— ?No le toques! —susurro.
—Pero esta...
—?He dicho que no le toques!
Sus voces penetraron en la angustiada y aturdidamente de Tarod, y entonces este les vio. Keridil avanzo cautelosamente en su direccion, y algo se disparo en el confuso cerebro de Tarod. Cabellos rubios... cabellos rubios... cabellos de oro... Este demonio era el responsable de su amorfa terrible pesadilla... era el enemigo...
Agarro con una mano el cuchillo que llevaba en la cadera, y la fria empunadura provoco en su interior una extrana mezcla de confianza y sed de sangre. Dio un paso adelante, pero ni Keridil ni The-mila advirtieron la amenaza. Ambos miraban, pasmados, al doble de Tarod, que se habia materializado, de pronto, detras de el. Era un fantasma en negativo (sombra y luz, oro y negro) del hombre vivo, y Themila sintio como si un puno la golpease violentamente en el estomago cuando una helada rafaga de energia maligna soplo a traves del sotano. Aquel golpe fue un aviso; cuando, con un tremendo esfuerzo, logro salir de su estado casi de trance, alcanzo a ver a Tarod al acecho, el brillo enloquecido de sus ojos, el cuchillo...
— ?Cuidado! —chillo, en el momento en que Tarod iniciaba el salto.
Un puro reflejo salvo a Keridil de la cuchillada. Se inclino a un lado y levanto un brazo para protegerse la cara; la hoja se clavo en su antebrazo, produciendole una herida profunda que el apenas sintio. El propio impulso hizo perder el equilibrio a Tarod, que dio un traspie; despues giro en redondo y se agacho, pero la mano que sostenia el cuchillo temblaba violentamente. Cuando ataco por segunda vez, Keridil le dio un golpe, solo uno.
Era como luchar con un nino. El cuchillo cayo de la mano de Tarod y, por un instante, un destello de cordura volvio a sus ojos verdes. Entonces cayo al suelo.
Themila se arrodillo junto a Tarod, sintiendo que el corazon le palpitaba dolorosamente, mientras Keridil daba la vuelta a aquel cuerpo insensible. Ninguno de los dos queria ser el primero en hablar de lo que acababan de ver, pero Themila sentia la fuerte (y se confeso que cobarde) necesidad de salir del sotano lo antes posible. Se puso trabajosamente en pie, esforzandose por no mirar a los tenebrosos rincones de la biblioteca.
— Ire a buscar ayuda — dijo—. Necesitaremos al menos otro hombre para sacarle de aqui.
Keridil trataba de tomar el pulso a Tarod, pero no podia encontrarlo. —Si, y envia a alguien en busca de Grevard.
Ella vacilo un instante al llegar a la puerta y miro hacia atras, como esperando ver de nuevo la terrible aparicion que se habia manifestado tan fugazmente en el momento critico. Lo unico que vio fue que Keridil, con los ojos cerrados, hacia la senal de Aeoris y murmuraba lo que ella presumio que era una oracion sobre el cuerpo inmovil de Tarod.
Cuando Keridil y otros dos hombres llevaron a Tarod a sus habitaciones en una camilla improvisada, un numeroso grupo se habia reunido en el pasillo. Las noticias, en especial las malas noticias, circulaban de prisa en el Castillo, pero los curiosos tuvieron que contentarse con unas pocas y secas palabras de Keridil sobre un «accidente».
En cuanto entraron en la habitacion exterior, los hombres advirtieron el persistente olor del brebaje que habia preparado Tarod. Uno de ellos se volvio hacia la puerta, lanzando una maldicion que era tambien una protesta, y Keridil sintio nauseas y senalo freneticamente las ventanas para que las abriesen. Themila llego en el momento en que acostaban a Tarod en la posicion mas comoda posible, y dijo que Grevard no se hallaba en sus habitaciones, pero que le estaban buscando con urgencia.
— Pero ese olor... — Se tapo la boca con una punta del chal y tosio—. En nombre de Aeoris, ?que es eso?
—No lo se... Me recuerda algo, pero no puedo identificarlo.
—Ese frasquito... —dijo Themila, al fijar su aguda mirada en la mesa junto a la ventana—. Hay algo en el...
Keridil tomo la ampolla y la olio aprensivamente. Su estomago se contrajo cuando el fuerte hedor penetro en sus fosas nasales, y aparto rapidamente el pequeno recipiente.
—Sea lo que fuere, es mortal... Por todos los dioses, ?donde esta ese maldito medico?
