experiencia? Porque estaban entregados a la causa. Porque preferian jovenes brillantes y de buen parecer, con creencias afines y que no hubieran servido antes en la administracion publica. Ademas, si Ron decia que no, encontrarian a otro candidato como el. Estaban decididos a ganar, a limpiar el tribunal. Era un movimiento nacional, y uno de los importantes.

La comida privada de su marido con el senador Myers Rudd fue lo que decanto la balanza. Iban a jugarse el todo por el todo en el desconocido mundo de la politica y vencerian.

14

Barry Rinehart cogio el puente aereo a La Guardia y desde alli subio a un coche particular que lo llevo al hotel Mercer, en el SoHo. Se registro, se dio una ducha y se puso un traje de lana, mas grueso, porque decian que iba a nevar. Recogio un fax en el mostrador y luego se acerco dando un paseo hasta un pequeno restaurante vietnamita, a ocho manzanas del hotel, cerca del Village, un local que todavia no aparecia en las guias turisticas. El senor Trudeau lo preferia para las reuniones privadas. Estaba vacio y era pronto, asi que Barry se acomodo en uno de los taburetes de la barra y pidio algo de beber.

Tal vez la chapucera demanda conjunta de F. Clyde Hardin no hubiera tenido demasiada repercusion en Mississippi, pero desde luego el eco habia llegado a Nueva York. Las publicaciones financieras diarias recogian la noticia y las ya de por si maltrechas acciones ordinarias de Krane recibieron un nuevo varapalo.

El senor Trudeau se habia pasado el dia pegado al telefono y gritandole a Bobby Ratzlaff. Las acciones de Krane se habian estado cotizando entre los dieciocho y los veinte dolares, pero la demanda conjunta les costo varios dolares. Cerraron a catorce y medio, un nuevo minimo, y Carl se fingio afectado por la noticia. Ratzlaff, que habia sacado un millon de dolares de su plan de pensiones, parecia bastante mas hundido.

Cuanto mas bajaran, mejor. Carl queria que las acciones cayeran lo maximo posible. En teoria ya habia perdido mil millones, pero podia perder mas porque un dia todo le seria devuelto con creces. Sin que nadie lo supiera, salvo dos banqueros en Zurich, Carl estaba comprando las acciones de Krane a traves de una convenientemente imprecisa compania panamena. Ponia mucho cuidado en adquirirlas en lotes pequenos para no afectar a la tendencia a la baja. Cinco mil acciones en un dia tranquilo y veinte mil en uno de los animados, pero nada que pudiera llamar la atencion. Pronto tendrian que presentar los beneficios del cuarto trimestre, y Carl habia estado falsificando la contabilidad desde Navidades. Las acciones seguirian cayendo en picado y Carl continuaria comprando.

Despacho a Ratzlaff cuando ya habia oscurecido y luego devolvio unas cuantas llamadas. Se acomodo en el asiento trasero de su Bentley a las siete y Toliver lo llevo al local vietnamita.

Carl no habia vuelto a ver a Rinehart desde su primer encuentro en Boca Raton, en noviembre, tres dias despues del veredicto. No utilizaban ni el correo ordinario, ni el electronico, ni el fax, ni la mensajeria, ni los telefonos fijos, ni los moviles habituales. Cada uno de ellos contaba con un telefono inteligente que se comunicaba unicamente con el otro y, una vez a la semana, cuando Carl tenia tiempo, lo llamaba para que lo pusiera al dia.

Los acompanaron a traves de una cortina de bambu hasta una estancia lateral tenuemente iluminada, en la que solo habia una mesa. Un camarero les llevo la bebida. Carl se habia lanzado a despotricar contra las demandas conjuntas y los abogados que las presentaban.

– Es que hemos llegado a cosas como una hemorragia nasal o un sarpullido -decia-. Ahora, a cualquier paleto que se le ocurre pasar junto a la planta de repente se convierte en un demandante. A todos se les han olvidado los buenos tiempos en los que pagabamos el salario mas alto de todo el sur de Mississippi. Los abogados han provocado una estampida y esto se ha convertido en una carrera a los tribunales.

– Pues podria ponerse peor -dijo Barry-. Sabemos que otro grupo de abogados ronda por alli en busca de clientes. Si presentan una demanda, su demanda conjunta se anadira a la primera, aunque yo no me preocuparia.

– ?Que no te preocuparias! Claro, como no es tu dinero el que se funde en honorarios de abogados…

– Pero si vas a recuperarlo, Carl. Relajate.

