una familia que la acogiera, ni papeles, ni nadie que se preocupara por ella.

En circunstancias normales, a los Payton jamas se les habria pasado por la cabeza contratar a una ninera sin papeles y sin nacionalizar. La adoptaron de inmediato, le ensenaron a conducir, aunque solo por determinadas calles, le ensenaron lo basico para utilizar un movil, un ordenador y los electrodomesticos y la presionaron para que aprendiera ingles. Tenia una buena base gracias a la escuela catolica de su pais, y se pasaba todo el dia encerrada en el piso limpiando e imitando las voces que oia en la television. En ocho meses, sus progresos habian sido impresionantes. Sin embargo, preferia escuchar, especialmente a Mary Grace, que necesitaba a alguien con quien descargarse. En los ultimos cuatro meses, durante las excepcionales noches en las que Mary Grace preparaba la cena, hablaba por los codos mientras Ramona asimilaba cada palabra que decia. Era una terapia fantastica, sobre todo despues de un dia duro en una sala de juzgado llena de hombres al borde de un ataque de nervios.

– ?Ningun problema con el coche?

Mary Grace preguntaba lo mismo todas las noches. El otro coche que tenian era un viejo Honda Accord al que Ramona todavia no le habia hecho ni la mas minima abolladura. Por muchas y buenas razones, les aterraba soltar en las calles de Hattiesburg a una inmigrante ilegal, sin carnet de conducir y sin seguro en un Honda con tropecientos kilometros y sus dos felices retonos en el asiento de atras. Habian entrenado a Ramona para que recorriera una ruta memorizada a traves de calles pequenas para ir al colegio, a comprar y, cuando fuera necesario, a su bufete. Si la policia la paraba, habian pensado suplicar a los agentes, al fiscal y al juez. Los conocian a todos muy bien.

Wes sabia a ciencia cierta que el juez del distrito primero tenia su propio ilegal, que arrancaba las malas hierbas y le cortaba el cesped.

– Ha sido un buen dia -contesto Ramona-. Ningun problema. Todo bien.

Pues si que ha sido un buen dia, penso Mary Grace mientras empezaba a fundir el queso.

El telefono sono y Wes cogio el auricular a reganadientes.

Su numero no aparecia en el listin porque un chiflado los habia amenazado, asi que utilizaban los moviles para practicamente todo. Escucho, contesto algo, colgo y se acerco a la cocina para interrumpir la preparacion de la cena.

– ?Quien era? -pregunto Mary Grace, preocupada. Todas las llamadas que se recibian en el piso se acogian con gran recelo.

– Sherman, del despacho. Dice que hay varios periodistas merodeando por alli, buscando a las estrellas.

Sherman era uno de sus pasantes.

– ?Por que esta en el despacho? -pregunto Mary Grace.

– Supongo que no sabe desconectar. ? Hay olivas para la ensalada?

– No. ? Que le has dicho?

– Le he dicho que dispare a uno de ellos y que los demas desapareceran.

– Remueve la ensalada, por favor -le dijo a Ramona. Los cinco se sentaron alrededor de una pequena mesa encajada en un rincon de la cocina. Se dieron las manos mientras Wes bendecia la mesa y daba gracias por las cosas buenas de la vida, la familia, los amigos y la escuela. y por la comida. Tambien estaba agradecido por haber tenido un jurado tan sensato y generoso y por un resultado tan fantastico, pero eso lo dejaria para despues. Primero sirvieron la ensalada y luego vinieron los macarrones con queso.

– Papa, ?podemos acampar? -solto Mack, despues de tragar.

– ?Claro que si! -contesto Wes, sintiendo un repentino dolor de espalda.

En el piso, acampar significaba cubrir el suelo del cuchitril con mantas, colchas y almohadas y dormir alli, normalmente con la television encendida hasta altas horas de la noche y por lo general los viernes. Aunque solo valia si sus padres se unian a la fiesta. Ramona siempre estaba invitada, pero ella declinaba la oferta prudentemente.

– Pero a dormir a la misma hora de siempre -aviso Mary Grace-, que manana hay colegio.

– A las diez en punto -aseguro Liza, la negociadora.

– A las nueve -insistio Mary Grace, una media hora adicional que hizo sonreir a los ninos.

Las rodillas de Mary Grace entrechocaban con las de sus hijos; saboreaba el momento y se alegraba pensando que cada vez faltaba menos para que el cansancio solo fuera un recuerdo. Tal vez ahora podria descansar y llevar a los ninos al colegio, visitar sus aulas y comer con ellos. Anoraba hacer de madre, unicamente de madre. Que triste seria el dia que se viera obligada a volver a entrar en una sala de juicio.

