Me encogi de hombros.

El continuo:

– Por cuanto aqui no hay volcanes capaces de presionar el aparato desde abajo y expulsarlo, por tanto debemos presumir la intromision de alguien. ?Quien fue?

– No se nada -respondi-. Volvi en si cuando me encontraba ya en la meseta.

– ?Boris Arkadievich! -grito de repente Anatoli-. Aqui hay una sola maquina. Lo que significa que la otra simplemente se fue. Ya le dije que era un cruzanieves o un tractor. A nuestro aparato, lo amarraron con un cable y ?para arriba!

– Lo sacaron y se fueron -repitio dudoso Zernov-. Y no se llevaron a Anojin. Ni le ayudaron. ?Que raro! ?Sumamente raro!

– ?Y si no pudieron volverle en si y creyeron que perecio? Tal vez esten estacionados cerca y decidan regresar junto con el medico…

Me fastidiaban estas fantasias idiotas de Anatoli. Si se le daba cuerda, no se detenia.

– ?Callate, profeta! -dije cenudo-. Aqui, ni diez tractores hubieran podido hacer algo positivo. Esos cables de los cuales hablas, existieron solo en tus suenos. Ademas, el segundo cruzanieves no se fue, sino que desaparecio.

– Entonces, ?hubo un segundo cruzanieves? -pregunto Zernov.

– Si, lo hubo.

– ?Que quiere usted insinuar con la palabra 'desaparecio'? ?Que se perdio?

– Hasta cierto grado, si. Es dificil relatarlo en dos palabras. Este era un doble de nuestra 'Jarkovchanka'. No era una copia en serie, sino un doble. Un fantasma. Una ilusion. Pero un espectro real, material.

Zernov me escuchaba atentamente, con interes y en silencio. En sus ojos no se leian palabras de reprobacion: ?Loco! ?Psicopata! ?Debes hacerte un tratamiento psiquiatrico!

Anatoli, en cambio, sin escatimar en su fuero interno los epitetos correspondientes, afirmo en voz alta:

– Estas igual que Vano. Los dos ven milagros. Vano llego corriendo a nuestra tienda de campana gritando desaforado: '?Alla hay dos maquinas y dos Anojin!' Sus dientes tiritaban…

– Tu, en su lugar, habrias corrido a cuatro patas de espanto -le replique-. Ni Vano ni yo vemos visiones, porque, en realidad, ?hubo dos 'Jarkovchankas' y dos Anojin!

Anatoli movio sus labios y, sin proferir palabra alguna, miro a Zernov; este esquivo su mirada y en vez de responder hizo un ademan con la cabeza, senalando a la puerta situada a mi espalda:

– ?Esta todo incolume ahi dentro?

– Asi creo, aunque no lo he averiguado -respondi.

– Bien; desayunemos. ?No te opones? Nosotros no hemos comido nada desde entonces.

Comprendi la maniobra psicologica de Zernov: queria atenuar mi extrana inquietud, y de ese modo crear la atmosfera apropiada para la conversacion. Sentados a la mesa, en la cual devorabamos apetitosamente las malisimas tortillas de huevos hechas por Anatoli, el jefe de la expedicion fue el primero en relatar lo ocurrido despues del accidente en la meseta.

