existencia de la nube rosada, pero el me la hizo recordar:

– Viene en picado.

La campana morada no descendia ya lentamente, sino que caia. Salte instintivamente a un lado.

– ?Huye! -le grite.

El, por fin, comenzo a moverse de su sitio, pero no huia, sino que retrocedia de modo extrano hacia su 'Jarkovchanka'.

– ?A donde vas? ?Estas loco!

La campana descendia directamente sobre su cabeza, pero el no me respondia. Pegue de nuevo mi ojo al visor de la camara para no perder tales cuadros. Incluso mi terror desaparecio, porque lo que se desarrollaba ante mis ojos era, sin lugar a dudas, un fenomeno extraterrestre que ningun operador de cine habia filmado antes.

La nube disminuyo bruscamente de tamano y adquirio un tono mas oscuro. Asemejabase ahora al caliz invertido de una gigantesca flor tropical, suspendido a seis o siete metros sobre la tierra.

– ?Cuidado! -le grite.

Y, olvidando de repente que el era un fenomeno y no una persona, pegue un salto gigantesco e inconcebible en su direccion a fin de ayudarle. Como se aclaro despues, mi salto no le podia salvar, pero acortaba a la mitad la distancia que nos separaba. Con otro salto igual lo hubiese alcanzado, pero, al intentarlo, algo semejante al golpe de una ola o viento huracanado no me dejo avanzar y me empujo hacia atras. Estuve a punto de caer, pero me mantuve de pie y ni la camara se desprendio de mis manos. La flor gigantesca alcanzaba ya la tierra, y sus petalos, antes morados y ahora purpureos, moviendose con pulsaciones insolitas, cubrian a los dos dobles: al cruzanieves y a 'mi'. Pasados unos segundos tocaron ya el hielo cubierto de nieve. Junto a mi 'Jarkovchanka' se levantaba ahora una colina purpurea, que parecia burbujear o hervir sumergida en un humo morado permutable que relumbraba con chispas aureas a guisa de cargas electricas. Yo continuaba filmando, tratando de acercarme cada vez mas a la colina morada. Un paso… otro paso… otro… Mis piernas iban adquiriendo una pesadez inexplicable, como si algo las obligara a doblarse o las atrajera hacia el hielo. Un magnetismo ignoto parecia ordenar: ?parate! ?ni un paso mas! Y yo me detuve.

La colina emblanquecio levemente, el color purpureo paso al de frambuesa, y se levanto de repente. El caliz invertido aumento de tamano y doblo hacia arriba sus bordes arrebolados. La campana se transformo de nuevo en cometa, y la nube rosada, en una concentracion de gases que adquiria formas variadas bajo los embates del viento. No se noto ningun tipo de concentracion o espesamiento en su interior, como si no hubiese tomado nada de la tierra; sin embargo, en el hielo solo quedo mi 'Jarkovchanka'. Su misterioso doble se desvanecio tan rapido como aparecio. Solo quedo sobre el hielo la huella de las anchisimas orugas, aunque ya el viento la cubria con una frazada de nieve esponjosa. En el cielo, ocultandose tras los bordes de la pared de hielo, desaparecia la 'nube'. Mire mi reloj: habian pasado treinta y tres minutos desde el momento en que, volviendo en si, marque la hora.

Yo sentia un extrano sentimiento de alivio al comprender que algo horrible se habia apartado de mi vida, horrible porque era incomprensible, y mas horrible aun, porque ya empezaba a acostumbrarme a lo incomprensible como el loco se acostumbra a su delirio. Mi delirio se desvanecio junto con el gas rosado, se desvanecio tambien el obstaculo invisible que me impidio acercarme a mi doble. Ahora, eche a andar sin dificultad hacia mi cruzanieves y me sente en el peldano de hierro, sin pensar que podia quedarme adherido al metal a causa de la temperatura descendente del aire. No me inquietaba nada, excepto el pensamiento de como explicar esta pesadilla de media hora. Una y otra vez, apretando mi cabeza con las manos, no dejaba de preguntarme en voz alta:

– ?Que fue en realidad lo que sucedio despues del accidente?

Capitulo 4 – ?Substancia o ser vivo?

Y recibi como respuesta:

– Lo mas importante de todo es que usted esta vivo, Anojin. Hablando honradamente temia lo peor.

Levante la cabeza: ante mi se encontraban Zernov y Anatoli. En tanto que Zernov me hablaba, Anatoli pisoteaba la nieve con sus esquies y movia uno y otro baston de esquiar. Desgrenado y grueso, con bigotes y vello en las mejillas, en vez de nuestras barbas hirsutas, Anatoli parecia haber perdido su escepticismo burlon y miraba ahora excitado y alegremente como un chiquitin.

– ?De donde vienen? -inquiri.

Yo estaba tan agotado que ni tenia fuerzas para sonreir.

Anatoli chillo:

– Acampamos cerca de aqui: a un kilometro y medio o dos. Alli instalamos nuestra tienda de campana…

– Espere, Diachuk -le detuvo Zernov-, ya tendra tiempo para hablar de ello. ?Como se siente, Anojin? ?Como logro salir? ?Que tiempo hace de eso?

– Me hace simultaneamente muchas preguntas -le dije. Mi lengua articulaba las palabras con dificultad, como la de un borracho-. Empecemos por orden, desde el final. ?Cuanto tiempo hace que sali? No lo se. ?Como? Tampoco lo se. ?Como me siento? Mas o menos bien, sin contusiones ni fracturas.

– ?Y moralmente?

Me sonrei al fin, pero mi sonrisa al parecer resulto falsa e insincera, porque Zernov inquirio rapido:

– ?Acaso cree que nosotros le abandonamos a su suerte?

– Jamas lo he pensado -repuse-. Por otra parte, quiero decirles que mi destino esta lleno de fantasias.

– Yo lo veo -contesto Zernov, observando nuestra desdichada 'Jarkovchanka'-. Despues de todo, este aparato resulto solido: solo se abollo levemente. Pero, en resumidas cuentas, ?quien le saco?

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