Como respondiendo al grito desesperado de Keridil, se oyo la voz de Grevard en la habitacion exterior, acallando autoritariamente el parloteo.
—?Que pasa, Keridil?
El medico iba despeinado y con la ropa arrugada, cosa que, en circunstancias mas felices, habria divertido a Themila. Grevard no se habia casado, pero todavia le gustaba pasarlo bien cuando habia una mujer dispuesta a complacerle. Pero ahora adopto su actitud mas profesional. Keridil le puso en antecedentes, con las menos palabras posibles, y Grevard examino la taza. Su expresion se nublo despues de olerla.
— ?Raiz de la Rompiente! Por todos los dioses, ?de donde saco esto? Es el narcotico mas peligroso que se conoce.
— Miro un instante la figura inmovil sobre la cama. Despues dijo—: Quiero que todo el mundo salga de estas habitaciones. Vosotros, Keridil y Themila, podeis quedaros si quereis; pero todos los demas deben marcharse.
Asi lo hicieron, y Grevard cerro la puerta tras ellos. Cuando volvio, empezo a examinar a Tarod, y Themila fue la primera en romper el silencio.
—Grevard, ?que puedes hacer por el?
El medico siguio con su trabajo, sin responder de momento. Despues se irguio, suspiro y dijo:
—Nada.
—?Nada! — Keridil se aparto de la ventana, levantando la voz en son de protesta—. Pero...
—La cuestion es sencilla, por mucho que te disguste —le interrumpio vivamente Grevard —. La Raiz de la Rompiente, ese es su nombre, es una droga muy valiosa si se emplea correctamente. Usada incorrectamente es mortal, y no hay ningun antidoto contra ella. —Se volvio de nuevo hacia la cama, levanto un parpado de Tarod e hizo una mueca—. Lo que no comprendo es por que quiso Tarod emplear... , envenenarse, maldita sea.. , con esta droga.
—?Crees que lo hizo el? —pregunto Keridil con incredulidad, y Grevard lanzo un bufido.
—No seas tonto, Keridil; ?claro que fue el! ?Crees que habria manera de persuadir o enganar a alguien, y menos a Tarod, para qie bebiese una pocima como esa? Ademas, no hay homicidas entre nosotros.
Keridil sacudio, desalentado, la cabeza.
— ?Tarod un suicida? ?No puedo creerlo, Grevard!
—Entonces sera mejor que empieces a pensar en explicacion mas convincente. Pudo equivocarse al preparar el brebaje; esto seria lo mas logico. Pero no hay que ser un genio para hacer bien la preparacion, y me cuesta creer que un hechicero del septimo grado cometiese errores tan burdos.
Cuando Keridil miro a Themila, esta desvio la mirada y dijo en voz baja:
—Tal vez hay circunstancias en que cualquiera puede cometer un error...
Grevard la miro con dureza.
—Tal vez si. Pero de momento esto no importa. Lo unico que me interesa es su estado fisico. Mas tarde podremos preocuparnos de su condicion mental... si es que sobrevive.
Estas palabras impresionaron a los dos, y Themila exclamo:
—?Tiene que sobrevivir! No vas a pensar, Grevard...
No pudo terminar. Al vers u cara, el medico suavizo el tono.
—Lo siento,Themila; a veces soy mas brusco de lo que quisiera. Pero la verdad es que no lo se. Tarod tiene una constitucion muy peculiar; probablemente, tu y yo habariamos muerto a los pocos minutos de tragar ese brebaje. Pero el hecho de que el haya sobrevivido hasta ahora demuestra su vigor. Si es posible que algun mortal resista este grado de intoxicacion, entonces si, creo que vivira. —Empezo a recoger su instrumental— ?Informareis de esto a Jehrek, o quereis que lo haga yo? Tendra que hacerse una investigacion a fondo.
—Yo hablare con mi padre.
A Keridil no le entusiasmaba la entrevista, pues sabia lo que diria Jehrek. El Sumo Iniciado no habia olvidado nunca sus primeros resentimientos acerca de Tarod y, aunque siempre se habia mostrado escrupulosamente justo en su trato con el hechicero de negros cabellos, recriminaba a Keridil que la amistad no le dejara ser imparcial. Keridil preveia una fuerte reprimenda por haber permitido que las cosas llegasen a este punto sin emprender ninguna accion.
—?Me mantendreis informado de lo que descubrais? —pregunto Grevard.