mil dolares. La declaracion de quiebra detuvo el proceso judicial, lo que finalmente lo haria innecesario. Al dia siguiente, el Hattiesburg American informaba de ello en la segunda pagina.

Carl Trudeau lo leyo por internet y solto una carcajada.

– Volved a demandarme -dijo, con enorme satisfaccion. Al cabo de una semana, tres bufetes de Hattiesburg informaron al viejo Kirkabron que retiraban sus fondos, cancelaban las cuentas y se llevaban el dinero a otra parte. Habia ocho bancos mas en la ciudad.

Un acaudalado abogado litigante llamado Jim McMay llamo a Wes y se ofrecio a representarlos. Eran amigos desde hacia anos y habian colaborado en dos ocasiones en casos de responsabilidad por productos defectuosos. McMay representaba a cuatro familias en el caso contra Krane, pero no los habia defendido con agresividad. Igual que los demas abogados litigantes que habian demandado a Krane, estaba esperando el resultado del caso Baker con la esperanza de hacer el agosto cuando hubiera un acuerdo, si se llegaba a uno.

Quedaron para almorzar en Nanny's, y mientras daban cuenta de sus bollitos y el jamon curado, McMay se presto rapidamente a rescatar las ochenta hectareas del embargo y a mantener la titularidad hasta que los Payton pudieran volver a comprarselas. La tierra de cultivo no escaseaba precisamente en el condado del Cancer y Wes calculaba que los terrenos de Shelby rondarian los cien mil dolares, el unico dinero que el banco iba a ver gracias a su estupida maniobra.

27

Sheila McCarthy estaba soportando la tortura diaria en la cinta de andar cuando pulso el boton de parada y se quedo mirando el televisor, boquiabierta, sin dar credito a lo que estaba viendo. Pasaron el anuncio a las 7.29, justo en medio de las noticias locales. Empezaba con dos hombres jovenes y bien vestidos besandose apasionadamente mientras un pastor de alguna religion sonreia detras de ellos. Una voz ronca comentaba: «Los matrimonios entre personas del mismo sexo estan barriendo el pais. En lugares como Massachusetts, Nueva York y California, las leyes estan siendo cuestionadas. Los abogados de matrimonios de gays y lesbianas presionan con fuerza para obligar a imponer su estilo de vida al resto de nuestra sociedad». Una rotunda equis profanaba de repente la foto de una parej a de recien casados en el altar, hombre y mujer. «Los jueces liberales simpatizan con los derechos de los matrimonios del mismo sexo.» Acto seguido, venia un video de un grupo de lesbianas contentas a la espera de contraer matrimonio en una ceremonia colectiva. «Los activistas homosexuales y los jueces liberales que los apoyan atacan a nuestras familias.» Luego pasaban otro video de una muchedumbre quemando una bandera estadounidense. «Los jueces liberales han aprobado la quema de nuestra bandera», decia la voz. A continuacion, una breve imagen de un expositor de revistas lleno de ejemplares de Hustler. «A los jueces liberales no les molesta la pornografia.» Despues, una foto de una familia feliz, padre, madre y cuatro ninos. «?Destruiran los jueces liberales a nuestras familias?», preguntaba el narrador en tono sombrio, con lo que no dejaba lugar a dudas de que acabarian haciendolo si se les daba la oportunidad. La foto de la familia se partio en dos y de repente aparecio el apuesto, aunque serio, rostro de Ron Fisk, que mirando directamente a la camara dijo: «En Mississippi no. Un hombre. Una mujer. Soy Ron Fisk, candidato al tribunal supremo, y este anuncio tiene mi aprobacion».

Empapada en sudor y con el corazon aun mas acelerado, Sheila se sento en el suelo e intento pensar. El hombre del tiempo decia algo, pero ella no lo oia. Se echo sobre la espalda, abrio los brazos y las piernas y respiro hondo.

