trabajar con un hombre que pago tres millones por un puesto en el tribunal».

Sin embargo, cuando se presentaron las cifras, esos tres millones se quedaron cortos. La campana de Fisk presento facturas por un total de cuatro millones cien mil dolares, con la friolera de dos millones novecientos mil recaudados durante los treinta y un dias de octubre. El 91 por ciento de ese dinero provenia de fuera del estado. En el informe no aparecia ni una sola contribucion procedente de grupos como Victimas Judiciales por la Verdad, Victimas en Rebeldia o ARMA, ni de pagos realizados a estos. Fisk firmo el informe, tal como exigia la ley, pero tenia muchas preguntas sobre la financiacion. Presiono a Tony para obtener respuestas sobre sus metodos de recaudacion de fondos y cuando dichas respuestas fueron vagas, intercambiaron duras palabras. Fisk lo acuso de ocultar dinero y de aprovecharse de su inexperiencia. Tony le respondio exaltado que le habian prometido fondos ilimitados y que no era justo protestar a aquellas alturas.

– ?Deberias agradecermelo en vez de estar quejandote por el dinero! -le grito, durante una larga y acalorada reunion.

Sin embargo, no tardarian en recibir los ataques de los periodistas y para entonces tendrian que presentar un frente unido.

La campana de McCarthy habia recaudado un millon novecientos mil dolares y habia gastado hasta el ultimo centavo. Tardarian anos en liquidar el pagare de quinientos mil dolares presentado por Willy Benton y firmado por doce de los directores de la ALM.

Una vez que estuvieron disponibles las cifras definitivas, estallo una tormenta en los medios de comunicacion. Un equipo de periodistas de investigacion de The Clarion- Ledger fue tras Tony Zachary, Vision Judicial, Ron Fisk y muchos de los contribuyentes de fuera del estado que habian enviado cheques de cinco mil dolares. Los grupos empresariales y los abogados litigantes intercambiaron palabras airadas a traves de varios periodicos. Los editoriales reclamaron airadamente la necesidad de una reforma. El secretario de Estado persiguio a Victimas Judiciales por la Verdad, Victimas en Rebeldia y ARMA por algunos detalles como los nombres de los miembros y las cifras totales invertidas en publicidad. Sin embargo, las investigaciones toparon con una ferrea oposicion por parte de los abogados de Washington con amplia experiencia en cuestiones electorales.

Barry Rinehart lo contemplaba todo desde la comodidad de su magnifico despacho en Boca Raton. Aquellas bufonadas postelectorales eran la norma, no la excepcion. Los perdedores siempre se quejaban de la ausencia de juego limpio. En un par de meses, el juez Fisk habria tomado posesion del cargo y la mayoria de la gente ya habria olvidado la campana que lo habia llevado hasta alli.

Barry ya estaba por otros asuntos, negociando con nuevos clientes. Un juez del tribunal de apelaciones de minois habia estado fallando en contra de las aseguradoras durante anos y habia llegado el momento de pararle los pies. Sin embargo, todavia estaban discutiendo sobre los honorarios de Barry, los cuales se habian disparado sustancialmente tras la victoria de Fisk.

Casi siete de los ocho millones de dolares que Carl Trudeau habia hecho llegar por distintos medios a Barry y a sus «unidades» afines, seguian intactos y a buen recaudo.

Dios, gracias por la democracia, se repetia Barry varias veces al dia.

– ?Que vote la gente!

TERCERA PARTE. El dictamen

33

Ron Fisk presto juramento como juez adjunto del tribunal supremo de Mississippi durante la primera semana de enero. Fue una ceremonia breve y discreta a la que acudieron Doreen y los tres ninos, unos cuantos amigos de Brookhaven, Tony Zachary, los otros ocho miembros del tribunal y parte del personal. El juez primero, el miembro mas antiguo, leyo un breve discurso de bienvenida, que dio paso al ponche y a las galletitas. El juez Jimmy McElwayne prefirio saltarse el refrigerio y regreso a su despacho. No habia esperado que Ron Fisk le gustara y, hasta el momento, el nuevo juez no le habia decepcionado. Fisk habia dado un grave traspie al despedir sumariamente a los letrados y a la secretaria de Sheila sin haberse dignado siquiera entrevistarse con ellos ni una sola vez. Habia vuelto a tropezar al presentarse a principios de diciembre y empezar a dar la lata al juez primero para consultar la lista de casos pendientes y echar un vistazo a los mas urgentes. Con cuarenta anos, Fisk era con diferencia el miembro mas joven del tribunal, y algunos de sus colegas no le perdonaban su entusiasmo y sus ganas de trabajar.

