AAR.
Un rapapolvo que ahora se volvia contra ella. Sheila vio el ultimo anuncio de Fisk en su despacho, sola y con la deprimente sensacion de que sus posibilidades se volatilizaban. En un estrado tenia tiempo para justificar su voto y para arremeter contra los que sacaban sus palabras de contexto; pero en television solo disponia de treinta segundos. Era imposible, y los astutos manipuladores de Ron Fisk lo sabian.
Despues de un mes en el Pirate's Cave, Clete Coley habia abusado con creces de la hospitalidad del casino. El dueno estaba harto de regalar una suite del atico y de satisfacer el insaciable apetito de Coley. El candidato comia tres veces al dia, muchas de ellas en la habitacion. En las mesas de blackjack, bebia ron como si fuera agua y no habia noche que no acabara borracho. Importunaba a los crupieres, insultaba a los demas jugadores y magreaba a las camareras. El casino se habia embolsado unos veinte mil dolares por Coley, pero los gastos ascendian como minimo a la misma cantidad.
Marlin lo encontro en el bar a media tarde, tomando una copa, calentandose para otra larga noche de mesas. Despues de una pequena charla, Marlin fue al grano.
– Nos gustaria que te retiraras de las elecciones -dijo-, y que cuando te despidas apoyes a Ron Fisk.
Clete entrecerro los ojos. Unas arrugas profundas surcaron su frente.
– ?Como?
– Ya me has oido.
– No estoy seguro de haberte oido bien.
– Te pedimos que te retires y que apoyes a Fisk. Es sencillo.
Coley apuro su vaso de ron sin apartar la mirada de Marlin.
– ?Y que mas? -pregunto.
– No hay mucho mas que decir. Tus posibilidades son muy remotas, por decirlo suavemente. Has hecho un buen trabajo, has animado el catarro y has atacado a McCarthy, pero ha llegado el momento de echarle un cable a Fisk para ayudarle a salir elegido.
– ? Y si no me gusta Fisk?
– Estoy seguro de que tu tampoco le gustas a el, pero
– Las papeletas ya estan impresas y mi nombre aparece en ellas.
– Eso significa que tus cuatro fans se quedaran con un palmo de narices, jque lastima!
Coley dio un nuevo trago al ron.
– Vale, cien mil por entrar, ?cuanto por salir?
– Cincuenta.
Sacudio la cabeza y miro las mesas de blackjack a lo lejos. -N o es suficiente.
– No estoy aqui para negociar. Son cincuenta mil en efectivo. La misma maleta que antes, aunque no tan pesada. -Lo siento, mi precio es cien.
– Manana estare aqui, a la misma hora, en el mismo sitio.
Dicho esto, Marlin desaparecio.
A las nueve de la manana siguiente, dos agentes del FBI llamaron a la suite del atico con energia.
– ?Quien cono es? -pregunto Clete, cuando consiguio acercarse a la puerta, tambaleante.
– FBI. Abra.
Clete abrio un resquicio, pero no descorrio la cadena.
Gemelos. Traje oscuro. El mismo peluquero. -?Que quieren?
– Nos gustaria hacerle unas preguntas, y prefeririamos no tener que hacerlo desde este lado de la puerta.
Clete acabo de abrirla y los invito a pasar con un gesto de la mano. Llevaba una camiseta y unos pantalones cortos, estilo NBA, que le llegaban hasta las rodillas y le tapaban medio culo. Coley se devano los sesos intentando recordar que ley habria infringido, mientras los veia sentarse en la pequena mesa del salon. No le vino nada reciente a la mente, aunque a esas horas del dia poco podia venirle. Encajo como pudo la voluminosa barriga - ?cuanto peso habria ganado en el ultimo mes?- en una silla y echo un vistazo a sus placas.
– ?Le dice algo el nombre de Mick Runyun? -pregunto uno de ellos.
Desde luego que le sonaba, pero no estaba dispuesto a admitir nada.
– Tal vez.
– Traficante de metanfetamina. Le represento hace tres anos en el tribunal federal. Le cayeron diez anos, coopero con el gobierno, un chico majo.
– Ah,
– Si, ese. ? Le pago sus honorarios?
– Mis archivos estan en el despacho de Natchez.
– Genial. Tenemos una orden para llevarnoslos. ? Pode- mos encontrarnos alli manana? -Sera un placer.
– De todos modos, suponemos que sus archivos no nos diran demasiado sobre los honorarios pagados por el senor Runyun. Una fuente fidedigna nos ha dicho que le pago veinte mil dolares en efectivo y que usted nunca los declaro.
– jNo me diga!
– Si es cierto, habria cometido un delito al violar la ley RICO de asociacion de malhechores y algunas otras federales.
– La vieja RICO. No tendriais trabajo sin ella.
– ?Manana a que hora?
– Tenia pensado hacer campana manana. Solo faltan dos semanas para las elecciones.
Miraron a aquel mostrenco con cara de sueno, despeinado y con resaca y les resulto comico que fuera candidato para el tribunal supremo.
– Manana al mediodia estaremos en su oficina de Natchez. Si no aparece por alli, tenemos orden de detenerlo. Eso impresionaria a los votantes.
Salieron de la habitacion y cerraron de un portazo. Entrada la tarde, Marlin aparecio como habia prometido.
Pidio un cafe, aunque no lo toco. Clete pidio una copa de ron con soda, aunque olia como si no fuera la primera del dia.
– ?Cerramos el trato en cincuenta, Clete? -pregunto Marlin, despues de mirar embrujado a la ajetreada camarera.
– Todavia estoy pensando.
– ?Fueron buenos contigo esos dos federales esta manana?
Clete ni se inmuto, no hizo ni un solo gesto que revelara asombro. De hecho, no le sorprendia en absoluto.
– Buena gente -dijo-. Supongo que el senador Rudd esta entrometiendose de nuevo. Quiere que Fisk gane porque son de la misma especie. Todos sabemos que Rudd es tio del fiscal federal de alli abajo, un imbecil redomado que solo consiguio el cargo gracias a sus contactos. Estoy seguro de que no encontraria trabajo en ningun otro sitio. Rudd se vale de su sobrino, que manda al FBI a retorcerme el brazo. Yo desaparezco, cantando las alabanzas de Ron Fisk, y el consigue una gran victoria. El esta contento. Rudd esta contento. El gran capital esta contento. La vida es maravillosa, ?no?
– Te acercas bastante -admitio Marlin-. Y tu tambien te llevaste veinte mil en efectivo en concepto de honorarios de un traficante de droga y no los declaraste. Bastante estupido por tu parte, pero no es el fin del mundo. No hay nada que el senador no pueda arreglar. Sigue el juego, coge el dinero, despidete con una graciosa reverencia y no volveras a oir hablar de los federales nunca mas. Caso cerrado.
Clete clavo sus ojos enrojecidos en los azules de Marlin. -?Prometido?
– Prometido. Un apreton de manos y puedes olvidarte de la reunion de manana al mediodia en N atchez.
– ?Donde esta el dinero?
– Fuera, a la derecha, en el mismo Mustang verde.
Marlin dejo las llaves sobre la barra, con delicadeza. Clete las recogio y desaparecio.