El matrimonio entre homosexuales era un asunto muerto y enterrado en Mississippi y seguiria siendolo siempre. Nadie con cierta audiencia o seguidores se habia atrevido a proponer que las leyes deberian cambiar para permitirlo. Ningun miembro de la asamblea legislativa estatal se posicionaria a favor. Solo habia un juez en todo el estado -Phil Shingleton- que hubiera presidido un caso similar, el de Meyerchec y Spano, y lo habia despachado en un tiempo record. Aun debia de quedar un ano mas o menos para que el tribunal supremo tuviera que discutir esa sentencia, pero Sheila preveia una revision judicial bastante laconica seguida de una rapida votacion con un resultado de nueve a cero que confirmara el fallo del juez Shingleton.

?Como habian conseguido retratarla como a una juez liberal que apoyaba el matrimonio entre homosexuales?

La habitacion daba vueltas a su alrededor. Con la llegada de la siguiente pausa publicitaria, se puso tensa y se preparo para el siguiente asalto, pero no emitieron nada, solo el graznido de un vendedor de coches y los apremios de un comerciante de muebles de rebajas.

Sin embargo, quince minutos despues volvieron a pasar el anuncio. Sheila levanto la cabeza y miro incredula las mismas imagenes, seguidas de la misma voz.

Sono el telefono. Al ver en la pantallita de quien se trataba, decidio no contestar. Se ducho y se vistio a toda prisa y a las ocho y media entraba en las oficinas de la campana con una amplia sonrisa y deseando buenos dias a todos. Los cuatro voluntarios estaban alicaidos. Tres televisores emitian tres programas distintos. Nat estaba en su despacho, gritandole a alguien por telefono. Estampo el auricular, le hizo un gesto para que entrara y cerro la puerta detras de ella.

– ?Lo has visto? -pregunto.

– Dos veces -contesto ella, con toda calma.

Aparentemente, no estaba desconcertada. Todos estaban nerviosos, por lo que era importante intentar transmitir tranquilidad.

– Es una saturacion de manual-dijo Nat-. Jackson, la costa, Hattiesburg, Laurel, cada quince minutos en todas las cadenas. Ademas de la radio.

– ?De que son los zumos?

– De zanahoria -contesto Nat, abriendo la pequena nevera-. Despilfarran dinero como si nada, lo que por descontado significa que les entra a raudales. La tipica emboscada: esperar hasta elIde octubre para pulsar el boton y empezar a imprimir billetes. Ya lo hicieron el ano pasado en Illinois y Alabama. Y hace dos anos en Ohio y Texas.

Nat sirvio dos vasos mientras hablaba.

– Sientate y relajate, Nat -dijo Sheila, aunque el no le hizo caso.

– Los ataques publicitarios deben responderse del mismo modo -dijo-, y rapido.

– No estoy segura de que sea un ataque publicitario. No mencionan mi nombre.

– No hace falta. ?Cuantos jueces liberales se presentan a las elecciones junto al senor Fisk?

– Ninguno, que yo sepa.

– Querida, desde esta manana eres oficialmente una jueza liberal.

– ? De verdad? Pues me siento igual.

– Tenemos que responder, Sheila.

– No voy a dejarme arrastrar a un intercambio de ataques personales por el matrimonio entre homosexuales.

Nat al final tomo asiento y se callo. Se bebio el zumo y se quedo mirando al suelo hasta recuperar un ritmo de respiracion pausado.

– Es fatidico, ? no? -pregunto Sheila, con una sonrisa, dandole un sorbo al suyo.

– ?El zumo?

– El anuncio.

– Potencialmente, si, pero estoy trabajando en algo.

– Nat rebusco en una montana de papeles junto a su mesa y saco una carpeta muy fina-. Escucha esto: el senor Meyerchec y el senor Spano alquilaron un apartamento el 1 de abril de este ano. Tenemos una copia del contrato de alquiler. Esperaron treinta dias, tal como exige la ley, y luego se inscribieron en el censo. Al dia siguiente, el 2 de mayo, solicitaron el carnet de conducir en Mississippi, hicieron el examen y aprobaron. El departamento de Trafico emitio los carnets el 4 de mayo. Pasaron un par de meses, durante los cuales no se tiene constancia oficial de que buscaran trabajo, tramitaran alguna licencia empresarial ni nada que pudiera indicar que trabajaban aqui. Recuerda que aseguran ser ilustradores autonomos, sea lo que sea eso. -Hojeaba las paginas rapidamente, comprobando los datos aqui y alli-. Despues de preguntar a los ilustradores que anuncian sus

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