emocionalmente para protestar cuando se llevaron a sus hijos.

—Debes considerarte afortunada —le dijo friamente la Hermana—. En muchas otras provincias, tus hijos habrian sido expulsados contigo, para que os apanaseis solos. Deberias dar gracias a Aeoris de que aqui vivimos bajo la gracia de la propia Matriarca y de que esta es una fuente de clemencia.

La mujer no respondio, y la Hermana la miro con un subito arranque de desprecio y recelo.

— ?Todavia no te arrepientes? Conservas la vida..., ?y que te habrian dado tus tres veces malditos dioses del Caos a cambio de tus servicios?

—Nosotros nunca hemos... —empezo a decir furiosamente la mujer; pero al ver los ojos acerados de la Hermana, guardo silencio una vez mas.

—Esto sera una leccion para vosotros —dijo, implacable, la Hermana—. Aprendereis lo tonto y lo futil que es atreverse a quebrantar las leyes de los dioses. Y cuando tu y tu marido rondeis por los caminos, indigentes como os mereceis, tal vez reflexionareis sobre la misericordia de Aeoris y le pedireis perdon... ?si apreciais en algo vuestras almas!

Se estremecio al pensar en el desastre que habria podido producirse de no haber sido descubierta a tiempo aquella serpiente que moraba entre ellos. El mensaje del Sumo Iniciado advirtio del poder mortal que andaba suelto por el mundo; habia puesto sobre aviso de la astucia de sus enemigos exhortando a las Hermanas para que estuviesen alerta contra cualquier senal de la insidiosa influencia del Caos. Y si los poderes ocultos podian infiltrar a uno de los suyos y hacerle pasar durante anos por un Iniciado del Circulo, solo Aeoris sabia cuanta maldad podian infundir en las mentes maleables de gente del campo como esta. Recordo al demonio de negros cabellos que buscaban; le habia visto en el Castillo cuando habia ido, formando parte de la delegacion de la Matriarca, a la ceremonia de investidura de Keridil Toln, y la idea de que incluso el Circulo hubiese sido enganado por el era estremecedora. Por esta razon estaba resuelta a no descuidar un solo instante su vigilancia en persecucion de los malhechores. Una fruta corrompida podia estropear toda una cosecha. Su sagrado deber era procurar que tales frutas no tuviesen posibilidad de contagiar a otras su podredumbre, y estaba convencida de que, hasta ahora, habia cumplido su obligacion.

En la provincia de Wishet, cinco mujeres esperaban el juicio, acusadas de brujeria. Habian intentado vender amuletos en el mercado de Puerto de Verano, y si en anos anteriores habrian sido expulsadas de la ciudad o, mas probablemente, ignoradas con tolerancia, ahora languidecian en el palacio de justicia, seguras de que su destino seria mucho menos agradable.

En la Tierra Alta del Oeste, el mal tiempo en el estrecho occidental hacia que la flota pesquera se viese confinada en los peligrosos y rocosos puertos de la Bahia del Fanaari. La senora Kael Amion, superiora de la gran Residencia de la Hermandad en la provincia, tuvo noticia de que los pescadores culpaban de su desdicha a las maquinaciones del Caos, y no discrepaba de ellos. Y cuando se buscaban y encontraban victimas expiatorias, se abstenia de intervenir. Aeoris elegia a su manera el castigo de los pecadores; si uno o dos inocentes sufrian con los culpables, tal vez la leccion seria tanto mas eficaz. Al enterarse de que siete personas que llevaban pintados en el cuerpo signos de brujeria habian sido metidas desnudas en una jaula de mimbre, y esta arrojada al mar, mas alla de la proteccion de la Bahia, no hizo comentario alguno, sino que se retiro a sus habitaciones a rezar por sus almas.

En la provincia Vacia, un minero dio albergue a un mercader cuyo caballo habia perdido una herradura en la carretera del sudoeste, ofreciendole una adecuada aunque sencilla comida y una cama para pasar la noche. Mas tarde fue acusado de dar posada a un servidor del Caos, y cuando no se pudo encontrar al mercader, cuyos cabellos eran negros al decir de varios testigos, la acusacion se considero aprobada. No se practicaban ejecuciones en la zona desde hacia una generacion, pero no escaseaban las piedras de buen tamano entre los montones de desperdicios de las minas cuando el hombre, sumariamente condenado, fue lapidado hasta morir.

Y en las Grandes Llanuras del Este, que tenian la deshonra de haber engendrado a la complice del demonio del Caos, nadie se atrevia a dirigir la palabra a su vecino sin antes pensarlo bien, por miedo de que fuese suficiente para condenarle. Los pocos lectores de piedras que conservaban todavia la antigua tradicion cerraron sus puertas de la noche a la manana, aunque un par de ellos fueron encontrados y sometidos a juicio sumario, sin que los ancianos de la ciudad entendiesen nada. La flota se nego a aventurarse en el Estrecho de los Bajios Blancos hasta que todas las velas de todas las barcas hubiesen sido pintadas con dibujos magicos, y tambien se pintaron complicados simbolos en las puertas y postigos de todas las casas de la provincia. Crecio el nerviosismo; todas las muchachas de cabellos rubios y todos los hombres de cabellos negros temian constantemente ser detenidos, y el Margrave, llevando al extremo sus medidas, proclamo el toque de queda.