En la iglesia de Pine Grave, el miercoles por la noche era el dia en el que cada feligres llevaba un plato cocinado en casa, y el resultado siempre era impresionante. El bullicioso templo se levantaba en medio del barrio, y los miercoles y los domingos muchos feligreses se acercaban caminando desde sus casas, a apenas un par de manzanas de alli. Las puertas estaban abiertas dieciocho horas al dia y el pastor, que vivia en la parroquia de detras de la iglesia, siempre estaba alli, a disposicion de los suyos.

La reunion se celebraba en una de las salas auxiliares, un anexo espantoso de metal, pegado a uno de los lados de la capilla. Las mesas plegables estaban repletas de todo tipo de manjares caseros. Habia una cesta con panecillos, un enorme dispensador de te azucarado y, por descontado, montones de botellas de agua. Esa noche acudiria mas gente de lo habitual y todos esperaban que Jeannette tambien asistiera. Habia que celebrarlo.

La iglesia de Pine Grave era ferreamente independiente y no se adscribia a ninguna denominacion, fuente de secreto orgullo para su fundador, el pastor Denny Ott. La habian construido los baptistas hacia unas decadas, pero luego se habia quedado anclada en un dique seco, como el resto de Bowmore. A la llegada de Ott, la congregacion estaba constituida por apenas unas cuantas almas en pena. Anos de luchas internas habian diezmado la asistencia. Ott hizo borron y cuenta nueva, abrio las puertas a la comunidad y llego a la gente.

Aunque le costo que lo aceptaran, sobre todo porque era de «por alli del norte» y hablaba con ese acento claro y entrecortado. Habia conocido a una chica de Bowmore en un Instituto Superior de Estudios Biblicos de Nebraska, y regreso al sur con ella. Despues de una serie de contratiempos, acabo siendo el pastor interino de la Segunda Iglesia Baptista. En realidad el no era baptista, pero con tan pocos predicadores jovenes en la zona, la iglesia no podia permitirse ser demasiado selectiva. Seis meses despues no quedaba ni un baptista y la iglesia habia recibido un nuevo nombre.

Llevaba barba y solia predicar con camisa de franela y botas de montana. Las corbatas no estaban prohibidas, pero no se veian con buenos ojos. Era la iglesia de la gente, un lugar al que cualquiera podia acudir en busca de paz y consuelo sin preocuparse de ir vestido de domingo. El pastor Ott se deshizo de la Biblia y del viejo salterio. No le interesaban los tristes himnos escritos por los peregrinos. Las ceremonias abandonaron la rigidez y se introdujeron elementos modernos como la guitarra o las exposiciones con diapositivas. Creia, y asi lo predicaba, que la pobreza y la injusticia eran asuntos sociales mas importantes que el aborto y los derechos de los homosexuales, aunque intentaba no entrar en cuestiones politicas.

La iglesia crecio y prospero, aunque el dinero no le importaba. Un amigo del seminario estaba al cargo de una mision en Chicago y, a traves de este contacto, Ott habia recogido un amplio inventario de ropa usada, aunque perfectamente servible, en el «armario» de la iglesia. Daba la lata a las congregaciones mayores de Hattiesburg y]ackson y con sus contribuciones tenia un banco de alimentos bien provisto en uno de los extremos de la sala auxiliar de la iglesia. Mareaba a las companias farmaceuticas hasta que estas le entregaban las sobras, y la «farmacia» de la iglesia siempre estaba bien abastecida de medicamentos sin receta.

Denny Ott consideraba que todo Bowmore era su mision y, si de el dependia, nadie pasaba hambre, carecia de un lugar donde dormir o se ponia enfermo. No mientras el estuviera de guardia, y sus guardias eran permanentes.

Ya habia celebrado dieciseis funerales de gente fallecida por culpa de Krane Chemical, una compania a la que detestaba tan profundamente que constantemente rezaba pidiendo perdon por ello. No odiaba a la gente sin rostro ni nombre que dirigia la empresa, eso comprometeria su fe, pero desde luego odiaba a la compania en si. ?Era pecado odiar a una compania? No habia dia que no atormentara su alma con ese debate acalorado y rezaba a todas horas para curarse en salud.

Los dieciseis feligreses habian sido enterrados en el diminuto cementerio que habia detras de la iglesia. Cuando hacia buen tiempo, Ott cortaba el cesped que crecia alrededor de las lapidas y, cuando llegaba el frio, pintaba la valla blanca que rodeaba el camposanto y mantenia bien alejados a los ciervos. Aunque no lo habia planeado, la iglesia se habia convertido en el centro de la actividad contra Krane en el condado de Cary. Casi

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