Cuando el cruzanieves cayo a la grieta, rompiendo la enganosa capa de nieve y se detuvo a una profundidad relativamente no muy grande, retenido por los escalones de la hendidura helada, sufrio solamente el rompimiento del vidrio exterior de la escotilla. En la cabina no se apago ni la luz. Anatoli y yo, sin embargo, perdimos el conocimiento. Zernov y Vano se mantuvieron en sus sitios; afortunadamente no sufrieron mas que leves contusiones y en el acto trataron de que Diachuk y yo recobrasemos el conocimiento, Diachuk volvio en si rapidamente, aunque su cabeza le daba vueltas y las piernas estaban blandas como el algodon. 'Es una leve conmocion cerebral' afirmo. 'Pasara pronto. Sera mejor que veamos como esta Anojin'. Hacia ya el papel de medico. Lo arrastraron hasta donde yacia yo y los tres juntos esforzaronse en que yo volviera en si; pero ni el amoniaco, ni la respiracion artificial pudieron lograrlo. 'Creo que ha sufrido un shock' indico Anatoli. Vano, a traves de la escotilla superior, logro ya llegar al techo del cruzanieves y comunico que era posible salir facilmente de la grieta. Sin embargo, la proposicion de sacarme del cruzanieves recibio firme rechazo por parte de Anatoli, quien senalo: 'Debemos cuidarle del frio. A mi juicio, ya el shock esta concluyendo y llegara pronto un estado de sueno que liberara las defensas naturales de su organismo'. A la sazon Anatoli estuvo a punto de perder el conocimiento; la tripulacion decidio comenzar la evacuacion por el y dejarme a mi cierto tiempo en la cabina. Entonces, tomaron los esquies, el trineo, la tienda de campana, el horno portatil, las briquetas de calefaccion, la linterna y parte de las provisiones. Pese a que el cruzanieves se atasco firmemente y no habia peligro de mas caidas, ellos no deseaban proseguir al borde del precipicio. En ese momento Zernov les hizo recordar el hueco en la pared helada, semejante a una gruta natural, no lejos del sitio del accidente y se decidio llevar primeramente a Anatoli hacia ese lugar, levantar alli la tienda de campana y luego regresar por mi. Asi lo hicieron. En treinta minutos llegaron a la gruta. Zernov, junto con Anatoli que ya se habia restablecido completamente, se quedaron a fin de arreglar la tienda de campana, en tanto que Vano, con el trineo vacio, regresaba por mi. Luego sucedio lo que ellos pensaban que era una locura pasajera de Vano. No habia transcurrido ni una hora desde el momento de su partida, cuando regreso corriendo con los ojos dementes, en un estado de excitacion febril. El cruzanieves, segun sus palabras, en vez de estar en la grieta, se encontraba en la meseta; ademas, a su lado habia otro identico con la misma abolladura en el vidrio delantero y en cada cruzanieves me encontraba yo sin conocimiento, acostado en el suelo. Al ver eso dio un grito de terror creyendo que habia enloquecido y huyo de vuelta; al regresar bebio de golpe un vaso lleno de alcohol y renuncio categoricamente a volver por mi, declarando que estaba acostumbrado a tener asuntos con personas, pero no con Reinas de las Nieves. Entonces, Zernov y Anatoli salieron en mi busca.

Como respuesta, empece a relatarles mi historia, la cual era mas asombrosa que el delirio de Vano. Me escuchaban credula y apasionadamente, como escuchan los ninos los cuentos de hadas. Ni una sola sonrisa esceptica asomo a sus labios, a excepcion del farfulleo insistente de Diachuk: '?Y luego? ?Y luego?'. Los ojos de ambos brillaban de tal modo que, en mi opinion, tanto Diachuk como Zernov debian repetir lo que hizo Vano con el vaso de alcohol. Cuando conclui, ambos permanecieron en silencio un rato muy largo, prefiriendo, por lo visto, escuchar mis explicaciones.

Pero yo tambien callaba.

– Yuri, no te enfurezcas -dijo por fin Diachuk y comenzo a mascullar-. Lei el diario de Scott o algo por el estilo; no lo recuerdo ahora. A decir verdad, esto no es mas que autohipnotismo. Alucinaciones del hielo. Suenos blancos.

– ?Y que me dice de Vano? -inquirio Zernov.

– Bien, yo, como medico, considero…

– Usted es un matasanos -replico Zernov-; asi que, lo mejor seria que no hablara. En todo esto hay demasiadas incognitas que nos impiden resolver a la ligera la ecuacion. Comencemos por la primera incognita. ?Quien saco el cruzanieves? Este estaba a una profundidad de tres metros y apresado por tenazas que ni las fabricas pueden construir. Ademas, su peso es de treinta y cinco toneladas. Ni un tractor-tren hubiese tenido fuerzas para hacerlo. ?Con que lo sacaron? ?Con cables? ?Absurdo! Los cables de acero hubieran dejado huellas en el cuerpo de la maquina. Ahora bien, ?donde estan esas huellas?

Se levanto en silencio y camino hasta su puesto de mando.

– Pero, Boris Arkadievich, ?esto es una locura! -exclamo Anatoli a su espalda.

Zernov se dio la vuelta:

– ?De que habla usted?

– ?Como que de que? De las aventuras de Anojin, un nuevo Munchausen. 'Dobles, nubes, flor vampiro, misteriosa desaparicion…'

– Anojin, si no me equivoco, usted tenia su camara de filmar en la mano cuando nosotros llegamos -recordo Zernov-. ?Logro filmar algo?

– Si, fotografie todo lo que pude fotografiar: la nube, la maquina doble y el acompanante similar a mi. Tome peliculas durante unos diez minutos.

Anatoli pestaneo, dispuesto a continuar aun la discusion. No queria entregarse.

– Ignoramos lo que veremos en esas peliculas despues de ser reveladas.

– Ustedes lo veran ahora mismo -llego a nosotros la voz de Zernov desde el puesto de mando-. Miren por la escotilla.

En direccion a nosotros, a medio kilometro de altura volaba un largo bunuelo morado. Se destacaba

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