En alguna parte, penso Tarod, Yandros debe estar riendose...

Cuatro dias despues de partir de Vilmado, Cyllan llego al camino ganadero principal que iba hacia el sudeste, desde Perspectiva a la provincia de Shu. Afortunadamente, no habia habido hasta ahora incidentes en el viaje; uno de sus poneys perdio una herradura, pero el herrero de una aldea situada a un par de millas del camino la reemplazo, y tambien estuvo dispuesto a comunicar las ultimas habladurias concernientes a los fugitivos.

Los rumores se acumulaban. Segun estos, Tarod habia sido capturado en dos provincias diferentes y ella, en tres, y habia numerosas noticias de que habian sido vistos juntos los dos. Tambien se contaban historias sobre una desastrosa cosecha de primavera en Han, inundaciones en Wishet y un monstruoso Warp que habia barrido la Tierra Alta del Oeste, Chaun y Chaun Meridional, cobrandose cincuenta vidas, senales todas ellas, insistio el herrero, de que los poderes de las tinieblas se estaban valiendo de sus servidores para provocar la confusion entre los devotos seguidores de Aeoris.

Cyllan contemplo el interior de la herreria, donde todos los rincones estaban adornados con amuletos y pintados con simbolos sagrados, y se estremecio a pesar del calor del fuego. Toda la gente con quien se cruzo en el camino o que habia encontrado en pueblos y aldeas llevaba algun amuleto contra el mal, y los encuentros con desconocidos habian estado llenos de tension y de recelo. Incluso el locuaz herrero se habia negado al principio a aceptar su encargo, y a Cyllan le costo convencerle de que era inofensiva. Se dio cuenta de que las cosas se estaban poniendo rapidamente fuera de control; un simple rumor bastaba para detener a un supuesto simpatizante del Caos; antiguos agravios eran vengados con absurdas acusaciones de brujeria y endemoniamiento, nadie podia estar seguro de que su vecino o incluso su propia familia no se volviera contra el. En todas las poblaciones se formaban apresuradamente milicias que se tomaban la justicia por su mano, y solamente gracias a su buena suerte y, ocasionalmente, tambien a su astucia, eludio Cyllan la celosa busqueda de presuntos malhechores.

Habia tomado la precaucion de comprar un collar- amuleto y colgarselo del cuello para no llamar la atencion, pero esto no la libraba de la creciente inquietud que era ahora su constante companera. La enfermedad del miedo que estaba aquejando al mundo habia hecho tambien presa en ella y, con el miedo, decrecia rapidamente su esperanza de encontrar a Tarod antes de que el Circulo la encontrase a ella. Sabia que no podria esquivarles para siempre, y aunque el Circulo pudiese estar un dia dispuesto a abandonar la caza de la amante de Tarod, nunca dejaria de buscar a la asesina de Drachea Rannak.

Cyllan se estremecio y trato de alejar los inquietantes pensamientos de su mente y concentrar su atencion en el camino. A poca distancia delante de ella, pudo ver un pequeno monton de piedras, recien construido, a un lado de la senda; alrededor del improvisado santuario, los viajeros depositaron ofrendas (pequenos tesoros, articulos comestibles, baratijas y bufandas de colores) como suplica a Aeoris para que les protegiese en el camino. Habia visto varios de estos santuarios durante los ultimos anos y, al acercarse a este, se pregunto si tambien ella debia dejar algo, tal vez una moneda, como prenda.

El viento arrecio inesperadamente; un viento crudo y aullador que soplaba del norte traspasaba su chaqueta y le erizaba la piel de los brazos, y entre su frio zumbido creyo oir una risa inhumana. La piedra del Caos, oculta debajo de su camisa, latio de pronto, calida sobre su piel, como una advertencia, y el poney hizo un movimiento extrano al acercarse al monton de piedras.

Cyllan sintio el sudor en su cara y en su cuello al tranquilizar al animal y obligarle a pasar por delante del santuario. El fuerte viento podia haber sido una coincidencia, pero seguia tan de cerca a sus pensamientos que dudaba mucho de ello. Y aquella risa, real o imaginaria, habia penetrado hasta su medula, dejandola helada, pues parecia burlarse de ella por atreverse a pensar que podia pedir proteccion a Aeoris.

Contemplo el cielo gris de estano y despues, por encima del hombro, el camino a su espalda. Una imagen volvio a su mente, evocada de aquel dia en que habia descargado el Warp sobre Shu-Nhadek. Habia visto una figura, un fantasma, que la llamaba desde el final de un ruidoso callejon mientras la tormenta rugia desde el norte; recordo los cabellos cobrizos, la graciosa pero terrible mano que la llamaba, la estrella que ardia en el corazon del fantasma.. , y casi espero vivir de nuevo aquella pesadilla al volver ahora la cabeza.

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