Una vez jurado el cargo, Fisk tenia derecho a participar en todos los casos pendientes de decision, independientemente del tiempo que estos hubieran sido debatidos con anterioridad en el tribunal. Se puso manos a la obra de inmediato y pronto empezo a alargar lajornada de trabajo. Diez dias despues de su llegada, voto de acuerdo con una mayoria de siete (entre los que se incluia el juez McElwayne) para revocar un caso de parcelacion territorial fuera del condado de DeSato, y disintio junto a tres mas en una disputa sobre pantanos en el condado de Pearl River. Se limito a votar, sin hacer un solo comentario.

Todos los jueces tienen la potestad de redactar una opinion sobre cualquier caso que llegue al tribunal, tanto si esta es concurrente con la mayoria como si difiere de ella. Ron deseaba redactar la suya con todas sus fuerzas, pero espero, acertadamente. Lo mejor era no precipitarse.

A finales de enero, los ciudadanos de Mississippi pudieron comprobar hacia donde soplaban los nuevos vientos en el tribunal post- McCarthy. El caso trataba de una anciana de ochenta anos con Alzheimer, hallada desnuda y sucia debajo de su cama en la residencia de ancianos. La habia encontrado su hijo, que, furioso, acabo denunciando a la residencia en nombre de su madre. A pesar de que las declaraciones disentian y los testimonios eran incompletos, en el juicio se demostro que nadie habia atendido a la mujer al menos durante seis horas y que nadie le habia dado de comer en nueve. La residencia era uno de los peores hogares de ancianos, uno de los muchos que pertenecian a una empresa de Florida con un largo y descorazonador historial de infracciones sanitarias y de seguridad. El jurado, del condado rural de Covington, le concedio una indemnizacion por danos y perjuicios de doscientos cincuenta mil dolares, a pesar de que era dificil evaluar el alcance de los danos fisicos. Tenia la frente amoratada, pero la pobre mujer hacia una decada que habia perdido la cabeza. La parte interesante del caso era la indemnizacion por danos punitivos de dos millones, algo que no se habia visto nunca en el condado de Covington.

El caso habia sido asignado al juez Calligan, que reunio tres votos coincidentes y redacto una opinion que revocaba la indemnizacion de doscientos cincuenta mil dolares y ordenaba un nuevo juicio. Se necesitaban mas pruebas sobre la cuestion de los danos. En cuanto a la indemnizacion por danos punitivos, esta «habia escandalizado a la conciencia del tribunal», por lo que quedaba revocada y desestimada: rechazada para siempre. El juez McElwayne redacto una opinion por la que confirmaba el veredicto. Se esmero en explicar en detalle la desdichada historia de la residencia: falta de personal, empleados sin los conocimientos necesarios, habitaciones, sabanas y toallas antihigienicas, comida infecta, aire acondicionado insuficiente, habitaciones masificadas. A su opinion se unieron tres jueces mas, de modo que el antiguo tribunal quedaba dividido a partes iguales. El nuevo hombre tendria la ultima palabra.

El juez Fisk no vacilo. El tambien consideraba que las pruebas medicas eran insuficientes y aseguraba estar escandalizado por la indemnizacion por danos y perjuicios. Como abogado de aseguradoras, habia pasado catorce anos combatiendo las desproporcionadas reclamaciones por danos punitivos que con tanta despreocupacion presentaban los abogados de los demandantes. Se habia topado con una reclamacion falsa por una suma exorbitante de dinero en al menos la mitad de los casos que habia defendido por la «conducta vergonzosa e irresponsable» del demandado.

Con un resultado de cinco votos a cuatro, el tribunal anuncio el nuevo curso que habia tomado y envio el caso de vuelta al condado de Covington peor que cuando este lo habia abandonado.

El hijo de la anciana victima era un ganadero de cincuenta y seis anos. Tambien era diacono en una iglesia rural a unos kilometros de la ciudad de Mount Olive. Su mujer y el habian sido convencidos simpatizantes de Ron

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