Ron Fisk todavia no habia aceptado presentarse a las elecciones, pero Tony sabia que lo haria. Ademas, si por alguna razon decidia no hacerlo, seguia habiendo mas nombres en la lista. Candidatos no iban a faltarles, aunque tuvieron que gastarse montanas de dinero.
– ?Hablamos de los fondos? -pregunto Tony, y entro de cabeza en la cuestion, antes de darles tiempo a responder-. Tenemos un millon de dolares sobre la mesa y quiero invertir mas de lo que ambos candidatos arriesgaron en las ultimas elecciones. Eso fue hace dos anos y no es necesario que os recuerde que vuestro candidato se quedo corto. El mio no perdera, pero para asegurarme necesito de vosotros, y de vuestros miembros, dos millones.
Tres millones para unos comicios de ese tipo era algo que se salia totalmente de lo comun. En las ultimas elecciones a gobernador, un cargo que afectaba a los ochenta y dos condados y no solo a un tercio de ellos, el ganador habia invertido siete millones de dolares, y el perdedor la mitad. Ademas, la eleccion de un gobernador siempre era un gran espectaculo, el eje de la politica estatal. Las pasiones se desbordaban y aun mas el numero de votantes.
Unos comicios para elegir a la persona que ocuparia el cargo de juez en el tribunal supremo del estado, cuando se celebraban, apenas conseguian llamar a las urnas a mas de un tercio de los votantes censados.
– ?Como teneis pensado gastar esos tres millones? -pregunto alguien.
Lo verdaderamente importante era que la pregunta no hacia referencia a como iban a recaudar tanto dinero; por lo tanto, daban por hecho que tenian acceso a grandes sumas de capital.
– En television, television y mas television -contesto Tony.
Era cierto, a medias. Tony jamas les revelaria todos los detalles de la estrategia. El senor Rinehart y el habian planeado invertir mucho mas de tres millones, pero gran parte de los gastos se pagarian en efectivo o se realizarian fuera del estado, convenientemente disimulados.
En ese momento aparecio un ayudante, que empezo a repartir unas voluminosas carpetas.
– Esto es lo que hemos hecho en otros estados -dijo Tony-. Por favor, llevaoslo y leedlo cuando tengais un momento.
Hubo preguntas sobre el plan y muchas mas sobre el candidato. Tony apenas solto prenda, pero insistio en la necesidad de que debian comprometerse economicamente con la causa, y cuanto antes mejor. El unico contratiempo a lo largo de toda la reunion fue cuando el presidente de COLT les informo de que su grupo habia estado reclutando candidatos para presentarse contra McCarthy y que el ya tenia su propio plan para derrocarla. Afirmo que COLT contaba con ocho mil miembros, aunque la cifra era un poco dudosa. La mayoria de sus activistas eran demandantes que habian salido escaldados de algun juicio. La organizacion tenia credibilidad, pero no un millon de dolares. Tras un breve, aunque acalorado intercambio de palabras, Tony invito al candidato de COLT a seguir adelante con su propia campana, momento en el que el otro dio marcha atras y volvio a las filas.
Antes de levantar la sesion, Tony les pidio discrecion encarecidamente, algo vital para la campana.
– Si los abogados litigantes descubren en estos momentos que vamos a presentarnos a las elecciones, pondran en marcha su maquina de recaudar dinero, y la ultima vez os ganaron.
Les molesto aquella segunda alusion a «su» derrota en las ultimas elecciones, como si hubieran podido ganar de haber contado con Tony. Sin embargo, todos lo pasaron por alto. La sola mencion de los abogados litigantes volvio a concentrarlos en el objetivo de la reunion.
Estaban demasiado emocionados con la idea de la campana como para ponerse a discutir.
La demanda conjunta aseguraba incluir a «mas de trescientos» afectados, en distintos grados, por la negligencia grave cometida por Krane Chemical en la planta de Bowmore. Solo veinte constaban como demandantes y, de esos veinte, tal vez la mitad sufrian lesiones de importancia. Si sus dolencias estaban relacionadas con el agua contaminada era otra cuestion.