Ahora se tuteaban, se llamaban por el nombre de pila y se trataban con gran familiaridad.

– Que me relaje. Krane ha cerrado hoya catorce dolares y medio. Si tuvieras veinticinco millones de acciones, puede que no te resultara tan facil relajarte.

– Me relajaria y compraria.

Carl apuro su whisky.

– Te estas volviendo muy gallito.

– Hoy he visto a nuestro hombre. Ha hecho la ronda de visitas en Washington. Un tipo bien parecido y tan honrado que da miedo. Inteligente, buen orador y no se maneja mal. Todo el mundo se quedo impresionado.

– ?Ya ha firmado?

– Lo hara manana. Ha comido con el senador Rudd y el amigo sabe que teclas tocar.

– Myers Rudd -dijo Carl, sacudiendo la cabeza-. Menudo imbecil.

– Y que lo digas, pero se le puede comprar.

– A todos se les puede comprar. El ano pasado me gaste mas de cuatro millones en Washington. Fui repartiendolos como caramelos en Navidad.

– Estoy seguro de que Rudd se llevo su parte. Ambos sabemos que es idiota, pero la gente de Mississippi no. Es el rey y por alli abajo lo adoran. Si el quiere que nuestro hombre se presente, ya tenemos la carrera en marcha.

Carl se libero de la chaqueta y la arrojo a una silla. Se quito los gemelos, se arremango y, a salvo de miradas indiscretas, se aflojo la corbata y se arrellano en la silla. Le dio un trago al whisky.

– ?Conoces la historia del senador Rudd y la EPA? -pregunto, sabiendo que menos de cinco personas conocian los detalles.

– No -contesto Barry, dandole un tiron a su propia corbata.

– Hace siete anos, quiza ocho, antes de que empezara el juicio, la EPA fue a Bowmore y empezo a hacer de las suyas. La gente de alli llevaba anos quejandose, pero la EPA no es precisamente famosa por actuar con rapidez. Empezaron a husmear, realizaron pruebas, se asustaron y entonces se preocuparon de verdad. Nosotros no les quitabamos los ojos de encima. Teniamos a gente por todas partes. Joder, si hasta teniamos gente dentro de la EPA. Tal vez fuimos demasiado lejos con lo de los residuos toxicos, no se, pero los burocratas se volvieron muy beligerantes. Empezaron a hablar de investigaciones criminales, de llamar a la oficina del fiscal general, nada bueno, pero por el momento nada salio a la luz. Estaban a punto de hacerlo publico, acompanandolo de todo tipo de demandas: una limpieza de tropecientos millones, multas desorbitadas, incluso se planteaban el cierre. Un hombre llamado Gabbard era uno de los altos ejecutivos de Krane en aquellos momentos. Ahora ya no sigue con nosotros, pero era de los que sabian como convencer a cualquiera. Envie a Gabbard a Washington con un cheque en blanco; en realidad, con varios. Se reunio con nuestros grupos de presion y crearon un nuevo comite de accion politica, un PAC, otro mas que supuestamente trabajaba en el interes de los fabricantes de productos quimicos y plasticos. Disenaron un plan cuyo objetivo era lograr que el senador Rudd estuviera de nuestro lado. Ahi abajo le tienen miedo, y si quiere que la EPA se esfume, ya puedes olvidarte de ella. Rudd lleva un siglo en el Comite Presupuestario y si la EPA amenaza con oponerse a el, solo tiene que contraatacar amenazando con cerrar el grifo. Es un poco lioso, pero sencillo al mismo tiempo. Ademas, se trata de Mississippi, terreno de Rudd, por lo que tenia mas contactos e influencia que cualquier otro. Asi que nuestra gente del nuevo PAC empezo a dorarle la pildora a Rudd, pero el enseguida los calo. Es un simplon, pero lleva tanto tiempo en ese mundillo que creo que ha escrito la mayoria de las reglas.

Llegaron varios platos de gambas y fideos, que apenas recibieron atencion, y una nueva ronda de bebidas.

– Rudd considero que necesitaba un millon de dolares para sus fondos de campana y nosotros accedimos a enviarselo a traves de todas esas empresas fantasma que soleis utilizar para ocultarlo. El Congreso le ha dado una patina de legalidad, pero no por eso deja de ser un soborno. Despues de eso, Rudd quiso algo mas. Resulta que tiene un nieto con un pequeno retraso mental que, a su vez, tiene una extrana fijacion con los elefantes. El

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