La demanda conjunta se presento en Hattiesburg, en el tribunal federal, un buen ataque lanzado desde el juzgado de distrito del condado de Forrest, donde la doctora Leona Rocha y su jurado habian pronunciado su veredicto apenas dos meses antes. Los abogados Sterling Bintz, de Filadelfia, y F. Clyde Hardin, de Bowmore, se habian presentado en el edificio para interponer la demanda colectiva y para charlar con cualquier periodista que hubiera contestado a la nota informativa que previamente habian enviado a la prensa. Por desgracia, no habia camaras de television, solo un par de redactores de publicaciones ecologistas. Al menos, para F.Clyde era una aventura. Hacia mas de treinta anos que no pisaba un tribunal federal.
En cambio, para el senor Bintz, la escasa repercusion que habian conseguido era descorazonadora. Habia imaginado grandes titulares, reportajes extensos y esplendidas fotos. Habia presentado muchas demandas conjuntas importantes y casi siempre habia conseguido que los medios de comunica
F.Clyde regreso a Bowmore de inmediato, a su despacho, donde Miriam le esperaba, avida de noticias.
– ? En que canal salis? -le pregunto.
– En ninguno.
– ?Que?
Sin duda alguna era el dia mas importante de la historia del bufete de F.Clyde Hardin amp; Associates, y Miriam deseaba verlo en television.
– Al final decidimos sortear a los periodistas, no se puede confiar en ellos -dijo F.Clyde, echando un vistazo al reloj de pulsera. Eran las cinco y cuarto, ya hacia rato que Miriam deberia haberse ido-. No hace falta que te quedes -dijo, arrojando la chaqueta a un lado-. Lo tengo todo controlado.
Miriam se fue enseguida, desilusionada, y F. Clyde se dirigio derecho a la botella que guardaba en el despacho. El denso y frio vodka lo tranquilizo inmediatamente, y Hardin empezo a repasar los acontecimientos del gran dia. Con un poco de suerte, apareceria su foto en el periodico de Hattiesburg.
Bintz representaba a trescientos clientes. A quinientos dolares cada uno, a F. Clyde se le debia una buena tajada. Hasta el momento solo le habian pagado tres mil quinientos dolares, la mayoria de los cuales se habian destinado a pagar impuestos atrasados.
Se sirvio una segunda copa y lo mando todo a la porra.
Bintz no iba a joderlo porque lo necesitaba. El, F. Clyde Hardin, era ahora uno de los abogados que constarian en una de las demandas conjuntas mas importantes del pais. Todos los caminos conducian a Bowmore y F.Clyde era su hombre.
13
Se dijo en el bufete que el senor Fisk estaria en Jackson todo el dia, algo relacionado con asuntos personales. En otras palabras: que no preguntaran. Como socio, se habia ganado el derecho de ir y venir a su antojo, aunque Fisk era tan disciplinado y organizado que cualquiera del bufete podia localizarlo en menos de cinco minutos.
Se despidio de Doreen en la entrada, de madrugada. Ella tambien estaba invitada, pero con el trabajo y tres ninos era imposible, sobre todo habiendoles avisado con tan poco tiempo de antelacion. Ron se fue sin desayunar, a pesar de que tampoco habia prisa; sin embargo, Tony Zachary le habia dicho que almorzarian en el avion yeso habia sido suficiente para convencer a Ron para que se saltara los cereales con fibra de la manana.
La pista de aterrizaje de Brookhaven era demasiado pequena para el jet, asi que Ron accedio de buen grado a acercarse hasta el aeropuerto de Jackson, aunque para ello tuviera que madrugar. Nunca habia estado a menos de cien metros de un avion privado y ni siquiera habia llegado a imaginar que algun dia subiria a uno. Tony Zachary estaba esperandolo en la terminal de aviacion general, con un vigoroso apreton de manos y un animado «Buenos dias, senoria». Atravesaron el asfalto con paso decidido y pasaron junto a varios turbohelices ya muy viejos, aparatos mas pequenos e inferiores. A lo lejos
